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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

martes, 16 de abril de 2013

La desnuda relación actual entre arte y poder fáctico ¿El fin de la literatura o los gérmenes de una nueva era democrático cultural?


Por Arturo Bolívar Barreto

1. La cultura burguesa —heredera del pensamiento progresivo humanístico y de la Ilustración— devino definitivamente evasiva, agnóstica, irracional, negadora de esa herencia, por reacción al pensamiento revolucionario y a las insurrecciones sociales en el siglo XIX que habían hecho temblar el orden burgués recientemente consolidado. En adelante toda la elaboración ideológica de esta nueva cultura de élite se basó en el escamoteo de la realidad o en su uso utilitario, por ello en una construcción intelectual que fundamentaba el agnosticismo, el pragmatismo y, en sus consecuencias extremas,el irracionalismo. En el fondo de toda esta ideología estaba el individualismo a ultranza que sustentaba y garantizaba el dominio de los poderes fácticos del orden capitalista. Y en consecuencia contra todo lo que implicara democracia sustancial o que obedeciera al interés colectivo. Ya Nietzsche había proclamado que las ideologías igualitaristas, humanistas, incluso la moral cristiana, no habían traído más que desgracias a la humanidad, por eso llamaba a renunciar a los valores democráticos, libertarios, etc., todo lo que se pretenda igualación social, a la que consideraba una “moral de esclavos”, cuando lo que se requería para el progreso social era la“saludable” moral del más fuerte, del superhombre. Los burgueses que preservaban cierta herencia humanística, que valoraban los conocimientos científicos “sintieron extrañeza”, pero este individualismo extremo y radical, este irracionalismo, no era más que la quintaesencia de sus propias concepciones liberal burguesas. Como ahora sienten extrañeza los propios cultores de élite ante la cultura lapidaria de mercado que hace exclusión de sus sutilezas intelectuales, y no ven que esa totalizadora cultura de mercado no es más que la quintaesencia y realización de sus propias ideologías individualistas extremas, irracionales, llevadas a la cotidianidad de la vida social por el despótico capitalismo actual. 

2. En efecto, con el neocapitalismo actual ese individualismo extremo que proclamaba la cultura de élite se ha impuesto de facto, con la expandida mercantilización cultural y con la dictadura global del capital, de manera que actuar consumista y pensar consumista, se unimisman, la sutil elaboración ideológica justificadora del sistema se hace prescindible, pues fluye de hecho, con la vida misma cooptada con carácter totalizador por el sistema de mercado. Cuando todavía el capitalismo resistía en su seno elementos de la cultura progresiva, resistía a cierta racionalidad social (instauración de beneficios, derechos), cuando debía combatir al pensamiento revolucionario amenazante que defendía esa racionalidad (recuérdese todas las luchas sociales y revolucionarias del s. XX) la burguesía debía defender su poder elaborando una ideología contraria, que representara y legitimara sus propios intereses, que negara esas tendencias igualitarias, contestatarias socialmente, por ello desarrollaron doctrinas subjetivistas, de individualismo radical, de derivaciones irracionales. Y se hacía imprescindible para anteponerse a la lógica desveladora del pensamiento progresivo. Mas cuando ese irracionalismo, ese individualismo extremo no es sólo la aspiración y el sustento ideológico de la vida burguesa en lucha contra las fuerzas igualitaristas, sino que se ha impuesto a la totalidad de la vida real, ha fascistizado la vida cotidiana (un fascismo que no sólo es fascismo de algunos estados burgueses como en el siglo pasado, sino hecho realidad cotidiana) y donde el modo de sentir y pensar se unimisma con la absoluta realidad consumista actual, esa justificación ideológica se hace prescindible pues ya ha se ha impuesto a la vida real (replegando al pensamiento progresivo y al socialismo como sistema alternativo). Por eso la “ideología” actual, la de este neoliberalismo, es directamente el conjunto de valores económicos del sistema de mercado. 

3. Pero al llegar a este punto todo el orden burgués convencional anterior es subvertido. Por eso ese humor escalofriante de la época, el sentimiento de que todos los valores civilizatorios han sido barridos. La fascistización cotidiana y la dictadura global del capital no sólo ha desterrado a la cultura progresista y revolucionaria, hace innecesaria también como dijimos la propia cultura de élite, la propia cultura convencional burguesa. Toda la gran cultura intelectual sutil y erudita de la evasión, y de la justificación e idealización implícita o explícita del sistema, pero de retórica construcción intelectual, ha sido dejada de lado, y con ello a sus propios cultores, a los eminentes y excanónicosartistas e intelectuales, que hoy saltan escandalizados, como nuestro Premio Nobel Mario Vargas Llosa, uno de sus últimos representantes. Cuando lo que existe en la actual “civilización del espectáculo”, que hoy critican y temen, no es sólo la quintaesencia de sus propias ideas, sino el cumplimiento constante y sonante de sus viejas aspiraciones ideológicas. 

4. De manera que esta captura de la economía capitalista sobre la creación cultural, este control sobre el arte y la literatura a través de su mercantilización hegemónica, no hace más que desnudar la implicación directa entre poder fáctico y arte y cultura. Todo lo que antes había negado la cultura burguesa de élite para defenderse y atacar a la cultura progresiva que desvelaba y planteaba esta realidad, ahora queda en evidencia, la dependencia clasista del arte y la cultura ya es imposible de ser negada, solo que esa desnudez se ha dado al vencer, al entronizarse totalitariamente el poder burgués. 

No obstante, esa misma condición implacable, ese omnívoro dominio capitalista, que crea también su propia inviabilidad —por su irracionalidad social y económica, revelada hoy como crisis sistémica— plantea las posibilidades, también insoslayables, por simple necesidad de sobrevivencia humana, de su derrocamiento y cambio. Pero esta lucha planteada en esta condición de globalización y dominación social y cultural integral capitalista, solo puede ser respondida también integralmente. Es decir la lucha por la defensa de la cultura, del arte, de la literatura, es directamente lucha política, pues no hay posibilidades de salvación cultural ya dentro del actual sistema social, sólo en otro alternativo. La lucha contra este sistema de dominación implacable comprometepor eso a todos los pueblos y a la mayoría de los sujetos sociales, y directamente a intelectuales, artistas honestos en la lucha antisistema. La exclusión elitista del artista o del escritor, del intelectual, en relación a las luchas sociales y políticas es, hoy más que nunca, ridícula, lamentable, anti histórica, arcaica. En quienes se da no hacen más revelar su abierta, oportunista y grosera postura pro sistema y anticultural.

El abrazo, la lucha, la difusión de la cultura progresiva no es sólo que esté vigente, es la única alternativa, y precisamente con mayor potencialidad democratizadora e integridad expresiva en esta era tecnológica; con todo lo que había implicado estacultura de humana, crítica, desveladora, revolucionaria, es la que, para revertir este orden y hallar la continuidad del progreso humano, está puesta a la orden del día para la presente y las nuevas generaciones.

Arturo Bolívar Barreto. Maestro y escritor peruano. Ha publicado narrativa, poesía, así como ensayos sobre crítica literaria y cultural. Es miembro del Gremio de Escritores del Perú.

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