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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

martes, 21 de enero de 2014

“SIGO SIENDO”, DE JAVIER CORCUERA


Un rara avis en la cinematografía peruana es este destacado documental de Javier Corcuera. ¿Por qué impacta y emociona tanto a los asistentes esta película, como se ha visto en las salas de Lima donde se ha exhibido recientemente? Precisamente el mérito de Javier Corcuera es haber puesto en imagen, sonido y escena, una cultura, la nuestra, en su real revelación artística, humana, creadora. Una cultura tantas veces vilipendiada, menospreciada, lapidada desde la Colonia y luego por la aculturación global, que hasta sus propios herederos, el contingente mayoritario de mestizos de hoy, hijos de quechuahablantes  o de afrodescendientes,  fuimos inducidos a descreer y avergonzarnos de ella. De pronto la pantalla nos la descubre bella como era, creativa, profundamente humana, revelando la fuerza de nuestros antepasados, la fuerza de nuestros paisanos actuales, nuestra propia fuerza cultural.


Pero para lograrlo Javier Corcuera no ha sidosólo un recopilador más o menos acucioso pero imparcial, culturalista, no, Javier Corcuera logra estos efectos porque parte de una visión definida y de una postura no ambigua, sino comprometida con nuestra realidad cultural y social, por ello el discurso narrativo resume  la resistencia de nuestros pueblos visto a través de esas expresiones  artísticas y musicales. No por gusto el hilo conductor que atraviesa la película está basada en la concepción de José María Arguedas: la validez de la cosmovisión de nuestras culturas originarias (la escena comunal de la Fiesta del Agua por ejemplo), pero que empieza remitiéndose a lo más puro de nuestra Amazonía; el proceso de mestizaje entre lo andino, costeño, criollo, representado con el violín de don Máximo Damián y el zapateo chinchano, con don Amador Ballumbrosio en el recuerdo de su vitalidad; el potencial creador de nuestra gente a partir de la preservación de esa identidad, tanto en la música andina como en la criolla; posibilidad abierta a su liberación  en base a todo ello. Y ese es el verdadero mérito del realizador de esta película. No un mero presentador o acopiador de nuestra  “riqueza” cultural sino un revisor crítico de nuestro proceso cultural y musical: discriminador, contestatario e impugnador de lo banal y de la mercadotecnia, la que ha penetrado tan groseramente en vertientes de la música andina o criolla. Por eso los representantes que allí se muestran, como la siempre Magaly Solier o SilaIllanis,  en lo andino,  o Rosa Guzmán o Sara Van, en lo criollo, entre otros tantos cultores auténticos que exponen su arte en la película –y seguramente habría mucho más que mostrar-, no son precisamente los más favorecidos por la pantalla, la prensa o el mercado. Y sí son con seguridad los mejores exponentes. 

Javier Corcuera con este documental hace un aporte decisivo a nuestra historia cinematográfica e inaugura, en este periodo, el cine de autor de clara filiación progresista –tan escaso en nuestro medio-, en una veta, el documental,  digna de continuar.


Arturo Bolívar Barreto, 16/01/14.

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