En el día del nacimiento del Amauta, un pequeño homenaje-reflexión:
José Carlos Mariátegui es, sin duda, la inteligencia más lúcida de nuestro tiempo. El legado de JCM en todos los terrenos donde intervino, en la teoría y en la práctica, constituye un factor fundamental en el derrotero que sigue el proceso histórico y social del país, y su vigencia y lozanía está fuera de discusión.
Esto no significa asumir su obra como un catecismo o una fuente de la cual brotan, ante su sola apelación, las soluciones que demandan las circunstancias presentes, precisamente porque su obra integral, edificada a partir de la realidad, constituye una recusación frontal a todo tipo de seguidismo y dogmatismo.
Tal concepción integral del proceso histórico y social, y su perspectiva revolucionaria, se advierte no sólo en el examen agudo, riguroso pero al mismo tiempo de una amplitud y riqueza enormes de las circunstancias que le tocó vivir, a nivel nacional e internacional, y que está expresado en el conjunto de su obra publicada —escrita por lo demás con un estilo de una transparencia y limpieza admirables—, sino en la acción política y cultural que propuso e impulsó.
Así, la acción escrita y la acción práctica del Amauta son dos partes de un solo proceso, constituyen una unidad indisoluble, se alimentan y sirven mutuamente, y se integran como un factor gravitante en la conducción del proceso histórico y social, factor que surge y se desarrolla desde dentro de la experiencia de la clase en movimiento, como parte de ella, y desde abajo, es decir, desde sus circunstancias concretas, cotidianas.
En este sentido entendemos el surgimiento del primer intelectual orgánico del proletariado y de lo que denominamos la simiente mariateguista. Los Siete ensayos…, Ideología y política, El artista y la época, por un lado, y por otro, el decisivo impulso del Amauta en la edificación de la CGTP, del Partido del proletariado, en la emergencia de órganos como Amauta y Labor, y de espacios de autoeducación obrera y popular como las universidades populares, así como de los combates sociales y políticos de la clase y el pueblo, sólo por mencionar los hitos más relevantes de su contribución, se integran en un conjunto que visto desde la perspectiva del tiempo, resulta armónico, consistente, iluminador.
Y en particular, en lo que concierne a sus planteamientos sobre el arte y la literatura, no sólo en el sétimo de los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, y en el conjunto de trabajos que forman parte del volumen El artista y la época, sino en otros libros como Temas de nuestra América, La escena contemporánea y Signos y obras, el Amauta sentó las bases de un entendimiento cabal del proceso de la literatura peruana, de la íntima relación entre arte, literatura y sociedad, y del rol que juegan los escritores, intelectuales y artistas, de acuerdo a su filiación, en el proceso histórico y social.
Nociones fundamentales como la periodificación del proceso literario nacional que establece la existencia de la literatura colonial, literatura cosmopolita y literatura nacional; el concepto de lo nuevo en el arte y la literatura y la relación entre forma y contenido; la contienda entre revolución y decadencia que se libra no sólo en la sociedad sino en cada escritor y artista como individuos; la definición del intelectual revolucionario como intelectual combatiente por el socialismo; la correcta relación entre los intelectuales socialistas y los de distinta filiación ideológica —lo que se expresa de manera cabal en Amauta y Labor—; el impulso de una cultura genuinamente proletaria, desde la experiencia social y cultural de la clase; el permanente estudio de las manifestaciones artísticas y literarias, corrientes, tendencias, obras integrales o específicas, planteamientos y contribuciones, a nivel de América y a escala universal, son cuestiones esenciales, nodales, de su aporte en este terreno.
Uno de los aspectos en los que el Amauta enfatizó su propuesta, fue en el de la relación entre arte y política, en polémica con los adalides del esteticismo que con distintas formas y desde distintas vertientes, se reciclan con la pretensión de imponer un arte y literatura desasidos del medio social y político. Sobre ello, Mariátegui sostuvo, en Signos y obras: «Así como nadie puede ser indiferente al espectáculo de una tempestad, nadie tampoco es indiferente al espectáculo de la Revolución. La infidelidad al arte no es una cuestión de flaqueza estética, sino una cuestión de sensibilidad histórica. Dante intervino ardorosamente en la política y esa intervención no disminuyó, por cierto, el caudal ni la prestancia de su poesía».
Cabe entonces preguntarse y reflexionar por qué es que, con tan inmenso rastro de luz, el proceso histórico revolucionario ha sufrido serios retrocesos después de la desaparición física del Amauta. El balance de dicho proceso es, desde la perspectiva e intereses del proletariado y el pueblo, francamente negativo.
Pero, ¿es dable explicar tal situación sólo a partir de la feroz embestida imperial y del Estado de clase que los poderosos y los gobiernos de turno sostienen, lanzada contra el pueblo en todos los terrenos? ¿Cuál ha sido el derrotero que ha seguido el proceso histórico y social desde la conducta de quienes suscribieron y suscriben el pensamiento y la obra del Amauta?
¿No ha sido acaso una historia de oscilaciones entre la traición aleve y premeditada de unos y el dogmatismo acendrado de otros, que ha propiciado una situación de desarme ideológico, político, cultural y por tanto orgánico del proletariado y el pueblo, todo en nombre de los pobres, en nombre del socialismo y en nombre del legado mariateguista?
¿No es cierto acaso que quienes se autodenominaron vanguardia de la revolución, desde uno y otro flanco, han subestimado al arte y la literatura como espacios fundamentales de desarrollo revolucionario aplicando una práctica utilitarista de los mismos, y renunciando a construir desde dentro y desde abajo, como lo hizo el Amauta, la fuerza integral capaz de imprimir un derrotero victorioso al proceso de revolución social en el país?
