Copiamos, a continuación, el editorial completo del periodista señor César Lévano, publicado en el diario La Primera, el día domingo 12 de febrero del 2012. Nos parece de mucha importancia ya que delata el comportamiento interesado de la mayoría de la prensa de nuestro país. (NdlR)
Por César Lévano
No, no está loco, ni es ciego, ni ignora la aritmética. Es puro odio lo que dicta la gruesa mentira de Jaime de Althaus de que la Marcha del Agua solo congregó entre 200 y 300 personas. El Comercio le lleva el amén: “Cientos de personas se concentraron en la Plaza San Martín”.
Enormidad como esa desautorizan y desacreditan a sus autores. ¿Quién les va a creer, si en los propios medios de los mentirosos se presentaron imágenes de la masiva, imponente concentración?
El hecho de que la defensa de Conga recurra a esos medios demuestra que no tiene otros recursos. Sus falsedades contagian toda la argumentación empresarial.
Algo más, el fundamentalismo fanático de los defensores del gran capital indica que éste ya no tiene justificación, cuando se trata de medio ambiente y defensa de la vida.
La ideología depredadora del capitalismo nació cuando Lord Bacon, en el amanecer del capitalismo, llamó a descubrir las leyes de la naturaleza para ponerlas a nuestro servicio. Conga y sus defensores demuestran que en la era del imperialismo el capital viola hasta las leyes de la naturaleza.
Ahora, la catástrofe ecológica estremece el mundo. Y los pueblos reaccionan. En estos días no es solo Cajamarca. Hay otras Cajamarcas en Nuestra América. Hace unos días se informó en la prensa mundial de otra Cajamarca. Se llama así un pueblo de Tolima, Colombia, que lucha contra una empresa que quiere explotar oro y cobre con una mina que va a destruir el medio ambiente.
Y en Argentina tenemos el caso de Catamarca (una t de diferencia), provincia de La Rioja. Ahí, los vecinos de Timogasta se enfrentan desde hace varias semanas a la fuerza pública. Ayer, 16 ambientalistas resultaron heridos durante un violento desalojo policial. Motivo: la población se opone a la explotación de una mina de oro y cobre en la montaña Famatina. “Famatina no se toca” es el lema colectivo.
La empresa canadiense Osisko ha demostrado, sin embargo, ser menos terca que Newmont y Yanacocha. El 5 de este mes declaró: “Si no hay licencia social para la exploración y el desarrollo alrededor del área del proyecto de Famatina, no habrá trabajo.”
Es la segunda victoria de este pequeño pueblo, de siete mil habitantes. A partir de 2004, se enfrentó a la transnacional canadiense Barrick Gold. Tan fuerte fue la resistencia popular que la compañía abandonó su “Proyecto Famatina” en 2007.
En agosto de 2011, la Osisko Mining adquiere el proyecto. Creía que en poco tiempo podría explotar los nueve millones de onzas de oro encerrados en la montaña.
La resistencia ha consistido en un bloqueo pacífico y selectivo de la circulación vehicular. No dejan pasar el transporte y la maquinaria de la empresa.
Entretanto, el gobierno central de la señora Cristina Fernández se aparta de la discusión. No ha dicho: “Famatina va”.
Enormidad como esa desautorizan y desacreditan a sus autores. ¿Quién les va a creer, si en los propios medios de los mentirosos se presentaron imágenes de la masiva, imponente concentración?
El hecho de que la defensa de Conga recurra a esos medios demuestra que no tiene otros recursos. Sus falsedades contagian toda la argumentación empresarial.
Algo más, el fundamentalismo fanático de los defensores del gran capital indica que éste ya no tiene justificación, cuando se trata de medio ambiente y defensa de la vida.
La ideología depredadora del capitalismo nació cuando Lord Bacon, en el amanecer del capitalismo, llamó a descubrir las leyes de la naturaleza para ponerlas a nuestro servicio. Conga y sus defensores demuestran que en la era del imperialismo el capital viola hasta las leyes de la naturaleza.
Ahora, la catástrofe ecológica estremece el mundo. Y los pueblos reaccionan. En estos días no es solo Cajamarca. Hay otras Cajamarcas en Nuestra América. Hace unos días se informó en la prensa mundial de otra Cajamarca. Se llama así un pueblo de Tolima, Colombia, que lucha contra una empresa que quiere explotar oro y cobre con una mina que va a destruir el medio ambiente.
Y en Argentina tenemos el caso de Catamarca (una t de diferencia), provincia de La Rioja. Ahí, los vecinos de Timogasta se enfrentan desde hace varias semanas a la fuerza pública. Ayer, 16 ambientalistas resultaron heridos durante un violento desalojo policial. Motivo: la población se opone a la explotación de una mina de oro y cobre en la montaña Famatina. “Famatina no se toca” es el lema colectivo.
La empresa canadiense Osisko ha demostrado, sin embargo, ser menos terca que Newmont y Yanacocha. El 5 de este mes declaró: “Si no hay licencia social para la exploración y el desarrollo alrededor del área del proyecto de Famatina, no habrá trabajo.”
Es la segunda victoria de este pequeño pueblo, de siete mil habitantes. A partir de 2004, se enfrentó a la transnacional canadiense Barrick Gold. Tan fuerte fue la resistencia popular que la compañía abandonó su “Proyecto Famatina” en 2007.
En agosto de 2011, la Osisko Mining adquiere el proyecto. Creía que en poco tiempo podría explotar los nueve millones de onzas de oro encerrados en la montaña.
La resistencia ha consistido en un bloqueo pacífico y selectivo de la circulación vehicular. No dejan pasar el transporte y la maquinaria de la empresa.
Entretanto, el gobierno central de la señora Cristina Fernández se aparta de la discusión. No ha dicho: “Famatina va”.
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