Elmer Castillo
Díaz, nació en Huánuco, lugar donde realizó sus estudios de primaria y luego se
trasladó a Sucre donde terminó su educación secundaria. Actualmente vive en
Sucre pueblo donde nacieron sus padres y al que adoptó como suyo. Asiduo lector
y en paralelo también escribe textos que se ubican en el plano de la crónica.
Mario Aliaga y Elmer Castillo, ganadores del concurso |
Comentario
a El basurerito
Por Palujo
Lo primero que uno piensa al
leer el título “El basurerito”, relato de Elmer Castillo, es que se trataría de
un niño que busca sustento en la basura. Luego, al descubrir que la historia
gira en torno o a partir de una broma en la que se usa un recipiente de
plástico, recién vamos tomando interés en la lectura; remontándonos a nuestra
época de estudiantes cuando casi todos solíamos hacer travesuras que, la
mayoría de las veces, y gracias al sabio proceder de nuestros profesores, no
llegaban a ser “castigadas”.
Para acercarnos al tema,
Elmer nos traslada imaginariamente a las aulas del colegio San José de Sucre,
allá por los años 74 o 75, donde un grupo de alumnos del tercer año de
secundaria espera con ansias la hora de salida, haciendo bromas con sus
compañeros utilizando, entre otras cosas, un basurero de plástico colocado
en la parte superior de la puerta de ingreso al salón de clase.
La chillona campana del
colegio, “mata” –como lo dice el
autor- el aburrimiento de los alumnos que, alegres, se dirigen al patio donde
los espera el Auxiliar de Educación llamando con firme voz a formación y dando
reiterados consejos para un buen comportamiento.
En el relato, el autor
explica y describe de manera ordenada, sencilla y precisa lo acontecido en el
colegio aquella tarde gris.
Por nuestra mente pasan
carpetas, pizarras, cuadernos, motas y uniformes; hasta nos parece escuchar las
órdenes: ¡atención!, ¡firmes!, ¡descanso! del auxiliar Álvaro Eslava; para
después asistir como mudos testigos a una de las primeras escenas donde aparece
don Quirino -personaje encargado de hacer la limpieza en el colegio- frente al batallón de
estudiantes:
“Se
aproxima a nuestra sección don Quirino…” “…escoba en mano”
–nos cuenta Elmer-.
.
.
“Con
esa parsimonia propia de los hombres de edad y de buen comer, empujó la puerta
entreabierta y comenzó a entrar. El basurerito dio la vuelta en cámara lenta y
empezó a caer directamente a su cabeza…”
Después, en otro interesante
momento del texto, luego del incidente, interviene el Director del colegio,
como lo dice Castillo Díaz, con “una cátedra de virtudes morales”:
“…Trasladándose
de un lugar a otro, con el basurero a cuestas seguía su alegato cual fiscal
defensor y acusador. Por ratos dejaba el objeto encima de la mesa del profesor
para seguir”
.
.
“Los
jóvenes de su edad, son radiantes en energía, sus tiroides están trabajando a
mil, vertiginosamente. Sus testosteronas están super multiplicándose para que
adquieran sus caracteres sexuales masculinos. A su edad se despierta el
monstruo dormido del conocimiento hacia las cosas nuevas. La rebeldía es innata
hacia los que tratamos de corregirlos, pareciéndoles todo consejo malo. Es
normal, nosotros los educadores los comprendemos, no nos cansaremos de
repetirlo, es para su bien”.
En su libro “La literatura
es mi venganza” (pág. 24), el escritor Mario Vargas Llosa, nos dice: “Las
historias nos entretienen, nos divierten, nos producen placer, pero también nos
educan…”
Yo creo que “El basurerito”
de Elmer Castillo nos entretiene describiéndonos muy bien el comportamiento
adolescente y, por otro lado, mostrándonos cuánto vale en un profesor la
paciencia y comprensión para llevar, por la senda del bien, a sus discípulos.
El basurerito es una
historia agradable, que gusta; con un final inesperado, sorprendente y
aleccionador.
Finalmente, como sugerencia
para la publicación impresa, anotaría destacar más los diálogos para que no se
confundan con la voz del narrador y se pueda diferenciar uno del otro.
0 comentarios:
Publicar un comentario