Por Isidro Llanos (*)
La
palabra es el vehículo de las sensaciones del alma humana, y es tan importante
en la vida del hombre que sin ella, no podría imaginarse a la sociedad, ni al
hombre en su estado evolutivo actual.
Y
si hablamos de las relaciones entre gobernantes y gobernados, la palabra de un
periodista es la que salvaguarda la prevalencia de un sistema democrático en
construcción como el que tenemos en el Perú. No hay país posible, ni democracia
posible, ni sociedad posible, sin un periodismo independiente y crítico, veraz
y responsable. No hay Perú, ni Celendín, ni Sucre posibles sin libertad de
expresión.
Quien
redacta estas líneas, ha sido también aspirante a columnista en algunos medios
escritos, aunque -como es obvio- esos fueron terrenos en los que sólo pude
moverme con las pretensiones de un aficionado. Mas estas aspiraciones, estas
pretensiones me hacen tener plena conciencia de la importancia que la
vigilancia al poder tiene en una sociedad como la nuestra, en la que los cargos
políticos son muchas veces tomados como feudos privados, en los que se hace lo
que se quiere, sin explicación de por medio, y mucho menos con participación de
la población. Esta vocación frustrada de comunicador social, me hace tener la
plena seguridad de que la palabra es acción, y que –como decía Sartre–
desvelar es cambiar y que no se puede desvelar, sino proyectando cambiar.
El
tema de las palmeras de Sucre, es en realidad penoso. Aunque creo que esta
circunstancia no es suficiente para calificar a una gestión edil. Entiendo que,
el alcalde de Sucre, es uno de los pocos en la provincia que se ha preocupado
por hacer Cabildos Abiertos, y por informar a la población sobre su gestión.
Así como también ha comenzado a hacer realidad una aspiración cien veces
postergada de los sucrenses: la remodelación de la Plaza de Armas. Consultando
con un amigo que entiende más que yo del tema, me dijo que posiblemente las
raíces de las palmeras eran tan grandes que harían imposible la construcción de
la nueva plaza de armas. Ahora, lo mencionado por don Secundino es cierto. En
Chota, se salvaron las palmeras, pero lo que hubo ahí para salvarlas, ya no fue
remodelación, sino mejoramiento, pues aquella era imposible conservando las
palmeras, precisamente por sus raíces. Y claro, esta cuestión también fue luego
motivo de crítica para la población. Y es que, lamentablemente, nuestra
cultura es complicada: siempre hay motivo para tildar de corrupta, ineficiente
y no sé cuantos epítetos más a las autoridades. Y sin embargo, nunca
estamos en un Cabildo, o en un Taller del Presupuesto Participativo, etc.
Digo esto porque entiendo que la maqueta de la Plaza de Armas que se
construirá en Sucre, tiene tiempo publicada, y no obstante, nadie dijo nada a
tiempo. Y aquí ya no hablamos de un adulón, sino de alguien peor, del
indiferente, del "alpinchista" (para usar algún término). El que no
se inmuta por nada, ni quiere participar de nada, y sólo disfruta de la crítica
posterior a lo que pudo evitar pero no lo hizo. Bien se ha dicho que por
omisión también se peca.
Debemos
recuperar nuestro rol ciudadano. Porque puede ser cierto que nuestras
autoridades no sean las mejores, pero más cierto es que nosotros no sabemos ser
ciudadanos. Y si no, preguntémonos cuántos de los que escribimos acerca de la
gestión edilicia en Sucre hemos estado en los dos Cabildos que se han realizado
hasta ahora. Yo no sé, pero sospecho que no muchos. O también, cuantos
hemos pre – juzgado al actual alcalde, manifestando que es inepto, incluso
antes de que comience a gobernar. Y lo hemos hecho pasada la fiebre de la
campaña, como sufriendo la resaca de la derrota. Menos mal, y por el bien de
Sucre, don Fernando ha dado muestras de querer hacer bien las cosas, por lo
menos hasta ahora. Y si lo de las palmeras es un error, debíamos haberlo
evitado, como en Chota. Claro que, pese a mi discrepancia con Moisés en torno a
su percepción de la prensa, creo que algo de razón tiene en torno al incipiente
peligro que representaban las palmeras.
Yo
soy un ciudadano, y voté por el sombrero, por los cuatro sombreros. Ninguno
ganó. Se prefirieron otros proyectos políticos; pero este sentimiento de
derrota no impide que reconozca lo que es bueno en la actual gestión edil. Y si
no, comparen con la gestión anterior. ¿Había información? Ni siquiera para los
regidores, menos para los ojos vigilantes de los periodistas. Y ahora que se
avanza, vamos a ponerle trabas también a las mejoras. Por lo menos yo no. Yo
espero que este gobierno sea bueno, y –repito– ha dado muestras importantes.
No podemos ser tan mezquinos. No digo que hay que dejar que hagan lo que
quieren, pero sí que no podemos tener mala actitud al calificar.
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