Por.
Ing. Secundino SILVA URQUÍA (+)
Las inversiones, sobre todo las mineras, deberían
hacerse: respetando los estándares y leyes de protección del medio ambiente; ciñéndose
a las limitaciones de las zonificaciones económico-ecológicas; respetando la
intangibilidad de las cabeceras de cuenca y los ecosistemas frágiles; acatando las
ordenanzas de los gobiernos locales, y respetando los acuerdos y decisiones
colectivas de la población involucrada. Esto último, es decir la licencia
social, es lo que no han sabido obtener las mineras para la ejecución
de sus proyectos. Las empresas mineras tienen que aceptar autocríticamente que
le engañaron a la gente y que ya no pueden seguir haciéndolo. La población de
las áreas de influencia de sus proyectos en ejecución ya tiene referencias,
experiencias y hasta datos acerca de los impactos negativos de la minería y
megaminería, como: la contaminación del agua, suelo y aire; desaparición de manantiales,
lagunas, humedales, acuíferos y ríos; liquidación o muerte de flora y fauna, etc.
Por estos impactos referenciados y conocidos, la población tiene temores naturales
y fundados acerca de la seguridad y continuidad de su vida misma, si se
continuara con la expansión indiscriminada y descontrolada de la megaminería.
Las empresas mineras, sus operadores y su
prensa adicta, tienen que reconocer que ésta sensibilidad o percepción negativa
que la gente tiene de la megaminería, no se debe a la “influencias de los ambientalistas
y políticos manipuladores”, como erróneamente lo enfocan; sino a los errores
garrafales, impactos negativos generados y descuidos punibles que han tenido las
empresas mismas en todo el tiempo que vienen operando.
Un claro ejemplo de lo anterior, lo da
YANACOCHA SRL. Esta empresa viene desarrollando labores extractivas de gran
magnitud, básicamente en las alturas de las provincia de Cajamarca, desde hace más
de veinte años. Y pese a que su accionar es cuestionable desde todo punto de
vista, su pretensión es ampliar sus actividades extractivas hacia una extensa
zona contigua con el harto conocido mega proyecto CONGA, y la gran mayoría de
Cajamarquinos no estamos dispuestos a permitirlo, porque esa es zona de recarga
hídrica y cabecera de cuenca de varios ríos que sustentan la vida de la
población de al menos cuatro provincias: Celendín, Bambamarca, Cajamarca y San
Marcos.
Algunos estudiosos y especialistas en
ciencias sociales, concluyen que en veinte años de operaciones, Yanacocha nunca
trabajó en la búsqueda de la armonía en sus relaciones sociales con la
comunidad. Sus funcionarios y muchos de sus trabajadores siempre se mostraron presumidos,
con ego inflamado e imbuidos de soberbia. Y hasta Roque Benavides, uno de sus
principales propietarios, declaró que odiaba el término “licencia social”, y que para
él bastaba la licencia del estado que otorga las concesiones mineras. Este
mismo empresario minero, ante la pregunta de por qué miles de cajamarquinos
cuestionan el rol de su empresa, respondió: “se
nos ha ido la mano con los estándares ambientales”. Les corregimos: “se les ha ido hasta las patas”.
Por lo tanto, es por la INVIABILIDAD
intrínseca del mega proyecto CONGA; y por sus propios errores y falta de
responsabilidad social, ambiental, etc., que Yanacocha SRL no logró la licencia
social para llevar adelante su ejecución. Y el conflicto por Conga, ha generado
amplios espacios para el debate y exposición de argumentos, en los que los ambientalistas
tienen todas las de ganar, porque los técnicos y voceros de Yanacocha, con el
apoyo de prensa adicta incluido, no pueden defender lo indefendible y les es
imposible “tapar el sol con un dedo”.
Su único y deleznable argumento es: “El Perú es un país minero y solo si explota
sus recursos minerales puede seguir creciendo”. El tambaleo de la
economía y de ese crecimiento, les está golpeando en su cabeza bruta y achorada.
Finalmente, quienes creemos que otro modelo
económico y de desarrollo para el país, alternativo al que puede generar la mega
minería, es posible. Ponemos como ejemplo a Israel: antes un desierto del
tamaño de la región Ica, hoy uno de los países con la agricultura más avanzada
y desarrollada del mundo. Así se derrumban por completo éste y todos los
argumentos economicistas y pancistas de los fanáticos hinchas de las industrias
extractivas y de la mega minería.
(+)
Presidente del Comité de Apoyo a Celendín Cajamarca
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