No hablemos más
Quizá no hablemos más
De este absurdo presente.
¿Para qué hablar y hablar
Si al final sólo tendremos
Más palabras?
A lo largo
De nuestro itinerario
Esperan hombres cansados
De promesas,
Que soportaron
Tempestades sucesivas,
Que hicieron
Parir la tierra
Para alimentar nuestros
Lánguidos estómagos.
Conquistemos la justicia.
Es el supremo instante
De hacer los funerales
De los usurpadores,
De los demagogos
Y explotadores.
Ellos no tienen ya lugar
En el suntuoso mundo
Arrebatado
Por las manos esforzadas
Del obrero,
Por el pulmón tísico
De los mineros,
Por la cintura adolorida
Del labriego.
Carta a Nola
Desde el rincón semioscuro
Del recuerdo
Llamo tu nombre;
Y siento en el susurro
De las flores
El murmullo de tu voz.
Eras una niña
Dueña de muñecas y cocinas,
Y todas las tardes,
Al adiós del sol,
Te sentabas en el verde tapete
Del huerto
Para jugar mejor.
Nola,
No sé qué vientos
Te alejaron
De la Patria amada
Con tu hermano Jorge.
Por esas cosas del destino
¿Dónde posarán tus pies?
Quisiera saber
Si aún tus grandes ojos
Miran como antaño
El atardecer.
Tal vez mejor hubiera sido
Soñar contigo
Toda una larga noche
Saber que todavía somos niños
En aquel huerto
De nuestra infancia.
Pero en esta tarde sola
Una lluvia torrentosa
Inunda mis ojos
Y un fuerte temblor
Estremece mi ser.
¿Ya no podremos
Encontrarnos más?
En esta noche muda
Viviré de ti. Quizá
Al nacer otra alborada
Nos encontraremos frente a frente
Sin hablar.
Más de veinte años ausentes
Nos habrán colmado
De manjares y hiel,
Habrán puesto
Ante nuestros ojos
La imagen de los desamparados,
De los que sufren,
De los que gozan demasiado.
No obstante
Yo te preguntaría
Por estos veinte años ausentes.
Aquel día, confinado
En el ayer,
Por el paso incoercible
Del tiempo,
Como siempre,
Y nos hemos sumergido
En el “olvido”.
Nola,
No volví a escuchar tu nombre;
Sin embargo me transporta
A los días frígidos
De aquellos años,
Cuando comíamos confites
De diez centavos
Y dábamos pan a los mendigos.
Sólo una mano temblorosa
Por cuyas venas
Corre un mar de recuerdos
Pudo escribirte esta carta,
No sé si a tu casa pasajera
O a tu tumba.
Un ayer
Por los verdes caminos
De la campiña del Cumbe
Oigo el rítmico sonido
De tus pasos,
Y al abandono
De mis noches solas
Miro la hierba marchitarse
Bajo el calor
De tu cuerpo marmolado.
Nadie amará
Más que yo
Tu profunda mirada,
Jamás me tendrás ya
Entre tus brazos
Cual un tesoro
Largo tiempo esperado.
Desde un rincón distante
De otro tiempo y otro sueldo
Vuelvo mi alma atormentada
A los días de cinco años.
Evoco
Tu frágil figura
Suavemente perfumada,
Tus labios curvados
Que callaron mis palabras
En los instantes grises
De mi vida
Ya no podrás amarme
Como en las
Primaverales noches
Cuando me ofrendaste
Tu alma inmensa;
Ya no se juntarán
Tu cuerpo y el mío
Como en las tibias noches
De verano.
Ya no estaré contigo,
Trémula
Aferrados al vivir,
Embriagados de amor.
Grande compañetra
De mis días,
Constancia incomparable,
Fuiste dulzura de mi alma,
Aflicción intensa
En tus días de ausencia.
Alborada de mi corazón
En su rumbo apresurado
A las playas amorosas
De la dicha,
Juntos acrisolamos
El fuego incomparable
Del amor.
CONTRACARÁTULA
Publicar este libro no es suficiente, ni lo será, mientras el mundo siga así: poblado mayormente de injusticia, carencia y miseria. Me agradaría sobremanera alabar a la vida, mostrar la cara positiva de la sociedad –que por cierto es reducida-, no obstante me resulta difícil, ya que la realidad y la verdad, quedarían fuera de mí.
Jamás he sido partícipe de aquella tendencia –por hoy alucinante- del “Arte por el Arte”, al menos mientras la humanidad no haya resuelto sus problemas fundamentales por decir: su hambre, la lucha por sobrevivir, las grandes barreras sociales existentes, no podrían darnos el gusto de escribir por escribir.
En nuestros tiempos, la Literatura, el arte en general y la ciencia, imperativamente, deben estar al servicio de la humanidad íntegra y no, al de unos cuantos.
Estos versos, escritos en otros tiempos, estaban destinados a ser ignorados, por muchos motivos, entre otros, porque la poesía en nuestra Patria –sin ser la única- no satisface ningún imperativo económico. Sin embargo, siendo mi empeño más grande, que llegue este mensaje, en especial al pueblo peruano, valga mi esfuerzo para darles publicidad, que es como darles nueva vida.
El autor
Marco Antonio Sánchez Rojas.- Nació en Celendín (1947). Estudió Educación en la Universidad de Cajamarca graduándose como profesor en Castellano y Literatura. El libro La palabra negada y Cuentos de Misterios se presentó el día miércoles 24 de julio de 2013, en la Asociación Guadalupana.
1 comentarios:
Marcos Sánchez Rojas, es un hombre muy sensible capaz de conmovernos a través de la sencillez de la palabra. Sus preocupaciones sociales siempre están presente en sus escritos.
Hace unos cinco años, Marcos me otorgó en calidad de préstamo el único ejemplar que posee de su poemario "Lejanías" libro sobre el que hice un breve cometario y se publicó en el blog cultural Espina de Maram (Espinademaram2) que dirige Jorge Chávez "Charro".
Mi abrazo de felicitación a Marcos Sánchez por la publicación de su reciente entrega "La palabra negada".
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