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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

lunes, 25 de abril de 2011

Historias reales y..., de la otras: Locos por la Música



Por Douglas Rojas Zegarra

El tipo era bajo, regordete; diríase más bien, un tipo característico de país centroamericano o de Colombia; su vestimenta típica así lo delataba: la camisa floreada de mangas cortas, sombrero vaquero de cuero o junco y aquel aire inconfundible a músico de ballenato, de tal forma que cualquier parroquiano por más sencillo que hubiese sido, hubiese dicho sin equivocarse gran cosa, que el fulano como mínimo era un integrante de la orquesta de “Lisandro Meza”, ya por el aire divertido que tenía, ya por ese bigote que es tan característico de los habitantes del cauca o por la gran pulsera de oro macizo que llevaba en la muñeca izquierda y que sólo lo usan aquellos tipos cuyos negocios traspasan sus acciones de frontera a frontera dentro y fuera de  los nada seguros  países sudamericanos. Pero más allá de estas honrosas características,  lo que más llamaba la atención a la gente del pequeño pueblo de Bolívar no era tanto aquel “colombiano”  aspecto sino que ¡Válgame Dios! la facilidad con que iba y venía de viajes ¡y que viajes virgen santa!, si no más,  en lo que va de este año, era la vigésima quinta vez que se lo veía llegar y partir con su maletín negro y sospechosamente alargado, sus gafas negras al estilo Ray Ban y su sombrero inconfundible, junto con aquella sonrisa que siempre dejaba entrever el destello, sino de un diamante, al menos de uno o quizá dos dientes de oro o de platino… Llegaba casi  siempre acompañado de un tipo mucho más joven que él pero de aspecto árabe, corpulento, de cejas beduinas, tez morena como los cedros del Líbano, un tipo inconfundible como aquellos que siempre aparecen en los diarios que comentan de los atentados en el oriente medio y estoy casi seguro que, de vérsele merodeando en persona por  algún aeropuerto europeo o norteamericano,de ipso facto hubiese sido detenido por sospechoso de  pertenecer a los comandos de Al Kaeda. El tipo joven,  también, casi siempre llevaba una mochila y un maletincito largo tipo cajón o funda que harto era para todos conocido y que sólo sugería comentarios  e imaginerías en el pueblo, como la que se trataba de algún arma de casería último modelo o tal vez alguna bazuca lanza cohetes.

Además a estos dos personajes, siempre estaba a su espera  otro sujeto, de buena edad, moreno,  con barba poblada, también de aspecto Islámico, vestido con ropas flojas a la usanza de los campesinos Betlemitas. Tenía este sujeto una apariencia hebrea cuasi patriarcal, tanto por lo de su edad, por su poblada barba y por  la forma holgada de su vestimenta…hasta donde se sabía en el pueblo, este último sujeto ya residía Bolívar en forma permanente, y se ganaba la vida como empleado de un banco, además tenía una vida bastante extraña, dado que sólo se lo podía ver en contadas horas del día, el resto del tiempo lo pasaba encerrado en su cuarto al cual hacía  poner candado,  para que pensasen que no se encontraba dentro; ayunaba religiosamente todos los sábados (¿Guardaba el Sabbat hebrero?) y salía a hacer extensas caminatas por lugares raros y desconocidos. No tenía en absoluto ningún amigo en la región, no cortejaba mujer alguna,  tampoco participaba en la vida cívica, religiosa, deportiva o de otra índole que se llevaba a cabo en este lugar, por  lo que surgió el comentario-  dicho según algunos - que tal vez se trataba de un misántropo o un desquiciado “turco” que había llegado a parar por aquella lejana fría e inhóspita tierra.

Pero los comentarios no solamente habían infestado la mente de los parroquianos del pueblo sino que, dentro de los ámbitos castrenses de la Policía Nacional se volvió motivo de seria preocupación por parte del sargento Ramírez, quien por culpa de los caprichos del destino tenía en ese entonces la suerte de regentar la Jefatura de la Institución. Mucha, muchísima más preocupación, desde que en el ámbito bolivariano ocurrió una desgracia terrible: un ómnibus repleto de pasajeros que viajaban del oriente por la misma ruta de acceso a Bolívar, hasta la Provincia de Celendín  fue interceptado por delincuentes y volcado a un abismo…el trágico saldo: Ocho personas muertas y dieciocho gravemente heridas, entre ellas el equipo completo del Club deportivo Celendín. Se tejieron un sinnúmero de suposiciones: desde que se trataba de una banda de delincuentes comunes que buscaban un cupo y…se les fue la mano en el intento, hasta que se trataba de un ajuste de cuentas ejecutado por la mafia de “Los Calemares”  traficantes que venían perpetrando serias fechorías y haciendo de las suyas por esta zona.

