Por Franz Sánchez
Hace unos días me “datearon” sobre un brote pandémico de “trolls”, cuyo despliegue en las redes sociales es producto de la necesidad, de la necesidad de ganar centavos. Se trata de un oficio más, en un país donde la palabra “cachuelo” es una marca patentada.
Y ¿cómo funciona? Un encargado de reclutar “trolls” contacta a un grupo de jóvenes que por lo general deben tener dos requisitos fundamentales para aspirar a “troll”: saber encender el ordenador y ser un inculto desproporcionado. Si es un comprobado cobarde, pues mejor.
A estos jóvenes se les encarga la no tan difícil labor de crear cuentas y perfiles falsos en las redes, de agregarles nombres y apellidos inventados, ubicaciones geográficas simuladas, pasatiempos fingidos, estudios ficticios y todos los demás detalles que darán la apariencia “realista” que necesita el “trolls recruiter”.
Cada “troll” puede alternar con distinto número de cuentas o perfiles, que pueden ser siete u ocho, en redes sociales como: Facebook, Twitter, Myspace y otras.
Una vez obtenida la falsa identidad en la red, el "troll" se encargará de difundir la campaña psicosocial de acuerdo a los planes del día, que se irán renovando, tomando en consideración el diagnóstico del “patrolling”, quien es un usuario anónimo o no, que ha realizado la labor de “searching” o de “patrullar” el ciberespacio en búsqueda de objetivos franqueables, o de espacios de intercambio de opiniones.
Aquí el "troll" @TwiteroMarcelo publica una imagen con una amenaza contra el activista ambientalista @ChavezWar. Para amedrentarlo le maquilla el avar para hacerlo aparecer como simpatizante de Sendero y "terruco". Nada más falso.
Pero ¿cuál es el objetivo? Muchos de ellos resguardan los intereses de quienes los contratan, son mercenarios virtuales que luchan para favorecer a sus “mecenas”, que con sus psicosociales realizan comentarios incendiarios, desprestigian y dinamitan a figuras públicas, a activistas sociales o ambientales, degeneran los espacios de debate, y “atemorizan” a usuarios que representan obstáculo, o que interfieren en sus planes y actividades, lanzan campañas “mediáticas de terrorismo informativo” y se protegen mutuamente, ayudándose unos a otros, entre Id’s fraguadas y fotografías adulteradas.
¿Qué ganan? Cada “troll” percibe una comisión por jornada de trabajo que equivale a una propina del reclutador, quien es el mismo que dirige los psicosociales a difundir, o a quienes atacar.
El “troll” que proviene de la palabra trolling, usada en la frase “trolling for suckers” (pescar incautos), logra muchas veces atemorizar tanto a los usuarios con sus comentarios “remunerados”, que hace que huyan, o que simplemente no quieran emitir sus opiniones por miedo a sus ataques. En los últimos tiempos se debe resaltar además, una nueva especie de acechadores cibernéticos, denominados “TMI” Trolls for Mining Industry, quienes no escatiman esfuerzos en perseguir a opositores ambientalistas.
En estos días de incertidumbre social, de preocupación ambiental, las redes sociales pasarán a la historia como unos de los principales bastiones por donde la información llegó oportuna a los “navegantes”, quienes configuraron una nueva plataforma de lucha y resistencia, sin embargo también, esta etapa vanguardista nos invita a reconocer a este nuevo invasor a sueldo, al embaucador con tarjeta de memoria defectuosa y menos capacidad en el cerebro que un “disquete” noventero, con habilidades reconocidas para “teclear”, pero no para convencer, para confundir estando confundido, y para deleitarnos con una gala de exuberante ortografía que sólo la entiende él.
Si usted se ha topado con alguno, los ha visto o los ha leído, ha intercambiado opiniones o discutido con ellos, le aconsejo que no desperdicie sus energías o su valioso (que no es lo mismo que “preciado”) tiempo, con alguien que no existe a menos que usted quiera que exista.
Y recuerde, el punto más débil de un “troll” es que aparece cuando hay incautos. No sea incauto y fumigue al “troll” tan pronto lo vea. Trabajo hay.
Aquí, en Twitter, en el debate cajamarquino, algunos “trolls detected”: @PotodeLoco @Loboflaco1 @Brontoterium @ElBuhoVengador @latuyape @Comandosinchi @TwiteroMarcelo. Duro con ellos, les gusta el baygón.
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