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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

miércoles, 9 de marzo de 2011

Dos Poemas en Homenaje a la Mujer


"La poesía, dijo el crítico literario Jorge Luis Roncal Rodríguez en la presentación del libro Árbol de atisbos del poeta Jorge Horna (Asociación Celendina - Lima Perú), es, seguramente, la forma más alta de expresión que ha dado la humanidad. No por gusto muchos filósofos de registro universal se han apoyado y se apoyan siempre en versos, en poemas, en frases poéticas, para transmitir de mejor manera sus mensajes, sus conceptos, sus enseñanzas; por ello es que, en primera instancia, expresamos nuestro saludo y gratitud a este espacio, a este rincón que nos cobija en esta oportunidad; y nuestra gratitud también a Jorge Horna con quien nos une una amistad, una hermosa complicidad en torno a ideales muy profundos, de algo ya más de tres décadas”

Desde Chungo y batán suscribimos cada palabra del escritor Jorge Roncal y sin más preámbulos publicamos a continuación dos poemas de nuestro vate shilico, en homenaje a la mujer; además un hermoso cuadro del pintor, también celendino, Javier Chávez Silva:

Mujer rural

El camino sin las huellas de su andar
ha de estar noche y día ondulante,
de día por los puentes viajeros
de noche con la rosa de sus pies

Los domingos de jarabes y añil
en su canasta pródiga, amantelada,
la ubre recogía en la campiña
su hermosura, mitigada las alforjas

Espléndida mujer que escribió su nombre
en la trilla y en los troncos de la memoria;
Su rostro: extraño relampaguear
después de una lluvia de estío
Su silencio, batalla sin fin contra el olvido.

Ríos cual mugidos de almíbar
cerraron sus retornos matutinos
y los cebadales dejaron rzar
en los portales de mi banco de maguey.
.
Pintura: Javier Chávez Silva

Enigma crepuscular

Y fue también el día más festivo de la semana
una hoguera encima de los remansos de la espera
para verte fugaz con tu atado de bosques
a cuestas los puquiales abiertos en tu pecho,
desgajados por tus manos de labriega
el tallo de la penca y las zarzamoras

Nunca supe qué buscabas
con el horizonte azucarado de tus ojos
en las esquinas que abaten las tristezas
mirabas a los andamios, calles vespertinas,
talvez ansiabas los brebajes de goma arábiga
para desatar tu regocijo como flor volcada al viento

Infinita, siempre breve
como la luz tras las nubes
sol o sombra reflejada en los sembríos

Al buscarte, por hallar tu origen
estuve cerca de los talleres de Van Gogh,
y en la esperanza –como Melquíades-
sobreviví a la fiebre en las jalcas de Sendamal,
hasta que en el último tramo de los pedregales
las voces sencillas de la yerba alentaron taladrar este homenaje
que bien merece ser sólo tuyo.

Del libro de poemas: Árbol de atisbos página 9 y13, respectivamente

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