El Ómnibus de la “Condor travel” llegó al pueblo haciendo un tremendo rugido y levantando una espantosa polvareda; dio un par de vueltas en la placita y ¡bram!...Frenó en seco frente a la oficina de la empresa de transportes. En la parrilla del techo del ómnibus se podían apreciar los bultos de los enseres casi descolgados y entreverados con algún pobre pavo o carnero que amarrados inclementemente habían hecho una travesía, mejor dicho una larga peripecia a lo largo de aquel viaje de ciento cincuenta kilómetros y al fin llegaban a destino;  luego bajaron unas cuantas personas con sus respectivas bolsas y enseres a la mano, eran personas inconfundiblemente lugareñas;  luego,  como ya estaba casi previsto,  bajaron de él los amigos de siempre: el “colombiano” y el “árabe”. A pocos pasos de la oficina, como siempre, sentado en la banquita, estaba esperando el “turco” quien, con aire despreocupado fumaba con la mano izquierda con actitud arrogante un extra largo y fino cigarrillo Camel, sin apartar de su vista a los enigmáticos visitantes - mientras la mano izquierda lo mantenía escondida bajo el “sacón”, dando la impresión de que ocultaba algo… sin precisarse qué…- hay que reconocer que, en este bendito lugar los únicos cigarrillos conocidos eran los cigarros “Inka”- por lo que a los amigos lugareños, y sobre todo al policía que se lo habían enviado como espía  llamaba mucho la atención y provocaba el suave, nicotinado y envolvente aroma de aquel cigarrillo importado,  por el cual hubiese cambiado hasta los treinta días de su relevo con tal de fumarse tan sólo uno de aquellos aromáticos “cigarretes”  traídos de las cálidas llanuras de Kentuky.

“Mi querido Comandante  - empezó a decir el sargento Ramírez en la salita del Sector Departamental Policial -  la tesis que yo sostengo es que estos “fulanos” deben estar involucrados hasta el cogote en el nefasto mundo del narco –terrorismo o… al menos en el tráfico ilegal de armas, no creo que sean tratantes de blancas ya que nunca se ha escuchado que hayan inquietado a ninguna muchacha del pueblo para llevársela con el cuento del trabajo en el extranjero y ese tipo de vainas… pero de ser… ¡estoy seguro de que son!.. Mi estimado Comandante,  mi olfato policial no me engaña… estos tipos son…ni más ni menos que… ¡peligrosísimos!... así que por favor le suplico que de una vez por todas se planifiquen acciones para investigarlos e intervenirlos…y escúcheme bien mi querido comandante:  no será que también los “Calemares” tengan que ver con estos gracejos y las cosas se nos compliquen peor todavía para nosotros…mire que ya pesa una grave acusación sobre ellos: la del fatídico Ómnibus de pasajeros  caído al abismo…

Tienes razón mi querido Ramírez… tienes mucha razón –dijo el comandante mientras apagaba una colilla de cigarro en un cenicero de vidrio-, de inmediato tengo que tomar acciones y en ellas naturalmente serás el principal protagonista… ¡piensa en tu ascenso jovencito… piensa en tu ascenso…! -y al decir esto se levantó de mullido sillón donde estaba cómodamente sentado y se dirigió  al teléfono de la Jefatura. 

Aló capitán Zegarra… de inmediato prepare cuatro efectivos para refuerzo a la comisaría PNP de Bolívar…bajo responsabilidad… partirán en cualquier momento, coordine Ud,… todo, con el sargento Ramírez y por favor cualquier problema me avisa de inmediato OK  ¿entendido? …. ¡Bien, así me gusta! … quedamos en QAP -fue la Orden terminantemente precisa del comandante, jefe de la Policía Nacional del Sector Departamental.

Estaba completamente lista y planificada la “Operación Alfaguara”;  según su propio gestor y planificador el sargento Ramírez, el nombre de esta aventura policiaca se denominaba así debido a que se trataba de un seguimiento y sigilosa persecución a estos casi explícitos delincuentes y el objetivo era precisamente ALCANZAR A LOS FANATICOS GUERRILLEROS ARABES, por lo que este operativo de alto calibre policial estaba ya diseñado, planificado, estructurado, implementado y completamente organizado hasta el último detalle, hasta se dice que en el documento del plan presentado por el Sargento Ramírez, inclusive los individuos buscados ya estaban completamente identificados con sus respectivos “alias” y descritos cada uno de ellos con lujo de detalles, solamente faltaba que llegase el “día D” en la  ciudad de Bolívar y todo tendría que desplegarse y empezar a funcionar según lo que ya estaba milimétricamente concebido.

