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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

martes, 25 de junio de 2013

Incapaces de decir "YO SOY"

Por Enrique Chávez
 
Hay quienes elevan la estrategia a categoría de dogma irrefutable. Viven enjaulados en ciertos parámetros, fuera de los cuales no conciben su actuación. Son incapaces de combinar lo necesario con lo que en determinado momento se tiene que hacer.

Son semejantes al dolor vallejiano: si los pusieran en una estancia oscura, no darían luz y si los pusiesen en una estancia luminosa, no echarían sombra. Aunque no sé si sean dignos de tal comparación.


Son –también– como las sombras de Ingenieros. No tienen sueños, ni convicciones, ni creencias, ni opinión propia y mucho menos ideales. Sus respuestas suelen ser rápidas, pero monolíticas, huérfanas de análisis y autocrítica. Y otra vez: no sé si sean dignos de tal comparación.

Son como hojas sueltas al albedrio de un otoñal ventarrón, como un barquito de papel que un niño construye y abandona en la corriente de alguna acequia… Son y no son.

El Hombre Mediocre de Ingenieros los describe elocuentemente: “Su opinión es tornadiza como veleta y sus cambios obedecen a solicitaciones groseras de conveniencias inmediatas […] acomodan las propias (opiniones) a sus apetitos y pretenden encubrir la indignidad con el nombre de evolución”.

Lo peligroso de estas sombras, es que a veces –incluso, y no sé por qué jugada macabra del destino– llegan a conducir los destinos de una sociedad. Y su opinión, sus “ideales”, sus “convicciones”, antes tan ligadas a las aspiraciones de un pueblo harto de la injusticia; se tornan, de pronto, movidas ahora por el indecente viento de los poderes económico y político, de un color opuesto al que antes tenían. Y los vemos ahí, con sus respuestas ágiles: militarizando los conflictos sociales, rompiendo diálogos, pisoteando concertaciones… Botecitos que hoy navegan en el mar de la intolerancia, la autocracia y el militarismo como monolítica estrategia.

Lo peligroso de estas sombras, es que otras veces, se “adueñan” del sentir popular y se autonombran sus voceros. Y terminan –como es su especialidad– anotando un espectacular gol en propia meta. Ayer, por ejemplo, la Universidad amaneció con una nueva, aunque ya no sorprendente, toma de local. Y ante el descontento de la mayoría de alumnos que temen perder el ciclo académico, los “dirigentes” de dicha medida no tuvieron mejor respuesta que abrir las puertas sin dar mayores explicaciones.

Ciegos a la circunstancia, incólumes ante el sentir estudiantil, incapaces de crear una estrategia nueva que conjugue la lucha de los estudiantes con la continuidad de las actividades académicas, monolíticamente convencidos de que “no hay otra que tomar el local”, siguen irremediablemente lo que consideran la única forma de luchar, han hecho de la estrategia un dogma a seguir inexorablemente.

Siguen un guión escrito, incapaces de forjar algo nuevo, propio y verdaderamente reivindicador. Son sombras, calcos y copias impasibles a las circunstancias: incapaces de decir “yo soy”.

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