Queremos que, nuevamente y antes
de que nos sorprenda su tercer libro, los lectores de Chungo y batán, disfruten leyendo algunos de los poemas de Jorge Horna, extraídos de sus dos hermosas entregas: Llueve a cántaros y Árbol de atisbos.
“Profesor de nivel primario”, como
gusta que lo llamen, Jorge es un impenitente defensor de la naturaleza. Es un hombre que se enorgullece de ser provinciano. Su poesía irradia solidaridad, paz; pero también lucha,
es siembra, construcción de vida.
De
Llueve a cántaros:
Orígenes
La
piedra
en que
posó una gota de agua
habla
del origen quechuaymara
del
Perú
Cielo
de andenes,
donde
el Inti Sol
reverbera
Las
vicuñas se yerguen
entre
sus parientes,
siluetas
de Sol
consagración
del ichu
en
el fuego
El
agua traza en las rocas
ayllus
de fortaleza y claridad,
Y
los vientos
agitan
huainos
en la
voz de los musgos
Y
para alejar las dudas,
los colores
pétreos
y los
nudos del agua
reflejan
la historia
tahuantinsuyana
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Saldrás
de mi brazo
a sembrar
de bosques la llanura
Con
el anhelo libertario de mi pecho
soplaré
tus manos constructoras
Afanosas
Al
río que conoce tu hermosura
iremos
polvorientos a soñar
De Árbol de atisbos:
Alta
espiga
Esa
hoja de otoño
posada
en el pezón de tu seno
en tu
blusa color
de los
hilos de mis sueños
hoja
intrépida salida de las manos
del tejedor
de redes
que remienda
los caminos
en el
secreto de los recodos
Es
la mies llena de luz
que picotean
los pájaros
para
reunir los cabos de mi estampida,
o para
recoger pedacitos
de carbones
encendidos
para
alumbrar
el amor
desde las cenizas
Torrentes
de polen
A
brazo partido y testigos de sí mismos
al trote
los voluntarios develan oscuridades
A
las plazuelas y alamedas de las villas
llegan
los torrentes del polen primaveral
Pequeñas
flores exhala en la taberna una concertina
las trovas
a borbotones en las cuerdas del alumbrado
Suculentos
los vasos hasta la embriaguez
el ímpetu
de las melazas en las proclamas
Bulle
el agua más clara que nunca en los alambiques
Qué
corazón más límpido el de los voluntarios
cuántas
melodías cósmicas que se agotan
Ellos
llevan la claridad de su misión en sus solapas
Recogen
temprano los primeros rocíos de los cielos
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