Bolívar,  Viernes santo 07 de abril 3.00 P.M.

Hizo su arribo el estrepitoso ómnibus blanquiazul de la empresa “Cóndor Travel” a la localidad. Como siempre, después de que hicieron su arribo unos cuantos despreocupados  lugareños, apareció en el marco de la puerta corrediza del bus, aquella casi mítica figura del “colombiano” quién, como era de costumbre, ocultaba sutilmente su verdadera personalidad  bajo  aquellos lentes oscuros, en cuyos reflejos opalinos aún se podían mirar las espumosas olas blancas y las azulinas aguas de las playas caribeñas, de donde seguramente llegaba, después de darse unas muy envidiables vacaciones;  por lo cual, nuestro “héroe”, aún parecía mantener aquella - nada extraña en él - sonrisa de eterna satisfacción; diríase que en aquellos labios siempre prestos a tararear alguna melodía suprema, todavía parecía fresco el aroma de algún apasionado beso de dama de la noche o de algún puro y nicotinado cigarrito, cuando no, de alguna canabilácea yerba de efectos aún más interesantes.

Tras de él -como siempre- y cargando una mochila de gringo a las espaldas y con dos maletines en la mano,  de alargada catadura y forro inconfundiblemente reforzado, llegaba también nuestro caro e inconfundible joven “árabe”. Esta vez  traía un gorro de lona al mismo estilo guerrillero de las FARC, hecho que confirmó y a la vez preocupó un poco más a nuestro querido sargento Ramírez, ya que este simple detalle significaba para él, que aquellos susodichos elementos no eran para nada fáciles de tocar.

En la placita del pueblo -impasible como siempre- esperaba el “turco”, con su enigmático aspecto patriarcal islámico y como de costumbre disfrutando de un importado cigarrillo el cual le daba un aire de profundo filósofo idealista, volviendo su imagen aun más enigmática cuando ocultaba su patriarcal figura tras las densas volutas del humo que manaban a raudales de su boca.

Después de un encuentro muy parco entre estos tres peregrinos personajes, cogieron sus enseres y partieron rumbo a la posada del “turco” en donde fueron a encerrarse y se quedaron ocultos tras la pesada puerta de madera amazónica que aseguraba aquel escondido recinto.

Cinco cuadras más allá, y un poco más tarde de la hora de cena, en los internos ambientes  de la comisaría PNP Bolívar, el sargento Ramírez, junto a los ahora ocho efectivos, estaban reunidos en sesión ultra secreta, ultimando los últimos detalles de este tan importante operativo que seguramente, de ser un éxito, llevaría a todo este destacamento a obtener sonados honores dentro y fuera de la institución castrense  y sobre todo en forma muy especial a quien lo había concebido y planificado. Significaba alcanzar un  ascenso en su carrera policial, ascenso que le convenía en forma desesperante al sargento Ramírez, no sólo por que necesitaba mejores logros económicos y personales, tanto como estar más cerca de su querida familia,  sino más, porque sentía que su presencia en aquel peligroso sitio era necesariamente un blanco muy apuntado y un cebo muy querido  por parte del tenebroso grupo de los Calamares, quienes  desde hacia años que tenían en la zona extorsionados y sumidos en el pánico a muchas autoridades y personas que por A o por B habían tenido la mala suerte de cruzarse en su camino. 

Queridos agentes -dijo el sargento Ramírez- son ustedes ocho corajudos policías que el día de mañana tienen que poner fin de una vez por todas, a esta insidiosa amenaza que para nosotros y para el pueblo significan estos tres bellacos que han venido a llenar de sombra y terror con sus presencia a estas buenas gentes que aquí habitan. Queridos amigos…¡nada de mariconadas el día de mañana!...mañana es un día glorioso para la PNP del Perú y la página que nos ha reservado la historia se escribirá bajo el manto de este sagrado cielo de Bolívar, nombre heroico además, que caracteriza a este excelentísimo libertador de América y nuestra patria, seamos una vez más,  émulos de este héroe nacional y terminemos de una vez por todas con estos mequetrefes que quieren intimidar a nuestra gente con esa presencia poco más que solapada y sospechosa que… ¡pongo mi mano al fuego que mínimo son…tremendos terrucos traficantes, es decir que llevan las tres “tes” del terror! ¡Acabaremos de una vez con ellos!

