Por: Secundino Silva Urquía
Introducción.
Desde la segunda mitad del siglo XIX (Años 1850 al 1900), la
zona rural del Huauco (Hoy Sucre), fue vista con mayor interés de posesión o propiedad
por sus pobladores. Entonces estaba, en su mayoría, cubierta de arbustos y
árboles nativos; las áreas descubiertas por sus pastos, constituían potreros eventuales
del ganado de los terratenientes de la época. Y para entender mejor esto,
tengamos en cuenta lo siguiente:
Primero.- Luego de sellada la
independencia del Perú en 1824, el concepto de posesión y propiedad de las
tierras de poca fertilidad y acceso al agua, varió. Los entonces poderosos
hacendados empezaron a considerarlas como áreas potenciales para expandir sus dominios.
Segundo.-
El crecimiento poblacional de la villa El Huauco hizo cada vez más
difícil acceso a la propiedad de las tierras de su campiña; por lo que muchos ciudadanos
con vocación innata de agricultores, vieron en las tierras libres de "La
jalca", oportunidad para trabajar y sostener su economía familiar. Así, a
partir de las últimas décadas del siglo XIX, algunos huauqueños se trasladaron
hacia el ámbito rural. Y, tercero.- La creación del distrito Huauco
se da el 02 de enero 1857; pero fue recién el 22 de diciembre de 1923, mediante Ley Nro.4860 de creación del
distrito Oxamarca, en que se fijaron
también los límites del distrito Huauco; y el 15 de noviembre de 1940, mediante Ley Nro. 9198, cambió su nombre a Sucre.
Dorotea Urquía y su lucha en defensa
del ámbito rural del Huauco.
Los señores Marciano
Marín Mendo (1922- actualidad) y Silvestre
Mendo Carranza (1934-2006), ambos nietos de Dorotea Urquía Zelada y Mercedes
Mendo Cabanillas; aseguran que sus abuelos mencionados lideraron los primeros
pobladores de lo que hoy es el caserío La Quinuilla; y que por esto ellos ya
nacieron allí. Otras personas mayores de aquella generación pionera, también habrían
contado lo mismo a sus respectivos descendientes. Pero, mientras ellos vivían
sus primeros años de posesionarios de la parte rural del Huauco; surgió la
disputa por esos terrenos entre Manuel
Cacho Gálvez, dueño de la hacienda
Polloc y los García Zelada de la
hacienda Cantange. En resumen, la
disputa predial era la siguiente: el primero reclamaba jurisdicción de su
hacienda, hasta lo que en la actualidad es el caserío de Santa Rosa y los segundos, hasta lo que hoy es Vigaspampa. Cuando este lío, que surge en los últimos años del
siglo XIX, se intensificó; una tercera parte incursionó en la disputa predial,
reclamando las tierras como intangibles y suyas: "Las Comunidades Campesinas
del Huauco". Con esta personería, los comuneros que ya usufructuaban
dichas tierras, con el pastoreo de su ganado, extracción de madera para la
construcción de sus casas, y siembra de chacras aisladas, se enfrentaron con
coraje a las pretensiones expansionistas de los hacendados.
Dorotea
Urquía Zelada, lideró el grupo de los primeros
pobladores de La Quinuilla y Calconga, en dos choques decisivos con
el hacendado Manuel Cacho Gálvez: uno en la "Loma del Indio" y el
último en lo que hoy es "La Conga el Sumidero", en la entrada oeste
del actual caserío La Quinuilla. Cuentan
que en éste último paraje, doña Dorotea, armada de un revólver pequeño, se
abrió paso entre los pocos comuneros y desafiante se colocó frente al acaballado
y mejor armado terrateniente, se rió de sus amenazas y le espetó la firme
decisión de que "ella y su gente no le temían y que solo muertos serían sacados de
esas tierras". El hacendado, flanqueado por sus lugartenientes también
acaballados, preguntó airado: “¿Y de dónde salió esta india de mierda?”. Luego,
al ver la suicida determinación de los comuneros se retiró, no sin antes
amenazarlos que los “llevaría a juicio
por pretender usurpar ilegalmente parte de su propiedad”. Cacho Gálvez, basado
en sus influencias económicas y políticas, cumplió su amenaza y emprendió la
lucha judicial contra las "Comunidades Campesinas del
Huauco". La actitud tesonera de los comuneros, que no le dieron
tregua ni en el campo judicial, más los propios cálculos políticos del
hacendado, hicieron que el litigio se resolviera a favor de los primeros.
