Por Raúl Wiener
Como el presidente no es de izquierda puede tirar cualquier día al tacho el Plan de Gobierno trabajado por encargo suyo, que aún sigue colgado en la página Web de su partido y en los archivos del JNE; echar a un lado a los equipos técnicos que ayudaron a elaborarlo; despachar en un solo viaje a los ministros, viceministros y asesores progresistas de su gobierno; declarar que lo que se firmó para constituir Gana Perú, no tiene la menor importancia porque todo era para las elecciones y tal vez éste piense que le hizo un favor a los partidos izquierdistas que ahora tienen algunos parlamentarios y si no tienen más es porque les falta apoyo popular.
Pero, como el presidente tampoco es de derecha y, como dice, no ve con simpatía a este sector político, puede trabajar tranquilo con un Fujimorista confeso como Valdés en la Presidencia del Consejo de Ministros o con un garante del inmovilismo económico como Castilla y sus clones que ya andan por varios ministerios, y dejar las puertas abiertas de Palacio para que entren y salgan los representantes de las mineras y otras grandes empresas que desean invertir por el Perú y por sus propios bolsillos.
Pero, como el presidente tampoco es de derecha y, como dice, no ve con simpatía a este sector político, puede trabajar tranquilo con un Fujimorista confeso como Valdés en la Presidencia del Consejo de Ministros o con un garante del inmovilismo económico como Castilla y sus clones que ya andan por varios ministerios, y dejar las puertas abiertas de Palacio para que entren y salgan los representantes de las mineras y otras grandes empresas que desean invertir por el Perú y por sus propios bolsillos.
Como no es de izquierda, Ollanta puede volar a Caracas abrazarse con Chávez y regalarle un libro sobre Velasco, sin que nadie tenga que buscarle significados ocultos a este periplo.
Pero como no es de derecha, aunque lo parezca, a los pocos días se puede mudar hacia España para ser el primer gobernante latinoamericano en saludar a Rajoy y anunciar una apertura entusiasta a las inversiones españolas precisamente cuando se está renegociando si se queda la Telefónica.
Y eso de conseguir nuevas inversiones ibéricas en estos tiempos de crisis, solo se lo puede creer Alan García, aunque esté nuevamente en los avisos de bienvenida del nuevo mandatario peruano.
Más aún, de Madrid se va a la meca del neoliberalismo en Davos-Suiza, y la propaganda que lo precede indica que la economía peruana es estable y exitosa desde 1990 y que el presidente Humala es la continuidad de un modelo contra el que se alzó militarmente hace 12 años.
Respecto a Conga, el presidente ha confirmado que no es de izquierda porque respeta el Estado de derecho y cumple contra sus propias promesas, lo pactado por García, Toledo y Fujimori, y si hace un “peritaje internacional” es para confirmar que los temores de la población de Cajamarca no tienen fundamento y que, como dice el premier, el proyecto empieza a ejecutarse en marzo, mientras Yanacocha nos atosiga de publicidad en la que todos los peruanos desde el momento de nacer llevamos el casco minero, porque todos vivimos de ellos.
O sea, por donde se le mire, Ollanta nunca fue de izquierda, ni de derecha, ni de centro, sino de abajo, aunque ahora esté arriba. Más aún cuando era netamente de abajo, es decir no había ganado las elecciones, parecía de izquierda, tenía amigos de izquierda, programa de izquierda y bases populares; pero cuando llegó al puesto más elevado de la nación empezó a parecer de derecha; echó a sus viejos amigos y se buscó otros entre los que no votaron por él y se preparaban para bombardear su gobierno; se compró el programa de sus predecesores y demostró que puede pelearse aún con las bases que más creyeron en él.
Todo está sumamente claro y no entiendo por qué tiene que venir el director de un diario de España para darle otra vuelta a esta misma cuestión.
Fuente: Diario La Primera, jueves 26 de enero 2012
0 comentarios:
Publicar un comentario