Bolívar, sábado gloria 5:30 a.m: 

Aquella mañana surgía en el firmamento con un manto de albores pálidos e infinitos en el cielo de Bolívar. El Sargento dio un salto de la cama y se puso de pié tal como se lo habían entrenado en su escuela militar;  de inmediato tocó el silbato y todo el mundo estaba de pié siguiéndole en sus acciones. Cogió los controles del Radio Comunicador y encendió el aparato, el mismo que empezó su trabajo dando un chirrido que parecía música de otras galaxias, luego que la aguja del transmisor indicó que se había alcanzado la frecuencia indicada el Sargento llamó como quien atisbaba por su ventanilla hacia un amplio y no muy lejano camino que salía del pueblo: ¡atención escorpio uno… llama águila negra!… ¿me copias? … ¡copiado águila negra! -contestó una voz que salía lejana desde un trasfondo ruidoso— bien…salimos tras de ellos, en este momento los “tréboles” se dirigen cuesta arriba rumbo al noreste…con sus atuendos de siempre…parecen apurados… ¡vaya malditos! –¡síganlos de inmediato águila negra…! ¿Me entiende?... -contestó la voz del otro lado del radio - Comprendido escorpio uno…allá vamos –dijo el sargento levantando la mano cual un líder de comando que señala la movilización de sus tropas.

En marcha señores, dijo el sargento como alzar su morral y asegurar su armamento - ¡conserven sus posiciones, nada de interceptarse, cada quién en su flanco… ¡no los pierdan ni un milímetro!

Bosque de Cerro punta,  hora y media después: 

¡Alerta… águila negra…informe avance… aquí escorpio escucha…! -volvió a llamar el comandante desde la base policial a través del radio comunicador portátil que llevaba el sargento - Los “tres tristes tigres” no se detienen, escorpio… parecía que llegando al cruce del los caminos entre Uchumarca y Guayobamba era la cosa,  pero están continuando….cualquier novedad le comunico quedamos en QAP- fue la contestación del sargento quien para este entonces, al igual que sus pupilos estaban empezando a sentir los desgarradores estragos de lo que significa caminar una hora y media de continuo,  por las cumbres del cerro punta a cuatro mil m.s.n.m, mientras los “sediciosos” parecían no tener fin en sus andares.

Ruinas de Kilca pirka, tres horas después:

¡Vamos águila negra…¡¿como estamos con los chicos malos?! –volvió a sonar el radio comunicador- escorpio espera noticias…¿me copias águila?....- por supuesto… por supuesto, escorpio…-contestó una voz trémula y jadeante que parecía salir de un baúl de antigüedades- creíamos que aquí en estas ruinas iba a ser la cosa pero nada…los malditos siguen cuesta arriba…nada los cansa, en cambio nosotros jefe….

Selva del Guayo, cinco horas después:

¡Alto camaradas! -dijo el sargento sacando fuerzas de las últimas enjundias que le quedaban en los recónditos rincones de su cuerpo– paremos aquí….y al decir esto un ahogo de cansancio lo detuvo de su locución– paremos aquí…que estos malditos tienen para todo,  al parecer saben que los seguimos y se han propuesto cansarnos, al parecer están bien entrenados  o a lo mejor están dopados para no sentir el cansancio ¡con el prontuario que se manejan todo es posible… vaya desgraciados! – es necesario señores reponer fuerzas, sentémonos, descansemos y tomemos algo de las provisiones… ¡Piensen que tenemos que alcanzar la Gloria…no nuestro funeral carajo!

¡Atención… atención… escorpio uno… los “trinitarios” han llegado hasta selva del Guayo…al parecer se han internado en ella, los perdimos momentáneamente de vista! -exclamó el sargento, con los últimos alientos que le quedaban en su molido cuerpo– ¡ajá…vaya truhanes… los han hecho caminar un mapa entero estos desgraciados, cójalos y denles su merecido carajo! - dijo el comandante quien cómodamente hablaba desde su desván inclinado en su oficina, a cientos de kilómetros, mientras nuestros heroicos policías se sacaban la mugre en esta terrible caminata en donde quemaban no solamente su colesterol malo sino también lo poco que les quedaba del bueno - 

