Por Raúl Wiener
Los medios de la concentración y similares le están reclamando a Humala ponerse al frente de la denuncia en contra del gobierno de Venezuela al que acusan de matar personas, violar la libertad de prensa y ser responsable de una grave crisis económica. Curiosamente en el Perú parece haber una mayor unanimidad opositora que en el país del norte, donde todavía se discute si se justificaba la jugada provocadora de la extrema derecha de Leopoldo López, que actuó sin buscar el consenso con Capriles, en lo que fácilmente se podría considerar como un pulseo entre dos sectores del antichavismo.
Pero aquí la única versión que está sobre la mesa es la de una supuesta movilización de jóvenes democráticos cruelmente reprimidos por el “dictador”, con el saldo de tres muertos. Nunca se dice que por lo menos uno de los fallecidos era partidario del gobierno, lo que indicaría que se buscó un enfrentamiento, ni se hace la relación entre lo que acaba de pasar y lo que sucedió después de las elecciones de abril del año pasado, en que también se buscó ensangrentar el conflicto.
Si vamos a creer a Capriles, lo que él dijo fue que admitía la legalidad del nuevo mandato chavista y que seguiría peleando en el marco de legalidad existente. Ese fue, aparentemente, su aprendizaje después del golpe del 2002 y del fracaso de la táctica de abstención que impulsó la oposición de derecha. Algunos, sin embargo, han empezado a pensar que esto no funciona y que hay que precipitar las cosas. Esta semana se ha exasperado por eso el enfrentamiento.
En una situación cargada de violencia, algunos medios, entre ellos extrañamente algunos de origen extranjero como NTN 24 de Colombia y CNN de Estados Unidos, se aproximaron mucho a una posición progolpista y dieron espacio a dirigentes que reclamaban el derrocamiento de Maduro. ¿Tenía el gobierno autoridad para defenderse ante este ataque directo? Si el momento era tan dramático como pretenden la derecha política y periodística en el Perú, era también comprensible que se recurrieran a medidas extremas.
Es verdad por lo demás, que Venezuela es un país dividido por la crisis y la disputa política. Pero de acuerdo a los medios peruanos no hay una mayoría chavista popular cuyo punto de vista también existe. Hablan de libertad de prensa, pero sólo transmiten una posición a la que han bautizado de “democrática”, a pesar de sus antecedentes. En el Perú por cierto, hemos tenido crisis colosales, violencia exacerbada y crímenes de Estado, atropellos y envilecimiento de la prensa, pero nadie ha hecho campaña para que otros gobiernos intervengan en nuestros asuntos internos.
Queremos que vuelva la calma a Venezuela y que se encuentre un cauce a la crisis. La condición es que respetemos la voluntad democrática de la población. No haciendo parte del cerco internacional contra una nación soberana.
17.02.14
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