Por: Douglas Rojas Zegarra.
Hoy hablaré una vez más de aquel Sucre antiguo, de tiempos pasados, que hace honor a su época porque, valgan verdades, era un Sucre mejor. Contaba con una sucursal del Banco de la Nación, con un Mercado Central sabatino y con varias “paradas” para el diario, contaba con establecimientos de expendio de telas de corte inglés, como de don Teobaldo Chávez, contaba con zapaterías (P. ejemplo zapatería Danita), estancos de sal, estancos de la coca, y hasta con un gran Cine Eastmacolor el mismo que funcionaba con un proyector marca Lumiere modelo 9 mm y esto sin hablar de la embotelladora de gaseosas “La Sucreñita”; porque, a decir verdad, cuando seguimos enumerando todas estas cosas que se han perdido en el pueblo, no hace sino invadirnos la nostalgia, combinada con una suerte de coraje y de impotencia, al ver que nuestra querida tierra, pese a los grandes adelantos de la tecnología con la que se cuenta en la actualidad, no ha hecho menos que retroceder enormemente en su grácil desarrollo en el que parecía estar impulsada. Los motivos: Vaya Ud. a saberlos y, sería un excelente “tema de tesis” para un buen estudiante de mercadotecnia o de economía, pero eso por ahora no nos interesa; lo que ahora nos interesa recordar es a aquel gran portento de la tecnología del siglo pasado que es el cine y que hizo su llegada por primera vez a Sucre, según cuentan, como cine mudo y en blanco y negro, cuando a nuestro pueblo llegó un personaje cuyo nombre no me acuerdo pero que le apodaban cariñosamente “Mono Sucio”. Él, si es que no estoy equivocado, proyectó en los amplios salones de la municipalidad algunas películas en blanco y negro que, en ese entonces, pasaban de moda en Europa y los Estados Unidos. Esto ocurrió en los años 62-64 y, tales películas, eran recortes seguramente de las de los clásicos Charles Chaplin y del Gordo y el Flaco. Esto lo testifico con seguridad, porque cuando yo era estudiante de la secundaria, llegó a mis manos uno de estos rollos, ya incompletos y deteriorados y en mi casa con la inquietud infantil que me caracterizaba, hice mi proyector casero y logré proyectar estas películas, obviamente sin sonido alguno y con las limitaciones propias de un proyector hecho como quien dice “a machete”.
Fue nuestro recordado amigo Mardonio Sánchez Sánchez quien trajo a Sucre por primera vez al verdadero Cine full color y con sonido incluido. Cómo no recordar la gran sensación de ansiedad que sentíamos nosotros, muchachitos todavía en aquel entonces, cuando después de pagar nuestro sol, a doña “Fija” (así le llamaban a la mamá de Mardonio), que hacía las veces de cajera del improvisado cine, nos sentábamos en las “butacas más duras del mundo” hechas de tablón de eucalipto y esperábamos, previa música de valses y boleros, escrupulosamente escogidos por quien fuera músico de la Sinfónica Nacional, a que empezara a proyectarse “El Rollo”, como así le llamaba técnicamente don Milton Odilón, quien hacía las veces de operador de la máquina de proyección. Luego de la música, que estoy seguro sólo le gustaba a su dueño, no por fea sino por vieja, venían los preliminares y repetidos hasta la barbaridad corto - metrajes, entre ellos los que destacaban era: Miel Pura de Abejas, Operación de almorranas, entre otros sacados de los más profundos baúles de la National Geografy y que estoy seguro se los conseguía don Mardonio en calidad de obsequios. Luego venían ciertamente las películas de fondo. Como no acordarse de una de las primeras o tal vez la primera que se proyectó de nombre “Molokay la Isla maldita”, que narraba la historia dramática de un gran médico con verdadera profesión de fe, que se adentró hasta una isla con la intención de hacer sus prácticas profesionales, pero se quedó para siempre en ella porque encontró que casi todos estaban contagiados por la lepra y comprendió que su destino era quedarse en esa isla para buscar el remedio y la curación de aquel mal entonces incurable el cual finalmente se cobró su propia vida, aunque después de luchar heroicamente por el bien y la salud de otras personas a quienes ni siquiera conocía, en un acto supremo de heroísmo y altruismo. Otra película de la cual tengo “flashes” de recuerdo fue “El príncipe encadenado” basada en la novela de Calderón de la Barca cuyo título es La Vida es Sueño. Creo que entre las películas de acción mejores que llevó a Sucre estuvo Flint, era una especie de versión antigua de rápidos y furiosos., también entre las mejores del oeste: “Por un puñado de dólares” o “Duelo de Titanes” con Jhon waine y Kirk Douglas, también estaría la infaltable “Un millón de años antes de cristo” que era una historia con dinosaurios una especie de Jurasik Park prehistórico. Otra valores cristianos fue “Josie la Indomable” basada en la historia de las peripecias de una jovencita de corte puritano ambientada en Norteamérica de tiempos de la colonia inglesa, etc.
Pero así como nos trajo buenas películas dignas del recuerdo, también nos trajo algunas terriblemente feas y aburridas, que por lo mismo no las olvidaremos nunca: entre las más feas que nos trajo no podíamos olvidarla a “El Arpa Birmana”, era en realidad un documental de la segunda guerra mundial en la zona de Camboya, en donde lo único que se veía era un vista fija a unos arenales a los cuales le disparaban ráfagas de metralleta cada vez que por ahí se aparecía algún chino con su sombrero en hongo y caía el pobre fulminado por las balas, mientras como fondo musical sonaba justamente el arpa Birmana que era tocada por algún otro oriental. Para colmo era una película en blanco y sepia, un color monótono y aburrido, además fue largometraje como para dormirse sin necesidad de tomar valeriana. La más aburrida de todas fue sin duda “Un señor y su perro”, en la cual se veía cómo el camarógrafo se pasaba más de dos eternas e interminables horas, haciendo seguimiento a un señor con su perro. Por las calles, mercados, tiendas y plazuelas de Alemania y finaliza cuando al animalito le dieron ganas de hacer sus necesidades justo al frente de una monumental pileta de aguas burbujeantes.
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