Por Elmer Castillo Diaz
Esto de llegar al medio siglo de vida, no nos da ninguna seguridad en los avatares sentimentales. Pese que a esta edad los achaques se acrecientan, cada día nace una nueva dolencia. Si no son los nudos en nuestro bello, esbelto y chelero cuerpo (después de una pichanguita), están los problemas de digestión a la hora de dormir. Hace unos años podíamos comer lo que se nos antojaba, ahora te zampas unos anticuchos en la negra de la esquina y no puedes dormir, porque la regurgitación te asustó, una asfixia acompañada con la desesperación de querer respirar nos asustan tanto, que si salimos vivos, solo iremos a mirar la buena anatomía de la recia morocha. Antes éramos unos verdaderos cosacos, unas esponjas en cuestiones baquianas, ahora dos cervezas nos mandan a casa zigzagueando peligrosamente y amanecemos con una resaca maldita. Y también, por qué no, nuestra visión se va apagando de a pocos y tenemos que estar preguntando a cada rato mientras conversamos, “¿qué…no entendí lo último, puedes repetirlo?, nuestros oídos no escuchan ya…pero los susurros son claros como el llanto de una amada.
Se vienen las clases, los niños y jóvenes vuelven a sus aulas después de más dos meses de ricas vacaciones. En mis tiempos, o sea, en los tiempos de ñangué, las clases comenzaban en abril (no entiendo, antes de mi colegio salían e ingresaban a la universidad el 80%, (nunca estuve incluido dentro de éstos) ahora no hay ni el 1%), teníamos más de tres mesezazos; literalmente, corría a Huánuco en las vacaciones. El inicio de mi adolescencia lo viví en mi ciudad natal, los primeros amigos con los que aprendí a vagar, tirarme la pera, tomarme un trago y fumarme un cigarrillo a escondidas. Conocer la niña más hermosa que pasaba por frente a la casa, sus labios pétalos de flor sonriéndome hasta la desesperación; sus ojos de colibrí me aleteaban diciéndome, “te quiero”. Tantos recuerdos se juntan. Donde hubo amor, amor quedo…el sentimiento es de por vida. Todo esto me hacía llegar a Sucre a comienzos de la fiesta de mayo, el patrón San Isidro se podía enojar por darle más amor a una mujer que a él. Así cualquiera salía jalado en las materias o repetía de año, como paso, pero orgulloso de pertenecer con los que terminé, seguro.
Cuando vi al equipo de mis amores golear 4 a 1 al Estudiantes de la Argentina, volví a tener fe en los Grones. Aunque sé que es efímero, mi cansino corazón latió con fuerza, pues de seguro el Huanca lo golea la próxima en Matute. Pero no importa, es mi equipo, en las buenas y en las malas estaré pendiente de ellos. ARRIBA ALIANZA, se va para Campeón, que el gallinero y el pavero se alborote.
Un abrazo.
DNI: 26731147
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