Por: Franz Sánchez.
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Desde
que los medios de comunicación han sido controlados por el poder económico, y
por los empresarios que invierten en estos mismos medios, la aparición de
psicosociales—o “cortinas de
humo”, que es como se les conoce comúnmente—han sabido desviar la atención
pública en temas de interés, gracias al escándalo mediático—frecuentemente
aderezado con una o que otra salpicadura de sangre, o con un trío amoroso que
termina su relación en crimen pasional, o con un psicópata que asesina a una
incauta jovencita, aprovechando de sus cualidades físicas.
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Imagen de Hildebrant en sus trece |
Cuando estalló el mayor escándalo del gobierno
aprista, cuando los audios interceptados por Bussines Track—que luego fueron
conocidos como los petro-audios, y que vinculaban en actos de corrupción a
Alberto Químper y Rómulo León, ex ministro aprista—daban cuenta de una amistad
estrecha entre el empresario panameño Fortunato Canaán y el jefe del gabinete
ministerial Jorge del Castillo, y el apoyo que el primero supuestamente iba a
brindar al segundo en una futura candidatura presidencial en 2011. Las
investigaciones llegaron hasta las altas esferas del gobierno, inclusive tocaron
el nombre del propio presidente de la República—que oportunamente se tiró abajo
todo el gabinete, y que además no le lanzó un solo salva-vidas a su gran amigo,
del Castillo—este escándalo de corrupción aprista significó un duro
cuestionamiento al gobierno de turno, y una baja considerable en cuanto a
popularidad para el régimen. Luego Rómulo León huyó a la clandestinidad,
gracias a la calmada celeridad en la orden de captura que realizó el poder
judicial. Y un tiempo después de la confiscación del material incautado a BTR,
para su posterior análisis, se robaron los USB¨S, con toda la displicencia que
se le otorga en nuestro país, a la delincuencia del poder organizado.
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Oportunamente apareció en los medios de
comunicación, el caso del asesinato de una cantante folclórica y su tormentosa
relación afectiva con su colega de espectáculos, que demandó una cobertura de
medios, sospechosamente efectiva. Al poco tiempo, cuando los canales de
televisión y la prensa, vomitaban en la población, el recalentado tema
Abencia-Alicia, ocurre la masacre en Bagua—mal llamado
“baguazo”—responsabilidad directa, de Mercedes Cabanillas y Yehude Simon.
Derramamiento de sangre que pudo haberse evitado (24 policías muertos, y
docenas de nativos amazónicos desaparecidos), y en la que el gobierno tuvo toda
la necedad del mundo para negociar una salida pacífica.
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Y como se sacan conejos del sombrero de un mago,
aparecieron más noticias distractoras, más crímenes entre propios familiares de
las altas sociedades, más noticias nauseabundas, y todo cobró un olor hediondo,
con cereza de chisme en la punta del podrido pastel.
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El presidente promulgó hace un tiempo el mismo día
de la masacre en Bagua (05 de junio), el patético día del “ron” peruano. Otra
conveniente argucia, para no solo desviar la atención, sino echar al olvido, un
crimen por el que debe ser investigado este gobierno, y su incompetente
política del “hortelano”.
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Los exabruptos, protagonizados por García, dan
cuenta de un sujeto autoritario, mal humorado, amigo de quiénes lo defienden a
capa y espada, y enemigo acérrimo si alguien pretende criticarlo. Intolerante
con las protestas del pueblo y complaciente con las transnacionales. Dentro de
su doctrina neoliberal entreguista, la política del Lobby, parece ser su peor
bandera.
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No solamente abofetea a las personas, o da de
patadas a imposibilitados de defenderse, sino que sus declaraciones vertidas en
los medios, son de un autoritarismo total que no aguanta comentarios en contra,
ni cuestionamientos de ningún tipo. Así es “crazy horse”, comprobado bipolar
que no tiene problemas en pedir que no crean a tal o cual medio, que no duda en
recomendar a tal o cual candidato municipal, que no tiene reparos cuando se
trata de ofertar los recursos naturales a los inversionistas extranjeros, que
no tiene vergüenza en decir a la prensa internacional que: “En
Perú el presidente tiene un poder, no puede hacer presidente al que él
quisiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiere. Yo lo he
demostrado”,
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Claro
que lo ha demostrado, se ha cansado de demostrarlo tantas veces como le ha sido
posible, sino revisemos el oportuno ajuste reglamentario del Jurado Nacional de
Elecciones, un mes antes de los comicios municipales, que determinaba la posibilidad de observar actas
de sufragio por “errores en el material”, entendidos estos errores como
cualquier cosa que pueda ser convenientemente “observable”. O sospechemos
de la inédita paciencia en el conteo de votos que los organismos, supuestamente
independientes, a cargo del proceso electoral, nos han obsequiado—votaciones que nos imponen los modelos de
representación partidista, que hacen tanto daño a la política, y que en el Perú
no tienen forma de filtrarse—de allí que se genere la corrupción de
funcionarios públicos que llegan al poder y que dicen representarnos, el
bipartidismo, o la plutocracia que
existe con las autoridades que gobiernan vigilando los beneficios que puedan
devolverle a sus mecenas o financistas de sus campañas.
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En realidad ni siquiera el acto de sufragar es tan
democrático como pensamos. En el padrón electoral no hay opción a no elegir a
ninguno de los candidatos, o porque no nos convencen, o porque no creemos en
ellos, o simplemente porque esperamos que existan otros mejores (perdonando mi
optimismo). No tenemos la posibilidad de votar por la opción “blanco”, que no
es lo mismo que abstenerse a marcar el recuadro de algún partido. En Colombia,
las cédulas de sufragio, aparecen con el “voto en blanco”, como una opción
contigua a los demás candidatos. Claro, pero lo que se pretende acá es elegir
sí o sí, a uno de estos oportunistas representantes de la política peruana.
Muchos de ellos, congresistas apolillados en sus curules, atornillados en el
congreso por más de 20 o 30 años en sus cargos.
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El problema se genera cuando los candidatos
elegidos, gobiernan de acuerdo a lineamientos ideológicos de cada uno de sus
partidos, sin tener en cuenta su propia voluntad, o lo que es peor, la voluntad
de quienes depositaron su confianza en ellos, o sea sus electores. Esto resulta
más espeluznante cuando no sabemos cómo rayos aparecen tantos partidos
políticos, improvisados, con líderes que incitan la sospecha, con
financiamientos sombríos, y otras perlas más. Nos es válido sospechar, e ir
sospechando siempre de esta clase política.
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Y ni hablar de la responsabilidad que tenemos como
ciudadanos, de no solamente delegar funciones, sino tener una aptitud de
participación activa en la política de nuestras sociedades. No solamente en
casos de sufragios, rendiciones de cuentas, o revocatorias, que son más bien,
participaciones cívicas, sociales, o de emergencia. Sino participar como
actores fundamentales de las políticas de nuestros pueblos.
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Necesaria crítica a nuestro sistema. Sí, necesaria
crítica, a todo lo que se considera nuestro sistema: con la clase política, la
clase económica, los medios de comunicación y también, necesaria crítica a
nosotros mismos, a la clase de pueblo que somos. No olvidemos que el titular
jurídico de la política nacional, es nuestra población. La crítica entonces
debe ser aprovechada, para desaturdirnos de esta adictiva anestesia de reacción
que nos han suministrado, narcosis responsable de que todo suceda en nuestro
país, y no solo que suceda, sino que suceda impunemente, que es lo peor.
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