Por Palujo
Celendín, 3 de febrero de 2016.— A "Cholo" lo encontraron alegre, casi recuperado. El tajo en el cuello con el que los delincuentes contratados por Yanacocha quisieron eliminarlo, sana con rapidez increíble. Fueron ocho puntos de sutura los que, junto a la medicina, salvaron de este acto criminal, al perro guardián de la familia Chaupe.
Daniel, hijo de doña Máxima, los recibió con una broma cruel: "Para la próxima —les dijo—, así, caminando y cargando víveres, como ahora vienen, llegarán para mi entierro" —luego, en el trayecto a su casa, les contó todo.
Aprovechando la densa neblina de la mañana, ¡otra vez!, los yanacochinos habían ingresado a su propiedad destruyendo su chacra de papas, intentando eliminar a "Cholo", uno de sus fieles perros guardianes, y, como si esto fuera poco, lo amenazaron de muerte: "Ahora son tus papas y tu perro, después será contigo", le dijeron.
Daniel Chaupe, sentado frente a su casa. |
Doña Máxima de Chaupe lo escuchaba atenta y preocupada. Llegaba acompañada de varios miembros de la Plataforma Interinstitucional Celendina (PIC) quienes cargaban, al igual que ella, víveres para esta familia que vive en constante amenaza por parte de la empresa minera que en complicidad del gobierno de turno, del Poder Judicial y la Policía Nacional puede ingresar a la casa de doña Máxima y destruir todo lo que signifique alimentación y mejoras en su vivienda, cuando se le viene en gana.
"Sucedió la mañana del 2 de febrero de 2016 —les dijo con voz entrecortada—. Los empleados de Yanacocha ingresaron por la puerta del cerco que ellos mismos construyeron. Cuando vieron que los estaba filmando con mi celular, corrieron en mi tras para quitármelo —agrega Daniel dibujando en su rostro una sonrisa triste.
Al llegar a su casa lo primero que hace es conducir a su madre y mostrarle el daño ocasionado por los esbirros de la minera.
El cuadro que observa doña Máxima la hace llorar de cólera e impotencia. "—¿Qué pué espera el gobierno que tanto habla de justicia? —se pregunta—. Yo veyo cómo llegan a defender a la mina fiscales y policías, ni bien lo piden —reclama—; pero, cuando se trata de una persona humilde, no se les ve ni sus polvos. No es la primera vez —habla con el rostro bañado en lágrimas—. Esta es mi casa y, de aquí, ¡muerta me sacarán! —afirma contundente sobreponiéndose al dolor y al llanto.
Al costado de la casa de doña Máxima, trabajadores de Yanacocha cambian baterías a un panel solar que termina en pararrayos y que, según testigos, también sirve para que la empresa coloque sus cámaras con las que observa, durante el día, los movimientos de esta familia que se ha convertido en la piedra en las botas yanacochinas que están embarradas con sangre del pueblo.
Vídeos:
El llanto de una madre.
"Cholo", fiel perro guardián.
0 comentarios:
Publicar un comentario