César Hildebrandt es un hombre de principios y es por eso el mejor periodista del Perù, uno de los pocos que puede transitar por el mundo con la frente en alto sin ninguna lacra que enlode su pasado. El no ha cedido a las tentaciones del dinero ni del poder, por eso la prensa parametrada, que se somete a intereses inconfesables e inclina la cerviz ante el tirano de turno, como sucedió en la epoca nefasta del fujimontesinismo, no lo quiere y le cierra el paso cada vez que puede porque su presencia les recuerda su miseria. Por eso su opinion pesa y es seguida por la gente que busca seriedad y sensatez. De su semanario “Hildebrandt en sus trece” publicamos este artículo referido al problema celendino de Minas Conga y celebramos nuestra coincidencia con él respecto a que ha llegado la hora de que el país despegue a partir de la educacion y deje de ser un mero expotador de materias primas (NdlR CPMII).
Por César Hildebrant
“…leches
aguadas,
cajamarcas
crueles”.
(Juan
Gonzalo Rose)
En Cajamarca, en Andahuaylas, en Puno, en
Cañete, en diversos puntos de la Amazonía, el tema es el mismo: las viejas
deudas del centralismo limeño se están pagando. No se trata sólo de la minería
sino de una rebelión que nos obliga a mirar lo que nos hemos negado a mirar
durante muchos años: los fueros del interior arrasados por una “república
burocrática” domiciliada en Lima.
El gobierno es una máquina que fabrica miles
de decisiones en este país “unitario” que está hecho jirones. Muchas de esas
decisiones atañen al futuro de los campesinos, las comunidades serranas y
selváticas, las breves extensiones agrícolas que no están vinculadas a la agroexportación.
Es como si la “utopía arcaica” –frase descalificadora y casi miraflorina-
quisiera cobrar actualidad y revancha.
¿Qué hacer? ¿Volver a la pólvora y los
máuseres como proponen quienes piensan que la única tradición por conservarse
es de los toros?
El problema es que les hemos dado pie a los
gobiernos regionales a creerse instancias federativas de un país que reconoce
sus variadas complejidades. Pero, claro, eso es sólo es de boca para afuera: el
regionalismo es bueno cuando acata a Lima y administra los planes del “señor
gobierno”; es malo cuando se nos enfrenta.
Es cierto que la realidad andina y amazónica
esconde también a los ladrones de madera y a los mineros clandestinos. Hay que
combatir esas plagas, pero eso no puede ser argumento para declararles la
guerra a quienes malviven en dos tercios de nuestro territorio.
El asunto es elegir. Y el dilema es optar por
el pasado o por el futuro.
El pasado no es la agricultura y el cuidado
del medio ambiente. Ese es el futuro. El pasado es, más bien, seguir vendiendo
piedras, depravando paisajes, volcando en ríos camiones de cianuro o de
mercurio. El futuro es darle valor agregado a la minería existente y aprobar
los proyectos mineros que se concilien con la preservación de las fuentes de
agua. El pasado es La Oroya, Cerro de Pasco, Conga. El futuro es un país que dé
el ejemplo explotando con más cautela sus recursos no renovables y creciendo
sin seguir la cadencia insaciable de las mineras de oro y cobre y de ese
“sistema-mundo” que ha enloquecido y está en plena decadencia.
¿Vamos a ser menos sin Conga?
No. Seguiremos siendo un país minero y serio
que cumple sus compromisos. Pero le habremos demostrado a la inversión
extranjera que estas no son las comarcas de Tarzán y que aquí el medio ambiente
tendrá que ser respetado.
¿Peligraba el medio ambiente con el proyecto
Conga?
De eso no hay duda. Este semanario fue el
primero en decirlo con documentos y testimonios en la mano. Y la renuncia de
una persona de la decencia de José de Echave no hizo sino confirmar la
reprobable maniobra que, desde el gobierno y con el ministro de Energía y Minas
a la cabeza, quería favorecer a Yanacocha a cualquier costo.
Deliberadamente, al Ministerio del Medio
Ambiente se le dio un estudio de impacto ambiental de 20.000 páginas para que
lo revisara en quince días. El propósito era que no hubiera revisión ni
diagnóstico. Pero José de Echave no se dejó amedrentar y puso a sus mejores
técnicos a trabajar día y noche esos quince días. Lo que hallaron bastó para
descalificar a Conga: no tenía Licencia Social, como argumentaba, y no había
tomado en cuenta el ecosistema en torno a las lagunas y los bofedales. Además,
los técnicos dejaron al desnudo serias dudas relacionadas con la valoración
económica del proyecto.
La gente del Ministerio del Medio Ambiente con se reunió con funcionarios de Yanacocha. Según De Echave, “las
respuestas no fueron satisfactorias”.
La suspensión del proyecto Conga fue
anunciada, curiosamente, no por el gobierno sino por Yanacocha. Había en ese
texto una informada serenidad y un gran optimismo.
Yanacocha tenía sus razones: tanto en la
Presidencia del Consejo de Ministros como en el Ministerio de Energía y Minas
la promesa implícita había sido la misma: “esto es una tregua, ahora les
corresponde a ustedes ganarse a la población y voltearles el partido a los
agitadores”.
Lo que no calcularon es que Cajamarca no se
rindió. Al cierre de esta edición, la huelga indefinida continuaba, aunque,
sensatamente, se había decidido reabrir de modo parcial las carreteras.
¿Hay agitadores en Cajamarca?
Claro que los hay. Uno de ellos es Wilfredo
Saavedra, presidente del Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca. Darle la
razón al diario Correo no está entre mis aficiones, pero en este caso es cierto
que Saavedra parece convencido de que en Cajamarca brotará la chispa de la
pradera en llamas con la que sueña. De otro modo no se explica que esté
exigiendo, en su página web: “la renuncia de Ollanta Humala por incapacidad
política y moral”. De modo que este guerrillero fracasado lo que quiere no es
sacar una tajada sino llevarse, entero, el panetón de Conga.
Mal harían Marco Arana y los suyos en sumarse
a esta prédica que desacredita el argumento ambiental y hace aparecer a
Cajamarca como el botín de unos topos del violentismo.
Y mal hacen quienes ven en el diálogo una
claudicación y una suerte de traición al machismo maximalista del señor
Saavedra.
En Cajamarca se están jugando cosas mucho más
importantes que el supuesto porvenir del ultrismo teñido de verde. En Cajamarca
se juega una opción de desarrollo, una manera de entender la vida, un método
para crecer sin desatar las iras de la naturaleza.
Y vienen nuevas batallas cajamarquinas. Una
de ellas es la del proyecto La Zanja, también de Yanacocha, y otra es Galeno,
una inversión China. Ambas explotaciones son auríferas y ambas están situadas
en cabeceras de cuenca. Esta batalla recién ha empezado y obligará al gobierno
de Humala a abandonar sus dobles discursos. O está con una minería compatible
con la preservación del medio ambiente –algo que se puede medir sin histerias
regionalistas y con vocación técnica- o está en la ruta de Fujimori, Toledo y
Alan García. Y Benavides, Prado y Odría. Que se decida.
Fuente: Semanario Hildebrant en sus trece, Nº 84, del viernes 2 de diciembre 2011
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