En efecto, tiempo después, su hijo Manuel Cacho Souza estableció buenas relaciones con autoridades y
personajes influyentes de Sucre, y obsequió
a la Municipalidad de Sucre el fundo "El Sauco". Fue así el
devenir de los hechos, al punto que Manuel Cacho Souza resultó elegido dos
veces parlamentario por Cajamarca, con la suma de los votos de los sucreños de
entonces, llegando a ser Vicepresidente del Congreso de la República. Se sabe
que como tal visitó la ciudad de Sucre en mayo de 1951, y que sus autoridades
lo recibieron con honores.
Las referencias de Nazario Chávez
Aliaga.
Nazario Chávez Aliaga, en su libro “SUCRE” (EL
HUAUCO), acerca de la historia del distrito Sucre, publicado en 1967; menciona
parte de los hechos hasta aquí expuestos, en los siguientes acápites: “CREACIÓN
DEL DISTRITO DEL HUAUCO” (HOY SUCRE)- Págs. Del 08 a 12; “LA REPRESENTACIÓN
POLÍTICA POR EL DEPARTAMENTO VISITA SUCRE”- Pág. 45; "DESLINDE DE SUCRE
CON LA HACIENDA POLLOC"-Pág. 49. En este último, no precisa lugares ni
menciona a los protagonistas del pueblo. Fiel a su estilo, sí resalta y alaba
de muy buena manera, la figura o persona del extinto hacendado Manuel Cacho Gálvez y la de su hijo Manuel Cacho Souza, mediante los
siguientes textos: “Desde 1899, el pueblo de Sucre sostuvo un
intrincado litigio, con el propietario de la hacienda Polloc, señor Manuel
Cacho Gálvez, que duró más o menos diez años, produciendo situaciones
violentas, que, en más de una oportunidad, dieron motivo para que el pueblo de
Sucre se movilizara en masa al lugar de la disputa cuando y cada vez habían
diligencias judiciales que realizar, con el objeto de hacer respetar sus
derechos con medidas de fuerza, que eran conjuradas, gracias a la ecuanimidad y don de gentes del señor Cacho Gálvez,
quien tuvo una compostura digna de su estirpe”; “…y el señor Cacho Gálvez, dando muestras de
sus nobles sentimientos de amistad para el pueblo del Huauco, hoy Sucre, puso
punto final al juicio, consiguiendo, con este gesto generoso, que el pueblo de
Sucre lo reconociera como su benefactor,(sic) gesto que sirvió para que más
tarde su hijo, el señor Manuel Cacho Souza, dos veces senador por el
departamento de Cajamarca y Vice-Presidente del Congreso, siguiendo el ejemplo
trazado por su padre, donara a la Municipalidad de Sucre una importante sección
de terreno…”; “Esta hidalga actitud comprometió en tal forma el reconocimiento
público, que en la visita del señor Cacho Souza hiciera A Sucre, años más
tarde, tuvo su expresión elocuente en la magnífica y multitudinaria recepción
que todo el pueblo de Sucre le tributó…”
Don Marciano Marín Mendo, en cambio, manifiesta
que él mismo leyó los documentos guardados celosamente por doña Dorotea, que
contenían la sentencia de la Corte Suprema de Cajamarca, la misma que
determinaba el mejor derecho las “Comunidades
campesinas del Huauco”, sobre las tierras en litigio. Don Marciano, a la
vez, reconoce no haberse preocupado por la conservación de estos valiosos
documentos. No sabemos alguno de los muchos descendientes de doña Dorotea, aun los
conserva, como conservó su fotografía su bisnieta Elena Mendo Chávez; quién gentilmente nos la proporcionó para
hacerla pública.
Doña Dorotea Urquía
Zelada, a quien con justicia llamaremos: “Matriarca de La Quinuilla y
otros anexos de Sucre”, según sus propios descendientes, habría nacido
en 1861 en La Conga de Urquía (El Huauco). Por tanto, vivía sus mejores
años cuando asumió la tarea de luchar y defender los intereses del Huauco
rural. Las mismas fuentes dignas de crédito, manifiestan que ella falleció en
La Quinuilla, en 1965, a la edad de 104 años. Por tanto, el juicio
por la posesión de la mayor área del ámbito rural de Sucre, debió culminar en
1909; es decir: empezó cuando doña Dorotea tenía alrededor de 38 años y culminó
cuando tenía 48.
La última comunidad campesina de
Sucre.
El Sr. Marciano Marín Mendo, a quién
entrevisté en el distrito La Esperanza (Trujillo), donde reside; refiere a sus
91 años con lucidez y precisión, que entre 1971 y 1972 se parcelaron los
últimos terrenos comunales de La
Quinuilla. Los comuneros aprobaron por unanimidad su repartición
equitativa, para evitar la concentración de mayores áreas en pocas familias.