El sargento Ramírez se tendió rendido en la yerba húmeda de la pluviselva del Guayo,  mientras sus comandos se sentaron en donde pudieron y no sin asombro pudieron contemplar la maravillosa visión de aquella copiosa selva virgen que rodeaba a una inmensa laguna azul perfectamente circular, como un anillo titánico de bosque vivo, pujante, asombroso, bellísimo; sin embargo, ésta maravillosa visión de la pluviselva y el lago engarzado en ella,  era lo único que realmente los reanimaba en aquella casi fallida misión, puesto que los “trinitarios” a quienes tanto seguían, ya se habían escondido en la espesura del bosque y según los imaginaban estarían seguramente ya en contacto con sus otros secuaces negociando sabe Dios que tipo de intercambios propios del mundo de la “Cosa Nostra”…puesto que dada su calaña era muy, pero muy difícil que los imaginaran contemplando el lago o cazando mariposas por ejemplo.

Ramírez, en un relámpago de su mente y con una nube de pesimismo en su ánimo, comprensible en él hombre de cincuenta y cinco años con muchos trajines en su vida y sin haber alcanzado los logros que hace muchos soñaba y ante la posibilidad de convertirse en una “baja” ante un fortuito enfrentamiento con estos “criminales”, en un instante pudo contemplar en dentro de su mente toda la dramática parodia de su funeral. Vio a su esposa reclinarse deshecha en lágrimas ante su condecorado féretro,  vio a sus hijos aún pequeños deshacerse en llantos en aquél salón de dolor donde estarían velados sus restos, vio… y escuchó el discurso del jefe de su delegación honrándolo como un Héroe de la PNP, vio su ascenso y condecoración póstumas, etc. etc.….y en eso ¡plap! Una pequeña palmada lo hizo volver a la realidad: era uno de los comandos quien con voz apremiante le dijo: ¡vamos jefe!... ya los vimos…están en el claro del bosque frente a la laguna, los divisamos con los catalejos ¡mírelos! ¡Mírelos!..Los muy miserables parece que estuvieran instalando armas de largo alcance…

¡Armas a discreción…! Dijo con voz recuperada el sargento, que Dios nos libre de estos truhanes….escuchen: sean sumamente sigilosos, hay que cercarlos, son ustedes ocho, la laguna es circular, nuestras armas son modernas y de largo y preciso alcance, la laguna no tiene más de quinientos metros de diámetro,  dos me deben acompañar de cerca, los otros seis formarán un hexágono que tiene que irse cerrando hacia ellos más y más sin perderlos de vista, me entendieron?… ¡vamos carajo… paso de vencedores!

Ramírez avanzó con la decisión propia de alguien que ve a pocos pasos la oportunidad de alcanzar la gloria. En su mente despierta, a diferencia de aquella mente subconsciente, cansada y pesimista,  la imagen que empezó a formarse en su imaginación esta vez, fue mucho más positiva. Para no sentir las molestias de las yerbas, troncos y los arbustos espinosos y tupidos que le impedían el paso y como para ignorar la picadura de algún bicho, empezó a imaginar la pomposa ceremonia de su ascenso, su condecoración como héroe de la policía nacional, sus entrevistas en los medios de comunicación en donde en conferencia de prensa se le pedía que narrase los acontecimientos espléndidos de haber desbaratado a uno de los núcleos narcoterroristas mas terribles del nor oriente peruano, con nexos en Colombia, Europa y Asia…vio por un momento cómo su rostro retocado por el “fotoshow” salía en la primera plana de los diarios nacionales e incluso en los internacionales, vio cómo se le colocaban los galones nombrándolo a partir de esta trascendente ceremonia ícono de la Policía Nacional del Perú….cuando en eso y sin darse cuenta,  mientras discurrían estas fabulosas imágenes en su mente de pronto se vio de nuevo ante la realidad y nada menos que a cien pasos de los tan temidos “trinitis” quienes allá al frente, emplazados en un hermoso claro del bosque, se disponían a sacar cada uno de ellos de sus maletas sendos aparatitos que parecían trípodes, los mismos que después de fijarlos en la tierra sirvieron para que en ellos colocasen hojas de papel grandes con raras inscripciones. Luego,  de las maletas “reforzadas” los fulanos extrajeron sus instrumentos musicales: el “colombiano” sacó un clarinete, el “árabe” sacó un saxofón y el “turco” sacó una flauta traversa y… después de sentarse en calmados y gruesos troncos de árboles que yacían tumbados en las yerbas, frente a frente de sus instrumentos a la voz de tres que dio el “colombiano” empezaron a tocar en forma alevosa, desesperada y con gran vehemencia nada menos que la novena sinfonía de Beethoven  a todo pulmón, como para impresionar a las miles de aves canoras que por ahí volaban.

