Por Tito Zegarra Marín
Muchos amigos que de vez en cuando retornan a la tierra primigenia, suelen decirnos que ya no existen celendinos o son contados los que aún viven en
ella. No les falta razón, pues los celendinos de raíces ancestrales o sus
últimos descendientes son realmente muy
pocos. Una nueva población y una nueva muchedumbre pueblan sus viejas y nuevas casas,
sus calles, parques y mercados. La gran
mayoría provenientes del interior de la provincia.
Les cuesta aceptarlo y no más de una tristeza debe
embargarles, aun sabiendo que esa es la dinámica natural de los pueblos cuando éstos
viven en condiciones precarias y carecen de fuentes productivas que generen
trabajo e impidan migraciones; y que los
celendinos, de sangre aventurera, nunca dejaron de viajar y explorar otros mundos donde se asentaron casi siempre arrastrando a los suyos. Resultado:
los troncos familiares y sus ramificaciones, apellídense Pereira,
Díaz, Silva, Muñoz, Horna, Chávez, Rabanal, Sánchez, muy pronto se han extinguido.
Siendo relevante esta
realidad sociodemográfica, no pasaría de allí si no fuera porque la gran
mayoría de los nuevos habitantes, poco se identifican con la ciudad celendina y hasta
son ajenos a su historia, cultura y
progreso. Creo que serán las nuevas generaciones (nacidas y por nacer), las que amarán de verdad a su tierra y lucharán por ella, no sin antes, enrostrar a
sus mayores por haber permitido se
destruya la belleza tradicional de su
centro histórico y se haya perforado un
horrible boquerón en la colina natural de San Isidro, entre otros.
En este nuevo aniversario
de Celendín (30-09-1862), vayan estas breves
reflexiones y mi homenaje a Monseñor Baltasar
Martínez de Compañón, promotor de la fundación de Celendín y del trazo
inigualable de su ciudad; al coronel Juan Basilio Cortegana, prócer de la
independencia y gestor de la creación de Celendín como Provincia; a don Augusto G. Gil Velásquez, comerciante exitoso
y filántropo, cuyos bienes los donó a su tierra, incluso a los Baños del Inca
para su cementerio, cuyo nombre, por
alguna mezquinad ha sido borrado; y a don Renán Sánchez Izquierdo, alcalde
distinguido y respetado, que tuvo la visión y la valentía de ampliar el trazo de la ciudad sin afectar su originalidad.
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