¿No es igualmente cierto que precisamente tales concepciones y sus implementadores sólo han producido estudios mediocres, investigaciones superficiales, propuestas anémicas acerca de las nuevas condiciones en que se desenvuelve la sociedad, con excepciones que sólo confirman la regla?
Todo ello ha configurado un proceso de abandono de la simiente mariateguista, con la consiguiente pérdida de perspectiva y el desarrollo de una profunda crisis de conducción de la organización y lucha popular, y por lo tanto, la ausencia de un proyecto de construcción integral de la fuerza orgánica, ideológica y política que haga feliz realidad el sueño de millones de peruanos de edificar una patria justa y libre.
Un ejemplo rotundo es el del sindicato magisterial, en cuya conducción se ha impuesto una concepción ya no sólo economicista sino de abierta colaboración y complicidad con los enemigos del pueblo: en 4 décadas no ha entregado un sólo estudio y propuesta de carácter integral sobre la educación, acompasados con las necesidades históricas del país.
Es más bien un educador popular, el extraordinario escritor Luis Urteaga Cabrera, el autor de la sistematización más rigurosa y sólida en este campo, en su libro Más allá de la escuela. La educación por el cambio, que incluye una propuesta de metodología, didáctica y diseño de currícula, a partir de su experiencia con los niños del mundo de la pobreza.
Nada de ello ha impedido el despliegue, como dijera el gran César Vallejo, de la cólera del pueblo, de su entrega heroica, de su sangre derramada, de su martirologio que han pavimentado la ruta de liberación y justicia del proletariado y las grandes mayorías, como tampoco la permanente emergencia de militantes y núcleos marxistas que confrontaron con las desviaciones y oportunismos, y se propusieron —y se proponen—, sin conseguirlo aún, enderezar en sentido revolucionario la organización y el combate popular.
A contrapelo de la aplastante ideología reaccionaria, y de la mantención de concepciones y prácticas erróneas en el seno de las mayorías por parte de quienes se abanderaron con el socialismo y el legado del Amauta, y como manifestación de un proceso de resistencia en el plano cultural, artístico y literario, el impulso de creación y reflexión de miles de escritores y artistas en todo el país ha seguido y seguirá, desde todos los lenguajes posibles, alimentando una corriente de aire fresco en el panorama cultural, que se integre al esfuerzo de los nuevos núcleos socialistas que desde el seno del pueblo surjan con el sello inconfundible de la recuperación de la simiente mariateguista.
Parte de este torrente que sigue la huella de Mariátegui, Vallejo y Arguedas, en el campo de las letras, es el conjunto de obras de arte y literatura de clara filiación popular, y la emergencia de colectivos con definida vocación de compromiso con el derrotero histórico del pueblo. En este caso, podemos citar al Grupo Intelectual Primero de Mayo que este 2011 cumple 55 años de fundación, el Grupo Narración, el período históricamente válido de la ANEA, hasta los 80’, el reciente surgimiento del Gremio de Escritores del Perú, y otros esfuerzos sellados por la voluntad de integrarse al proceso histórico y cultural desde los intereses de las mayorías.
A partir del surco abierto por el sétimo ensayo del Amauta y en contienda con un modelo de valoración elitista, antidemocrático, solidario con los intereses del imperio y de los poderosos, se han desarrollado y desarrollan experiencias valiosas desde dentro y fuera de la academia, como las ejemplares aventuras intelectuales de los maestros Antonio Cornejo Polar y Manuel Jesús Baquerizo, revistas de avanzada como Narración, del grupo del mismo nombre, y Ciudad letrada, dirigida por el maestro Baquerizo, y espacios de diálogo y debate como los coloquios promovidos por facultades universitarias y los Encuentros Nacionales de Escritores «Manuel Jesús Baquerizo», entre las de mayor trascendencia.
Y en el rubro de los trabajos de sistematización que se inscriben en el derrotero del Amauta, debemos señalar a título de ejemplo, entre muchos aportes, a Poesía proletaria del Perú. Estudio y antología, de Víctor Mazzi Trujillo, Poemas de amor y rebeldía social, 2 tomos, de Balmes Lozano Morillo, Julián Huanay y la literatura proletaria en el Perú, de Miguel Arribasplata y Poesía clasista. Poesía y lucha de clases en el Perú contemporáneo, de Julio Carmona.
Se hace imperativo, entonces, desde la voluntad colectiva e individual de quienes abrazamos el legado del Amauta y desde los múltiples y diversos terrenos de acción social, política y cultural, promover un enérgico movimiento de recuperación de la simiente mariateguista cuyo centro de gravedad sea la integración práctica de núcleos y militantes de la cultura popular con la clase obrera y el pueblo, desde dentro y desde abajo, desde su propia cotidianeidad.
«La labor revolucionaria no puede ser aislada, individual, dispersa. Los intelectuales de verdadera filiación revolucionaria no tienen más remedio que aceptar un puesto en la acción colectiva», escribió Mariátegui en La escena contemporánea. Este es el desafío, urgente y hermoso a la vez, que nos plantea un acto de celebración como el de esta noche.
Texto leído por Jorge Luis Roncal en la presentación de la colección en 5 tomos José Carlos Mariátegui: Polémica revolucionaria / Contribución a la crítica socialista (Fundación editorial El perro y la rana. Caracas, 2011), el 5 de mayo de 2011, en la Asociación Cultural Brisas del Titicaca.
Fuente: Facebook de Jorge Luis Rocal.
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