“Al Clérigo de Tiaparo se le veía siempre bien peinado y con ropa nueva, aunque luego mandaba azotar cruelmente por celos a las mozas. Se comportaba como otro Ynga, tenía mujeres escogidas acllaconas que hacía trabajar con las demás viudas que había juntado acusándolas de estar amancebadas. A todas las hacía tejer ropa, hi...lar, amasar, vender pan, chicha y vino.
“Después os espantáis, Señor de ver cómo no se multiplican los indios. Si un solo Padre tiene doce hijos y a todas las doncellas del lugar como mujeres, y a los solteros se les deja sólo las viejas ¿cómo los indios se han de multiplicar? Quizá como hombre podía cometer pecados y tener un hijo y dos bastardos que se pueden disimular, porque es hombre y criatura de Dios, pero no tantos. A este clérigo le ocurrió que mandó con unos arrieros a sus hijos en dos mulas; en una iban seis niños y en la otra otros seis y ocurrió que, como castigo o providencia de Dios, una de las mulas se despeñó con los niños antes de llegar a su destino”.
(Textos de NUEVA CRÓNICA Y BUEN GOBIERNO del gran cronista indio FELIPE GUAMÁN POMA DE AYALA, maestro del dibujo y la denuncia social. Escrito entre 1584 y 1614).
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