El Sargento Ramírez no podía creer tamaña escena dantesca que surgió ante sus ojos, por un momento pensó que el cansancio, la altura y el hambre lo estaban volviendo loco y estaba nada menos que alucinando; pero, al convencerse que se trataba de la cruda realidad, dijo para sí muy alterado: ¡como es posible que estos miserables ahora se las den de Músicos…seguramente para despistar al comando que ellos saben muy bien que los persigue!

¡Oigan miserables… carajo!... - grito el sargento a voz en cuello, no pudiendo contener más su indignación- ¿Acaso no existen plazas, auditorios, oficinas, casas, parques etc.,  para que practiquen su estúpida música?, antes de venir a la cima de la cordillera de los andes, a estas tremendas alturas…. ¡seguramente piensan que ya nos comimos el sapo de que ustedes son santitos que vienen a tocar para los  querubines porque  estamos cerca del cielo! – les gritó, con no sé que coraje que tuvo que sacar desde el fondo de sus gónadas…

Los fulanos sin hacer caso seguían y seguían tocando con más vehemencia aun…

¡Idiotas de miércoles, que diablos les pasa a ustedes… ¡contesten carajo!... ¡el mando de la policía les está hablando, no cualquier perro…están locos acaso…o se fumaron de la mala…estúpidos de miércoles, ¡hablen…!
Pero los fulanos seguían tocando y tocando cual si llegaran a un éxtasis celestial sin escuchar ni hacer caso a nadie.

¡Oigan mierdas…acaso están locos carajo!... ¡que diablos les pasa, delincuentes de mierda… ¡alto!...¡manos arriba…! –dijo de una buena vez y  sin miedo el sargento al verles desarmados y teniendo en cuenta que ocho fusiles les apuntaban a la frente…así como él mismo también lo hacía.

En eso terminó el tema musical con un corte seco del vibrar de los instrumentos y solo el silencio de la soledad y el viento contrastó ante tal efusivo ruido: Se puso en pié el “colombiano” y contestó en voz alta en estos términos…

¡Idiotas son ustedes… estúpidos polizontes! –dijo con una serenidad incomprensible - que tienen la mente ensuciada con la idea de la delincuencia, la cual ven por todos lados. Basta que vean a alguien diferente, alguien que no se ajusta a su estrecho esquema mental y piensan de plano que es un delincuente o un terrorista… Nosotros - sépalo bien mi querido sargento - somos almas sensibles, almas de músicos y de genios, que venimos hasta acá a este hermoso santuario a alabar y agradecer a Dios el creador por haber hecho estas maravillas que ustedes ignoran y pasan siempre por alto. Ustedes jamás comprenderán por ejemplo que este misterioso lago que ven aquí abajo, ha sido formado por fuerzas extraterrestres al caer desde el espacio un gran meteoro, cosa que de por sí lo convierte en un santuario ya que éste origen,  al provenir del cielo,  nos sugiere voluntad divina…

Hemos venido aquí a interpretar las más hermosas melodías del mundo… ya que eso y mucho más Dios se merece, a cantar y disfrutar de la naturaleza…caminando mucho porque es bueno para nuestro cuerpo y porque comprendemos que es un deber del ser humano y a la vez una infinita satisfacción del alma tocar y cantar alabanzas al todopoderoso gracias al cual existe todo cuanto nos rodea, como son estos bosques, estas flores, estas aves y esta laguna enteramente hermosa…no como Ustedes que solo los embarga la idea del crimen y la delincuencia y todo lo ven de color de sangre, de opio, de coca y de marihuana, por eso es que nos creen raros, por eso es que nos creen malos, por eso es que nos creen locos…¡en verdad nosotros si estamos locos!, escúchelo bien, ¡sí estamos locos pero…¡Locos por la Música!....¡Locos por la Música!...¿lo han entendido?...¡Locos por la Música!.... ¡Locos por la Música!...!...¡Locos por la Música!...iba contestando y repitiendo el eco surgido del fondo del espeso bosque.

………………………………………………………………………………………………

¡Conteste águila negra…! -sonaba el transmisor de radio– ¡Conteste águila negra… cómo marcha la Operación…!

-- Lo siento estimado jefe… ¡aborte la operación!…el lunes le explico…me  jodieron estos locos…pondré  mi cargo a disposición…
                                                                                                           
FIN    

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