Por Mario Peláez Pérez.
(A la par de desintoxicarnos del medio ambiente político, los invito, amables lectores, a practicar la célebre calistenia mental, armando el rompecabeza conceptual que propongo líneas abajo).
Sin riesgo de hundirnos en los pantanos del intelectualismo o en los sofisticados ismos sociológicos y doctrinarios del establishment, que consideran que toda verdad es relativa, dependiendo del objetivo que se pretenda alcanzar, reflexionemos en cómo armar el rompecabeza conceptual, cuyo paso fundamental es precisar cuál es el concepto que constituye la base o cimiento del desarrollo de la sociedad, entonces de la dignidad humana; y sobre el cual se superpone los demás conceptos (las demás acciones).
Son tres las partes del rompecabeza: son tres palabras que con el tiempo, con las luchas de los pueblos, desde la esclavitud hasta hoy, han devenido en conceptos universales, cósmicos, absolutamente imprescindibles, y son: IGUALDAD, LIBERTAD, FRATERNIDAD, que la cínica posverdad ha puesto la puntería y de consumarse quedaría reducida la historia a solo transacciones financieras.
La prioridad o el orden con el que cada uno proceda a armar el rompecabeza conceptual es fundamental, seamos conscientes o no de que lo haremos ideológicamente.
Unos sustentarán: lo primero a conquistar es la igualdad económica social, sin ella ningún derecho será posible lograr.
Otros argumentarán que la libertad es lo primero, pues sin ésta seguiremos encadenados, como en la esclavitud.
Otros –—y no pocos— sustentan que lo prioritario es consolidar la fraternidad; de no ser así, la historia seguirá siendo de unos pocos.
Como en la vida de las personas, en la historia los objetivos se alcanzan en sucesivos procesos; también en el rompecabeza conceptual. Para usted amable lector, ¿cuál de estos conceptos universales debe ser el cimiento?
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