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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

lunes, 19 de septiembre de 2011

Historias reales y..., de la otras: LA ESCALERA DE DON ISHCO



Por: Gutemberg Aliaga Zegarra

1

DON Zenobio Rocha requería de buena escalera para agarrar las goteras del tejado de su antañona casa.

—Présteme su escalera, don Ishco —habló suplicante.

—Allí está vecino. Llévelo nomá; pero tenga en cuenta, que si no lo trae, está privando de su gallinero a misa gallinas.

Pasaron veinte días, el faite y canta triste de Zenobio Rocha, de tanto canturrear por las tardes con su cumpa Delfín Camacho, se había olvidado de devolver la escalera y gallinero a la vez.

2

UN día, de los que menos se espera, pero a la hora llega, sucedió lo que tenía que suceder.

—Zenobito, por favor, présteme su escalera —le dijo socarronamente don Ishco.

—Disculpe vecinito, la escalera no es mía, es de usted.

—No, no, no, de ninguna manera. No puede ser, es suya; porque si fuera mía, estaría en mi casa —sentenció don Ishco rebosante de altruismo.

De toda suerte, se llevó la escalera y al término de su uso la regresó, quedándose perplejo y avergonzado Zenobio.

—Aquí le devuelvo su escalera vecino —dijo filantrópicamente don Ishco.

Canturreando entre dientes, inició la retirada, feliz de obedecer a sus desfasadas neuronas y a su innata manera de ser.

(*) DE su libro de relatos “Avatares… y relatos al paso”, páginas 81 y 82.

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