UN NUEVO OPÚSCULO. Son páginas plenas de
enjundia, sabor localista y mucha inquietud no solo literaria sino filosófica,
puesto que sus cuentos resumen de vibraciones del alma popular. No sabríamos
cuál escoger para que sirva de modelo, de norte para quienes han elegido estilo
literario, para quienes buscan en lo más insondable de nuestros ancestros las
vivencias que se mantienen incólumes y van formando, hábilmente tejidas, la
simbiosis social.
¿Es novelista o lirida? Creemos que participa
de las dos calificaciones porque, en último análisis, no se puede ser lo uno
sin lo otro. (…) No te apartes de Machado: “El camino se hace al andar”, abre
la trocha del Celendín del futuro, así los corazones celendinos y peruanos
habrán bendecido tu pluma, que abrió la senda, que iluminó la ruta y que sin
quererlo, quizás, señaló el porvenir.
CARLOS BURGA LARREA
Bolsillo de sorpresa
Entre los convidados al magnífico banquete,
estaban dos cuya cleptomanía los obligaba siempre a sustraer algo en cualquier reunión.
De la larga y opípara mesa, emergía rumoroso el comentario, la chispa y el
secreteo.
Uno de los sujetos vio que el otro,
disimuladamente, deslizaba una cucharita de plata al bolsillo interior de saco,
después de haberse servido el postre. Le disgustó que existiese alguien más
habilidoso que él y no estaba de guisa para permitir lo. Recuperaría terreno en
ese preciso instante… No cayó en cuenta sobre la diferencia entre un
empresario, un ladrón, el trigo y la política, que se había planteado; tampoco
le interesó que ignorarán la respuesta: el empresario, suma; el ladrón, resta;
el trigo, multiplica y la política divide.
Charla que te charla resolvieron otras
preguntillas y juegos de salón. El comensal intrigado, ofreció algunas
sorpresas interesando a los presentes, hasta que, por fin, jugando soga y
cabra, dijo:
–
¡Ahora,
una última! Coloco esta cucharita en mi bolsillo y va a aparecer en alguno de
ustedes.
E introdujo el utensilio en el mismo lado que
utilizara el otro, ejecutó movimientos de manos, balbuceos, invitando luego a
que todos buscasen la cucharita. El otro comensal se rindió: -¡Aquí está! –dijo–.
Celebrando el éxito la otra cucharita solo salió en casa.
Fotografías: Chungo y batán.
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