Escribe Julio Espinoza Jiménez (*)
En días pasados nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa señaló, refiriéndose a la posibilidad de una segunda vuelta electoral entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori, que estábamos en la disyuntuiva de escoger entre el cáncer y el sida.
Mario Vargas Llosa, gran novelista, mala persona.
¿Será posible que no repare en el contenido de sus palabras, que afectan a miles de personas que viven con esas enfermedades en el Perú? ¿Pesa más su simpatía política que el sentido de humanidad, compasión y solidaridad?
Lo que ha querido transmitir nuestro premio Nobel es miedo. Miedo para que el elector elija al candidato afin a su postura ideológica.
¿Qué sabe usted, señor Mario Vargas Llosa, del sufrimiento de las personas enfermas con sida o cáncer, de la agonía de sus familiares y amigos, del despertar cada día y agradecer a Dios por ese día?
Pero no, usted no sabe nada de esto porque su soberbia lo coloca más allá del mortal común. Usted no sabe del impacto negativo que sus palabras pueden haber tenido en estas personas enfermas, que necesitan de la aceptación, del cariño, la comprensión y el respeto.
Usted ha presentado a los enfermos de sida y cáncer como lo peor, los ha situado en la categoría más baja de la escala humana. Dios quiera que usted no se encuentre nunca en este trance. Yo no se lo deseo a usted ni a nadie.
Sé que es demasiado pedirle que enmiende sus palabras. Por eso no lo hago.
Su soberbia, repito, le impide ser tolerante y compasivo. Siga usted señor Mario Vargas Llosa con su Nobel bajo el brazo. Se lo merece porque es un gran escritor.
Pero también merece que le diga que usted es una mala persona.
(*) El autor de esta nota libra desde hace tiempo una tenaz lucha contra el cáncer.
Fuente: Semanario Hildebrant en sus trece Nº 50 del viernes 8 de abril del 2011.
0 comentarios:
Publicar un comentario