Hoy he querido imaginar al Huauco de nuestros antepasados; aquel lugar al que amó Nazario Chávez con sus oposiciones, errores y todo lo demás (como que no estuvo de acuerdo con que se cambie el nombre de Huauco por Sucre) y, para ello, visité la Casa de la Cultura o biblioteca del pueblo.
Registrado con el N° 3791 encontré el libro que buscaba: "Autobiografía" de Nazario Chávez Aliaga que, entre otras cosas, nos cuenta en la pagina 262, lo que indicamos al inicio:
La tierra del recuerdo
Para mi -pese a lo rancio de las cosas oficiales- el nombre del Huauco será inmutable, hasta cuando yo no sea. Qué hermoso! Qué bello! Qué grande!! es el pueblo que sabe conservar la grandeza de su pasado heroico, sus usos sus costumbres, el ritmo, el estilo de su vida, y sobre todo, su historia, engrandeciéndola y enalteciéndola. Por eso el nombre del Huauco, será para mi siempre Huauco. No se concibe que un pueblo que tiene derecho a vivir su propia sangre, su propia vida, sus creencias, su amor y sus padecimientos lo lleven a otra piedra bautismal a remolques a ponerle otro nombre, desnaturalizándolo por completo. No encuentro la finalidad del propósito. Si con cambiar el nombre a un pueblo se consiguiera su grandeza y el mayor bienestar de sus hijos, en buena hora, cámbiese el nombre a todos los pueblos del Perú. Por mi me mantendré fiel al nombre de mi tierra, el Huauco, por raíz histórica que la define y por el mandato ancestral y enérgico de su glorioso pasado.
(...)
En enero de 1973, Nazario Chávez Aliaga, escribió, en las páginas 347, 348 y 349 de su libro "Autobiografía", de la fe de nuestro #Huauco, hoy #Sucre; en el texto ironiza y reflexiona, incluso, al nombrar a las tierras obsequiadas al pueblo, en nombre de San Isidro Labrador, por un hacendado amigo suyo. A continuación parte de la curiosa e interesante publicación:
El Huauco de Ayer y de Hoy
(...)
"En el alma del pueblo del Huauco, parece que existe cierta oculta rivalidad entre el Cristo Predicador y San Isidro, el Labrador, Patrón del pueblo. Esto es, entre la idea y el hecho. Entre la doctrina y la práctica. Cristo mostrando las llagas de su persecución y sus caídas, con su madero al hombro y San Isidro mostrando las espiga madura, fruto de su esfuerzo creador y fecundo.
De ahí que la feligresía, era y la sigue siendo, más adicta a la Festividad de San Isidro, el Labrador, que a los actos religiosos de la Semana Santa. El pueblo tiene más devoción y más temor, al mismo tiempo, a los mandatos de San Isidro, que a las enseñanzas de Cristo Nuestro Señor, y a sus castigos, consiguientemente. La autoridad de San Isidro es considerada más represiva y dura que la de Cristo contra quien o quienes cometen el delito de desobediencia y engaño. "Lo ha dicho San Isidro -dicen las gentes- y no hay más que hacer". En cambio la autoridad de Cristo, es más apaciguadora, más benigna, más conciliadora, de más alta fidelidad histórica. Por eso, el Mayordomo o Mayordomos de su Fiesta, que se celebra del 15 al 20 de mayo con grandes bullicios y lidias de toros, Tatachín, danzantes, pallas, toldos, procesión solemne, misa de cuatro colas, cordeladas, noches buenas, cohetes, ruedas, castillos y buscapies, es muy sonada en toda la provincia de Celendin y muchas otras del departamento y fuera de él. Entretanto Cristo, Nuestro Señor, se ha quedado dormido de frío sin pijama, allá en el fondo de la Iglesia, en medio de las radiantes luces que habían quedado encendidas. Repito, el Mayordomo o Mayordomos que no hubieran cumplido a lo grande sus obligaciones de tales se hacían acreedores a los castigos por el Santo Patrón; y muchos creen haberlo visto enojado, con la cara larga, durante los días de su festejo. Los castigos consistían en la muerte de un caballo, de una vaca o de un chancho, en la enfermedad incurable de alguno de los miembros de la familia del Mayordomo, en las heladas de sus sembrados, en la falta de agua de regadíos y así en otras manifestaciones de dolor y de desventura. Quiere decir, en suma, que el Santo Patrón del Pueblo es el mandamás de toda la familia de los Santos, que existen en el templo del Huauco, incluyendo a Jesús de Nazaret, que no es del Huauco sino de Nazatet.
Esta es la creencia general de los huauqueños; creencia que será muy difícil desarraigarla, a menos que no surja por allí un nuevo Cristo de carne y hueso, que venga hacer justicia entre todos los hombres de la tierra.
Mucho me temo que un día cualquiera de estos que amanecen nublados, se aplique a San Isidro Labrador de tierras, La Ley de la Reforma Agraria y de la ganadería, ya que se ha convertido en un verdadero y auténtico gamonal, que cuenta con fundos y haciendas y centenares de cabezas de ganado bravucones que quedaron para el Patrón, por su calidad de manzurrones, al margen de las lidias de toros, como buen huauqueño me daría mucha pena que le quiten a San Isidro Labrador el fruto de sus vergüenzas y de sus sudores.
(...)
Nota: Nazario Chávez Aliaga, natural del distrito de Sucre, antes Huauco, fue Secretario General de la Presidencia de la República en el gobierno de Manuel Prado.
Mi agradecimiento a la señora Zulem Salazar Carrera , encargada de la biblioteca de Sucre, por su amable atención.
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