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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

domingo, 1 de mayo de 2016

Narrativa: EL CRISTO DE ESPALDAS por Eduardo Caballero Calderón.

"El Cristo de Espaldas" y la Dignidad del Hombre.



Prólogo

(...)

Esta novela se adentra en los entretelones de la gran tragedia nacional colombiana de este siglo: la violencia.

(...)

La violencia colombiana fue política, dirigida desde el estado. Comprometieron estamentos que quizás, sin el rigor de la disciplina a que ciñen su existencia no la hubieran realizado. Pero para cumplir la tarea, se hizo una previa purga de todo aquel sujeto que no apareciera como adicto al sistema y sus métodos. Así no habría disidencias en imponer el pavor. Todo esto es lo que recogen las páginas estremecidas de angustia de "El Cristo de Espaldas". El relato que aquí tiene tanta sagacidad para describir situaciones y personas, en esencial. Pero lo básico en este libro de Caballero Calderón es la profunda identidad con su pueblo; con el desgarramiento que sufrió el conglomerado humano. En especial con quienes habitaban en municipios lejanos de la capital. De lo que atrasó con el democrático discurrir de nuestra nacionalidad. La novela sitúa el período en que se cumple la peripecia de los personajes, cuando llega el hijo de don Roque Piragua al pueblo y el alcalde dice:
"Pues yo no lo he visto! Hoy mismo le hice notificar por el Secretario que sólo podría permanecer dos días en este pueblo, mientras líquida la herencia. No queremos rojos en el pueblo!".

El hecho de serlo, fue fue condena durante muchos años. Y a quienes ostentaron ese título, se les trataba sañudamente. Esta atmósfera de crueldad la logra transmitir al lector, con su rigor, Eduardo Caballero Calderón. (...)

(...)

Otto Morales Benitez
Bogota, 1974.


Eduardo Caballero Calderón.- (Bogotá, 1910 - 1993) Novelista, periodista, ensayista, diplomático y político colombiano dotado de una prosa fácil y diáfana, que se vinculó al periodismo en 1938 y durante años utilizó el seudónimo de Swann. Era hijo del general Lucas Caballero, hermano del caricaturista Klim y padre del pintor Luis y del periodista Antonio, quienes usaron en su formación las experiencias diplomáticas de su padre en Madrid (1946-1948) y en París (1962-1968).

Cursó estudios de Derecho en la Universidad Externado de Colombia, que no llegó a finalizar, pues ingresó como corresponsal en la plantilla del periódico El Espectador. En 1938 pasó a El Tiempo, donde firmaba una columna con el pseudónimo de "Swann", y, dos años más tarde, publicó su primer relato, Tipacoque. En ese escenario transcurrieron gran parte de sus novelas y relatos posteriores.

Posteriormente, se sucedieron ensayos -Latinoamérica, un mundo por hacer (1944), Surámerica, tierra del hombre (1944)- y relatos -El arte de vivir sin soñar (1943)-. En 1946 fue nombrado Encargado de Negocios en España, y se instaló en Madrid, donde permaneció hasta 1948. Allí escribió Breviario del Quijote (1947) y una guía espiritual de España, Ancha es Castilla (1950). De regreso a Colombia, publicó un relato de costumbres, Diario de Tipacoque (1950).

En su primera novela, El Cristo de espaldas (1952), mostró un gran dominio del lenguaje y de la construcción novelística, así como su gran capacidad imaginativa. Obra testimonial pionera dentro de la narrativa colombiana, trató del fenómeno más persistente de la historia del país, el de la violencia. El hilo conductor, los problemas de dos hermanos, el uno liberal y el otro conservador, le sirvió para escribir dos de sus siete novelas restantes: Caín (1968) e Historia de dos hermanos (1977).

En 1954 llegó su consagración con Siervo sin tierra, que unía a las características mencionadas un sentido de denuncia de las condiciones de vida de los campesinos y de la explotación a la que eran sometidos. De prosa directa y precisa, sus siguientes novelas fueron traducidas a numerosos idiomas y fueron merecedoras de varios galardones: La penúltima hora (1955); Manuel Pacho (1962); El buen salvaje, de 1966 -que obtuvo el Premio Nadal-; Azote de sapo (1975); Tipacoque, de ayer a hoy (1979) y Bolívar, una historia que parece un cuento (1983).

Caballero Calderón fue un escritor muy prolífico; publicó innumerables ensayos así como volúmenes de memorias y cuentos y escritos históricos para niños. Desempeñó también una intensa carrera diplomática: embajador de su país ante la Unesco (1962-1968), diputado de la Asamblea de Boyacá y Cundinamarca, y diplomático en París, Lima y Buenos Aires.

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