Por: Elmer Castillo Díaz
Tal
parece que las cosas se pusieron color de hormiga para el segundo vicepresidente
de la República, Omar Chehade. Ni con su cansada cacareada y mil veces repetida
defensa de ser un “luchador contra la corrupción”, lo salvará de un buen coscorrón
por parte de la opinión pública y lo menos que puede hacer es renunciar a su
alta envestidura. De lo contrario el estigma de ser uno más del montón pasará a
la historia y los libros de texto de nuestros estudiantes.
Quise
averiguar los datos y méritos del general de la Policía Nacional, Guillermo
Arteta, dentro de su entidad. Me sorprendió saber que es considerado por sus
sub alternos como “…es un caballerazo, leal y comprometido con la Institución…”.
Qué pasó con Chehade, acaso pensó que no iba a salir esta información, o creyó
que el poder podía superar tan terrible metida de pata. Cuántos “favores”
ocultos más ha solicitado para empresarios y transnacionales para operar
impunemente, pisoteando todos los derechos de los que no tienen los tentáculos
que él si lo tiene. Todos los que, esperanzados, votamos por Ollanta para no
ver actos corruptos en el gobierno, esperamos una sanción drástica a tan
singular sujeto, sin necesidad de un juicio por parte del Congreso ni el Poder
Judicial.
Si
estos señores que se codean: tomando un cafecito, degustando un buen arroz con
mariscos y brindando con un buen pisco sour con la crema y nata del “señor
dinero”, ¿qué y cómo podríamos objetar a los “pichiruchis” de nuestras
autoridades locales cuando autorizan licitaciones de poca y alta envergadura
por debajo de la mesa? Tal vez por eso recomendé a un buen y cercano amigo que
no se postule al Congreso, hubiese sido catastrófico tenerlo ahí, lo prefiero
visitándonos y cantando “El ciprés” o la “Flor del café” con unas cuantas copas
de más.
Por
casi siete meses el tiraje de los diarios capitalinos incrementaron sus ventas
con la desgracia de dos familias, sin importarles para nada el dolor y la
desgracia, teniendo en vilo a todo el país. Desde los más serios hasta los “chicha”;
el morbo, el chisme, la sangre, vende a raudales, lo que interesa es llenarse
los bolsillos a costa del sufrimiento ajeno. El doctor Marco Aurelio Denegri
nos dice que la prensa peruana se ha “magalizado” y todos los sectores están
ávidos de este tipo de noticias, ¿alguien lo duda? Las dudas se han despejado,
especialistas serios han declarado que el joven Ciro Castillo Rojo murió de
“politraumatismo múltiple severo compatible con caída”, eso quiere decir, que
se desbarrancó. Ahora, para no perder la noticia, ahondarán en “posibles”
sospechas y conjeturas los medios de prensa.
Me
quedé atónito al ver a dos jovencitos en pleno estado de ebriedad y con algo
más en su organismo: denigrar, despotricar, insultar, golpear, a miembros de la
Policía Nacional en plena dependencia policial. ¿Dónde estuvo el oficial de
mayor rango cuando sucedían estos hechos? ¿Hubiera golpeado un civil ebrio y
drogado a un subalterno en presencia del Coronel Jorge Monge Llanos? La
Fiscalía, con una frescura que atemoriza a la clase pobre, los dejó libres al día
siguiente sin formularles cargo alguno. Encima, los padres de estos “angelitos”
se acercaron a la comisaria e insultaron a los miembros de la PNP por haber
detenido a sus críos.
Personalmente
me asquean este tipo de personas, piensan que el dinero y sus conexiones dentro
de la Policía les dan todo el derecho para hacer lo que les da sus reverendas
ganas con el personal subalterno. Se sabe que mientras más culta es una
persona, su comportamiento para con los demás es de humildad. Si estos
“señores” y sus vástagos viven en residenciales y seguro han estudiado en
colegios y universidades de prestigio, protagonizan semejantes actos,
imaginémonos por un segundo el otro lado de la moneda, ¡Dios!
Queremos
ver si el Ministro del Interior pone un alto a estos “pituquitos” de dos por
medio y por lo menos los pone en servicios comunitarios limpiando las calles y
las letrinas públicas de su distrito con un uniforme luminoso y que la prensa,
esa morbosa, siga con atención todos sus movimientos, a ver si los que insultan
a la policía se abstienen la próxima vez que se meten su “ñatazo o sus clavos”.
O si no, que los mande a las Rondas campesinas de Cajamarca y con unas cuantas
ranas y sus correazos delante del todo el mundo se les quita lo “bacancitos”.
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