Por Kike Chávez
¿Quién no ha sufrido una derrota amorosa? ¿Quién no ha vivido una ruptura sentimental? ¿Quién no ha sentido que, luego del ocaso de un idilio, las puertas del alma parecen cerrarse, la historia sentimental parece haber llegado al final del camino? Una ruptura amorosa suele situarnos en una postura desconfiada e incierta que a veces se traduce en pensamientos parecidos a “ya nunca volveré a amar”, o “quién podrá amarme después de esto”.
Lo cierto es que volver a amar es posible; aunque es cierto también que no es sencillo. Por ello, hay que diferenciar entre el “deseo de amar” y la “capacidad de amar sanamente”. El deseo de amar es, probablemente, constante, y está presente incluso como el “sueño” de encontrar algún día al ser amado, de construir un hogar, de compartir la vida con otro ser. La capacidad de amar, en cambio, tiene que ver con la preparación, la madurez sentimental para vivir sanamente el amor y hacer de él una experiencia en verdad sublime.
El deseo de amar y ser amado, aunque ciertas veces se opaca luego de una ruptura, renace pronto y uno vuelve a creer, a ilusionarse e incluso a enamorarse. El problema está en que el deseo no implica por sí mismo capacidad.
Después de una ruptura, uno queda – con mayor o menor intensidad – marcado, y a veces, herido. Esta situación casi siempre influye en la autoestima, y ésta, en el modo de relacionarnos con los otros, derivándose una suerte de inestabilidad sentimental que merma – a veces mucho – nuestra autovaloración. Y si en estas circunstancias, uno decide priorizar el deseo de amar, el romance que se inicie, en virtud de que corre el riesgo de ser una conducta compensatoria y hasta de “reemplazo inconsciente”, puede terminar en una cadena de fracasos amorosos difícil de corroer.
Para volver a amar, cuando un amor se ha roto, es necesario evaluar nuestra capacidad de amar. Y para ser capaces de amar, no basta el deseo de hacerlo, sino que hace falta la satisfacción con uno mismo, el fortalecimiento de la autoestima de algún modo resquebrajada.
Para volver a amar a alguien, primero, hay que volver a amarnos, a reconciliarnos con nosotros mismos. Hay que evaluar objetivamente, en qué fallamos, en qué aspectos concedimos demasiado, o en que dimensiones nos extralimitamos.
Para volver a amar, hay que recuperar nuestra mismidad, hay que reconstruir nuestra individualidad, fortalecer nuestra estima propia, ampliar nuestros círculos amicales o recuperar los que habíamos perdido en el afán de “amar”, hay que tomar conciencia de los errores que tiraron por la borda el pasado romance; en fin, hay que recomponer, reconstruir nuestra capacidad de amar. El deseo de amar puede esperar, para que cuando se realice, no se cometan los mismos errores y se pueda en realidad, abrir el corazón y amar a plenitud.
Fuente: Diario El Tiempo
http://www.diarioeltiempo.pe/
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