Art Lima ha vuelto a ser el circo de marionetas para las clases pudientes, arribistas culturales y una sarta de mequetrefes
que parasitan el mercado artístico en el Perú. No, señor, aquí no
importan de qué lado sean, de la ultraizquierda proCorea de Kim Jong-un o
de derechas, republicanos, fascistas, redivivos monarquistas o
fujimoristas solapas con el dinero suficiente para que el hijo idiota
pueda colgar sus cuadros en un recinto militar y tener toda la prensa y
los fuelles publicitarios echando su halitosis severa sobre los
obedientes consumidores de chatarra y demás productos homogenizados y
pasteurizados al gusto del cliente.
Y es que el circus vuelve a hacer bailar al mono del organillo, vuelve a mostrarnos que por 25 soles podemos volver a ver los cuadros de estos diletantes, esnobistas y excéntricos señores que no han podido solidarizarse con Alán Carrasco y Karen Macher, dos de los caídos en desgracia por mostrar más de la cuenta y por no seguir el molde de zapato ya preestablecido: http://www.limagris.com/
El caso de las señoras Sonia Cunliffe y Silvana Pestana (en la foto) es importante de resaltar, dos dignos ejemplares de la 'bourgeoisie' terrateniente (¿alguien se acuerda de los sátrapas gildemeister, los arias schereiber del busto, los rospigliosi seminario, los hilbck, los rachitoff, etc.?) que nos exponen su mirada social y su lagrimón de cocodrilo sobre los niños abandonados por culpa de ese monstruo estatista llamado Velasco ("la historia la hemos formado con nuestros recuerdos. Las dos hemos vivido en haciendas azucareras"), y ellas claman jalándose de los pelos: “¿Qué hacen los niños cuando los progenitores no están y las nanas y los ayudantes han salido de la casa?” (¿qué hacen, por dios?), y claro, cómo no, la niña rubia con un vestido de Heidi camina desvalida por la verja como si estuviera en La Casa de La Pradera con música de fondo de Pauchi Sasaki, quien nos muestra su post-post modernismo finmundista a prueba de decibelios. (Ya se te dijo, Pauchi, si sigues tocando en el tejado, te puedes resbalar).
Y el tema no se entiende. Si el discurso es clasista, se podría comprender perfectamente; el 'clasismo' viene de arriba hacia abajo como una pisada de taco aguja sobre el cuello de los desvalidos. Si lo que se ha querido hacer es una mofa, comicidad de las altas esferas, pues, hay que decirles que acaban de caer en el bochorno y humor involuntario que, de alguna manera, podría explicarse a través de la trayectoria de la señora Cunliffe quien está especializada en fotografía de modas y la señora Pestana que es diseñadora gráfica y “artista profesional”, pero esas carreras están, por decirlo de algún modo, alejadas de la sociología, la antropología o de las tasas de trabajo y mortalidad infantil. Y ya por ahí, alguien les ha otorgado el crédito de artistas de la derecha, pero eso es demasiado, una caballerosidad o una exageración.
Aquí lo que está sucediendo es simple, los señores feudales imponen su condición, escriben su historia e imponen su estética 'demodé' y de mal gusto. Lo demás, es decir, toda esa sarta de “artistas” y generadores de enlatados y subproductos que se suben al coche del patrón tienen que leer las indicaciones en letras pequeñas y seguir bajando la cabeza y el lomo hasta que se encuentren con el verdadero Perú que no tiene ni para el pasaje y creen que el arte debería de alguna forma ser “todo acto o voz genial que viene del pueblo y va hacia él” C.V. Mientras tanto, solo nos queda hacer eco de lo que dice Silvana Pestana en una página del fb: “Que emoción!!! Nuestra obra en Art Lima, iniciando colecciones!!!”
Fuente: Facebook de Rodolfo Ybarra
1 comentarios:
Opinión de Ernesto Toledo Bruckmann (Facebook).- Cuando enfocamos a aquellas “exponentes del arte” debemos hacerlo con el rigor de las ciencias sociales, precisando algunos conceptos claros y sencillos. En el área cultural también se impregna el sello de clase, la condición social de los seres humanos en relación a la producción, sea obrero, maestro, intelectual, campesino o patrón, como en este caso las “artistas” Cunliffe y Pestana, quienes definen su color político, marca de clase u orientación. Acá nos damos cuenta que sí existe un arte burgués y reaccionario, con contenido vacío o falsamente solidario y progresista.
Sus cuadros “adornarán” las amplias salas de los bancos, empresas transnacionales de la industria y el comercio de su propio entorno. Los millonarios los cuelgan en sus residencias para “panudearse” y lucirlos como expresión del poder económico y político; nosotros nos resignaremos a pagar 25 soles por simplemente verlos.
Dialécticamente, sería aberrante que las obras de Cunliffe y Pestana se luzca en un comedor popular, en el sindicato de Construcción Civil, el SUTEP (ojo que no Conare), la CGTP, una escuela pública o la casa de un trabajador de Topitop.
Las obras de ese grupito de derecha están dirigidas a un pequeño cenáculo de “entendidos” capaces de “interpretar su obra” a la sazón de caviar y tragos de wihsky y para pasar “progre”, frente a una mesa con mantón andino y hojas de coca. Mientras ellos se tiran flores en galerìas barranquinas, miraflorinas, de Surco o San Isidro, nosotros disfrutamos de La rockola con Don Lucho y Ciro.
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