CAE LA
TARDE
Cae la tarde y se escucha
Se escucha un silencio de muerte
¿Un silencio, en la voz de los hombres?
¿Una idea fugaz que no brota?
Cae la tarde y se agita
Se agita el sentir de los hombres
Un grito, es la voz de los hombres
Un grito, que es furia y es canto
Un canto, que es hoy un lamento
Un lamento al amor y a la fe.
Cae la tarde y predice
Predice el fuego que viene
Un fuego mordaz que no quema
Que no quema, en el fruto de la vida.
Cae la tarde y su rojo
Su rojo es vida y es muerte
Cae la tarde y la vida
¡Nace, en medio de la muerte!
A
TRAVÉS DE LOS CINCO CONTINENTES
A través de los cinco continentes
Por los cinco mares
Se apoltronan, los amos del planeta
Y doquiera que sus plantas pisan
El brillo del metal refleja el rostro
Ese rostro criminal que sonríe con sadismo.
Pues, de todos los confines
Por aire, mar y tierra
La sangre y el sudor de los obreros
Va llegando, enlatada, empaquetada
Y son opíparas, las mesas del covite.
Nada llena, como una maldición
El apetito de la bestia, es insaciable
Y con su hambre y con su sed
Quisieran acabar, toda la vid y el trigo
Que manos santas, en el campo cultivaron.
En los graneros, no queda una ración
Y los niños famélicos se mueren.
Por sobre todas las razas se ven
Cuadros humillantes de dolor.
Y es inútil, cantar entonces alegría
Si a cada instante mueren
Esperanzas de amor, en este olvido.
¿El oropel que engalana?
¡Es máscara que encubre inequidad!
Y ya no, miradas suplicantes en espera
Ni voces, que se pierdan en la nada.
No más tragedias, de hogares destruidos
Ni juventudes enteras, en la cárcel.
Y cuando el cáncer
Pretenda engullir, amadas víctimas
El puño en alto del Pueblo levantado
Clamará justicia, justiciera por la tierra.
Será el día postrero
Que ha de llegar con la luz de los humildes.
Entonces, los que siempre
Decidieron, de estas suertes, a la mala
Los falsos profetas, con sus falsos reinos
Se pudrirán, muertos o vivos
En tierra santa o en pocilga
¡La voluntad del Pueblo, es soberana!
Ya se oye, en la distancia, lentamente
Acercarse, los pasos redentores, en la grama
Ya renace, otra vez, definitivo, el verde
trigo.
Del libro: Luego, cuando reinó el silencio de Ulises Valencia.
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