Desde Chungo y batán queremos
recordar a un hombre cuya presencia
infundía respeto y un vivo deseo de imitar; a un profesor profundamente cimentado
en el firme basamento del saber, que dio todo de sí en su labor docente, en el
mayor anonimato y sin esperar recompensa alguna. A una persona a la que, como lo
dice la profesora Correa Santillán, “…el mejor homenaje que podemos hacer… es
seguir sus huellas y aunque no es tarea fácil, sí es posible de lograr” (NdlR).
Un
ejemplo a seguir
Por: Prof. Fanny
Correa Santillán
Existen seres humanos con
quienes compartir un minuto es “aprender a vivir”, no sólo por sus ideas, sino
sobre todo por el ejemplo que en cada hecho de su vida te saben dar. Permítame
compartir estas líneas que reflejan mi admiración y gratitud hacia el PROFESOR
ZENÓN CHÁVEZ ZEGARRA, un gran ser humano, ejemplo de maestro y una digna
muestra de eficiente gestión educativa.
Sabemos que la eficacia de
las Instituciones, radica en la calidad humana de los que laboran en ellas y
sobre todo en las personas que lo dirigen, eso es lo que veíamos y sentíamos
los que tuvimos la oportunidad de trabajar junto a él, pues siempre tenía para
nosotros un saludo amable, sincero y respetuoso, acompañado de alguna de alguna
frase que nos hacía sentir orgullosos y comprometidos con nuestra labor
docente; estoy convencida que para muchos mortales como yo, esto es tan o más
importante que nuestro sueldo, él lo conocía perfectamente, sabía que la
motivación y el calor humano es la mejor arma para superar cualquier
desavenencia, frustración o insatisfacción y que también es la fuerza
infaltable en la unificación institucional.
Él
sabía leer en los ojos. El estado emocional de los que lo
rodeaban, rápidamente nos brindaba la confianza necesaria para desahogar nuestros
problemas, haciéndonos ver cuidadosamente que siempre existe una solución.
Luego ponía en práctica su habilidad de buen conversador para sacarnos de
nuestras incertidumbres y aflicciones envolviéndonos en temas diversos como:
los acontecimientos políticos del día, el cognoscitivismo, el arte o la
compleja psicología del ser humano.
Recuerdo
que lo más fascinante para mí era discutir sobre la
gestión y las normas educativas, también la manera de actuar de muchas personas
frente a las mismas: algunos las toman para no hacer nada, otros para dominar,
traficar y lamentablemente muy pocos las utilizan como un medio para lograr el
desarrollo institucional y porque no personal. Decía el profesor Zenón: “Un
estratega es aquel que sabe combinar lo que se impone y lo que en una
determinada circunstancia se tiene que hacer”, ese era su punto de vista y de
hecho esa era su especialidad.
Gracias
a nuestras continuas pláticas llegué a comprender que el
equilibrio emocional de quien lidera una institución es fundamental ya que
trabajamos formando personas, y tratarlos según sus necesidades es un reto del
día a día. El que lidera una institución educativa para un trabajador deberá
ser el motivador, el jefe de la barra; para otro tendrá que ser el que pone la
mano firme, para enderezar su labor y en ciertos casos, deberá ser apaciguador,
el que utilizando todas las estrategias necesarias frente a la furia de
alguien, cual experto domador. El profesor Zenón complementaba esta habilidad
con el don de llevarnos siempre a filosofar sobre nuestro actuar y el de los
demás.
Manifestaba frecuentemente:
“Los ataques en la vida pueden venir de todos los frentes pero uno tiene que
mantenerse firme, alerta, ubicarse estratégicamente y tomándose el tiempo
necesario para poder responder bien”. Eso es lo que decía y eso es lo hacía en
el diario vivir. Todavía lo escucho diciendo: “¿Ese es el problema? ¿Cuántas
soluciones tienes ya?, fuerza, persiste, a esta altura del partido está
prohibido desistir y por favor colega no deje de sonreír”.
La amplia dimensión
espiritual para comprender la vida lo convirtió en el consejero permanente de
inquietos adolescentes, niños, niñas, docentes y padres de familia que
extrañamos al “amigo” que a pesar de su apretada agenda que sobrepasaba las
funciones clásicas de un Director, siempre tuvo un momento para compartir.
Los
que tuvimos la “suerte” de conocerlo aprendimos de él que
responder una ofensa con la palabra adecuada, el gesto sencillo y sincero
permite a los hombres pasar la barrera de la oscuridad. Es imposible olvidar
las estrategias que utilizaba para hacernos reflexionar sobre la mentira, la
deslealtad o la “sobonería” y nos dio cátedra de cómo detener la falta de
veracidad, jamás permitió que la comunicación informal supere a la formal,
tenía claro que esto favorecería a unos cuantos y dañaría la vida de los demás.
Pensar en alguna de sus
debilidades –si las podría llamar así-, seguramente sería su terquedad en
confiar que las personas que laborábamos junto a él aprendíamos de nuestros
errores, y cómo no recordar su rostro triste e imponente al ver a alguien
cometer “n” veces el mismo error.
Su ejemplo de fortaleza será
imperecedero en nuestra existencia pues lidió con coraje ante las vicisitudes
de la vida y sobre todo con esa tenebrosa enfermedad que apartó su cuerpo
físico de este mundo. Aunque materialmente no esté, jamás podremos borrar de
nuestras vidas las huellas firmes que dejó al pasar por la Fidelísima Ciudad.
2 comentarios:
Hola:
Felicito a la profesora Fanny por tan acertado y emotivo artículo dedicado a Zenon Chávez. Tuve la suerte de conocerlo, todo un señor, pero sobretodo, su gran capacidad innata para enseñar en cualquier parte donde lo encontrases. Y lo mismo pasa con sus hermanos Tobías y Beto.
Elmer
tal, creo que no se puede comparar al señor Zenón con Tobias. Zenón es un Sociólogo desprendido que gustó siempre de enseñar con el ejemplo y conociendo muy bien su profesión. Es una pena que no se pueda decir lo mismo de Tobías a pesar de no ser un mal profesor.
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