Pues, en esos mismos años, la construcción de la trocha Cruzconga - La
Quinuilla, más la consolidación del boom ganadero en todo el departamento de
Cajamarca, hicieron que esos terrenos comunales se valoraran más. Así, mientras
el gobierno de entonces, encabezado por el Gral. Juan Velasco Alvarado, promovía
el cooperativismo; la construcción de la trocha mencionada tuvo en Sucre el
impacto de destruir su última comunidad campesina.
Yo, que nací en La Quinuilla en 1960, aún tuve la suerte de
crecer, junto a los de mi generación, jugando por los amplios campos verdes
cubiertos de gramas y algunos shinshiles, esos que sin ningún tipo de linderos
ni cercos albergaban nuestras humildes casas campestres. Recorríamos, también
los cerros y colinas comunales cubiertos de pastos naturales y de otras
especies vegetales como: orquídeas, helechos, pushgais, chullcos, cotocotos,
poporos, lanches, piquepiques, zarzamoras, yanaqueros, cirimbaches, guangas,
topoqueros, chimchuangos, lloctaras, chilcas, maticos, camandelas, alisos, etc.
Estos campos alojaban y alimentaban nuestro ganado, y a nosotros mismos.
Entonces, éramos niños totalmente libres y felices, pese a las limitaciones
conocidas, que entonces y hasta hoy, imponen a nuestras familias campesinas,
los gobiernos y el sistema.
Las transnacionales, la depredación
y la liquidación de la vida.
Todas esas especies vegetales antes mencionadas, algunas con
nombres en el dialecto nativo de nuestros antepasados, casi han desaparecido a
consecuencia de la avidez de sembrar pasturas para criar vacas lecheras. Esto a
su vez, para proveer de leche a las transnacionales GLORIA y NESTLÉ; las mismas
que explotan a nuestros campesinos, pagándoles menos de un sol por litro de
leche. Introducen además, especies foráneas de pasturas como la grama azul, que
no requieren de mucha humedad para crecer; y manteniendo a la gente en los
límites de la sobrevivencia, los inducen a depredar los últimos bosques nativos
que quedan. Las posteriores y continuas erosiones los convertirán a los suelos en
improductivos y poco habitables; y así quedarán como campo libre al futuro
ingreso de las voraces transnacionales mineras, las mayores depredadoras del
medio ambiente, que no dejarán ningún signo de vida por dónde pasen. Este es parte
el plan que neoliberalismo tiene a largo plazo para todo Cajamarca, el mismo que
algunos pro mineros arribistas aplauden a raudales; y no falta quienes, como el
sociólogo convenido Telmo Rojas,
hablan de esto echándoles la culpa de la desertificación de los suelos a los propios
campesinos. Para mala suerte de ellos y sus patrones yanacochinos, existimos
quienes podemos desenmascararlos, porque defenderemos siempre el derecho
irrenunciable a la vida.
Presente y futuro del distrito
Sucre.
Luego de conocer hechos y referencias de la vida de doña Dorotea Urquía Zelada, entenderemos
mejor, cómo la gran mayoría de anexos del distrito Sucre, encontraron espacio geográfico para desarrollarse en su
medio rural, de modo tal que actualmente albergan alrededor del 70 por ciento
de su población. A los más antiguos les tocó, incluso, apuntalar el progreso de
la ciudad capital, con mano de obra gratuita para la construcción de obras
públicas (Iglesia, carretera Loma del Indio-Sucre, Centros Educativos); y hasta
aproximadamente cuarenta años atrás, contribuían al sostenimiento de Sucre como
distrito líder de la provincia celendina. Hoy nos damos cuenta que es necesario
salvar, en el menor tiempo posible, la distancia geográfica existente entre la
capital distrital (Sucre) y los centros
poblados y caseríos. La construcción de vías y medios de comunicación modernos es
una necesidad y una prioridad impostergable. Sostengo, durante años, que: La
integración de sus medios rural y urbano, es la única alternativa que tiene
Sucre para reencontrarse con su desarrollo. Solo así podrá salir de la
disfuncionalidad social, económica y geopolítica que padece, para constituirse en
un verdadero distrito. Actualmente la ciudad de Sucre, está aislada de los
pueblos anexos del distrito; y solo funciona como un caserío más, o un centro
poblado del distrito de Celendín.
Los sucrenses de hoy y mañana, estamos obligados a corregir
los errores de nuestros antepasados, ellos no fueron infalibles. El primer gran
cambio tiene que operarse en nosotros mismos: ¡cambiemos de mentalidad! para afrontar retos y dificultades.
Lima, 03 de julio de 2013
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