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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

miércoles, 15 de junio de 2011

Nazario Chávez Aliaga y la literatura celendina: Vicenta Bazán de Araujo


Poetiza. Nació en Celendín, en el último cuarto del siglo XIX. Colaboradora del diario “El Perú" de Cajamarca y de periódicos y revistas extranjeros. Hay un dolor inmenso en sus poemas. Supo ser madre y esposa. Murió en el año 1953.

Doña Vicenta Bazán de Araujo
 DOLORA

       El placer y el dolor son primicias de
la vida, pero la senda del dolor nos
conduce a la superación del espíritu.

      ¡Cómo se me rasgan las carnes
Dios mío!

las carnes de mi alma!
El áspid planta su veneno,
la sierpe avieza ensortijóse en espiral,
indolente, rastrera, indómita,
se enclavó en el pecho mío,
de oro y perderías engalanado
diluíase,
en el horizonte azul de la vida.

      Fue todo esto una tarde violeta
con esplendores de misterio
con doblar de campanas,
con agonías de cisnes.
Desde entonces presiento sus extorciones;
vigilo su rugir;
y cuando menos lo espero
el dardo horada en el pecho mío.

     Palpo la herida con mano trémula,
la miro aflora;
una rosa púrpura
de pétalos de seda
sobre su cáliz inhiesto.
Cómo me duelen las carnes
¡Dios mío!
¡Las carnes de mi alma!
¡Miserere! Exclama
de Israel el Monarca
siervo de Jehova
en uno de sus inmortales Salmos.
¡Misericordia! Repito yo
¡Pobre artista cósmica dolorida!

Vicenta H. Bazán de Araujo.

Del libro “Cajamarca” tomo V de Nazario Chávez Aliaga (octubre 1958), página 207.

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