Por O. Aliaga
Presentar un libro durante la festividad de
San Isidro Labrador es una acción que amenaza con hacerse costumbre, lo cual
llena de alegría a los que gustan del prurito de la lectura y representa una
débil, pero incandescente luz, al final del túnel de la cultura; hábito al que
los sucrenses estamos poco o nada acostumbrados.
Este mes de mayo el profesor Gutemberg Aliaga
Zegarra, autor de varias obras literarias entre prosa y poesía, presentó su
último libro titulado: “Avatares… y relatos al paso”.
El libro de pequeño formato es una
condensación de narraciones en las que el hombre de a pie se convierte en
protagonista, pero sin visos de avanzar tal como lo habían hecho Ciro Alegría,
Arguedas o el autor de “Cordillera Negra” Oscar Colchado.
El autor de fibras del tiempo, sin quitarse
las fibras ha querido atrapar en su libro, para perennizarlos, los relatos
fingidos de palabra, contados por hombres de otro tiempo; hombres que tenían la
lampa bajo el brazo y el machete al cinto e inventaban graciosos chistes y
dichos que en conjunto forman la cuentística de Sucre.
En varios de los cuentos el autor respeta la
forma y los describe con el dejo característico de la región, narrando los
parajes telúricos y acogedores, alejado de todo estereotipo conserva la forma
coloquial, manteniendo giros y modismos de la ciudad y del campo; sólo que los
cuentos carecen de ilustraciones que ayuden a una mejor comprensión. Es de
destacar las anécdotas como La burra
pacla, Profesora de castellano, Los no confundas de don Quirino Etc.,
Etc.
La
burra pacla
1
DON Manuel Díaz González, ciudadano
representativo del distrito de José Gálvez, había comprado de uno de sus
parientes un fundo llamado Mapish a orillas del caudaloso río Marañón. El fundo
es muy extenso; por decir lo menos, goza de clima cálido, templado y frio; en
tal sentido, existe todo tipo de productos: en la zona cálida y templada
abundan las naranjas, paltas, mangos, cacao, café y otros frutales. La zona
fría está poblada de ganado vacuno y caballar, muchos de ellos en estado
salvaje.
2
UN buen día, don Manuel Díaz, en compañía del
amigo y compadre de su hijo Francisco, llamado Raúl Zamora, más conocido en
todo el pueblo como Pashelo, deciden llevar a vender a la Plaza Pecuaria de
Celendín una hermosa burra.
Ya en la Plaza Pecuaria, uno de los
aficionados negociantes se antoja de la burra; cuyo único defecto era tener una
de las orejas caídas, a lo que los lugareños le llaman oreja pacla.
Interesado como estaba el negociante
campesino, preguntó por el precio y don Manuel, dando a demostrar el no querer
venderla dijo: la burra es tierna y mansa y su precio es de 200 soles. Ipso
facto el comprador ofreció 100 soles. Acá se produjo un picaresco y entretenido
diálogo entre el comprador y el acompañante de don Manuel, mejor dicho Pashelo:
-
200
soles y llévalo con soga y todo dijo Pashelo.
1 comentarios:
Muy largo el chiste.
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