Luzmán Salas Salas
La
obra exhibe la zozobra de personajes envueltos en la vorágine de la convulsión
social. La primera parte se refiere a la época del gobierno militar de Velasco,
y luego la dictadura de Francisco Morales Bermúdez.
Algún
pasaje romántico del personaje narrador con Patricia otorga un matiz de ternura
lírica a la novela. Seguidamente, el personaje revela su situación de
prisionero y reafirma su amor a Patricia. El autor recurre a sus recursos
literarios para plasmar una sensación de romanticismo erótico:
Lo único que sueño es volver
a tener un lugarcito en tu alma. Sólo por ello vale la pena luchar y morir en
el intento. Me veo tomando las armas de la ternura y, convertido en Cupido
armado, avanzar palmo a palmo por los valles de tu cuerpo encendido. Establecer
zonas liberadas en los territorios de tu cintura, en el fuego de tu vientre,
tomar por asalto los contornos de tus senos, depositar mi arsenal voluptuoso
entre tus piernas, enardecer el jugo de tu boca con el napalm de mis deseos,
entrar triunfante en todas las esquinas de tu corazón, y, al final, establecer
en tu pecho el gobierno del amor democrático-popular de nuevo tipo… Ay, ay, ay
paloma me salió bacán esta declaración de amor comprometido, pero sólo son
sueños, nada más que sueños locos, deseos inalcanzables, ilusiones imposibles
de realizar porque tú ya estás a varios años luz de mi vida.
El
tema de la obra se nucleariza en la situación social convulsa, represiva y
corrupta durante el gobierno de Fujimori, llamado por el narrador “El forajido
oriental”. El autor narra la huida de este siniestro personaje al Japón, su
renuncia por fax, su retorno a Chile y su extradición al Perú. También desfilan
en estas páginas personajes sombríos como Alan García “Alán Babá y sus cuarenta
ladrones”, Keiko, “La estudiante de los millones”, el General Nicolás Hermosa
Ríos “El general victorioso” y el Grupo Colina “El escuadrón pollada”.
La
obra satiriza y ridiculiza despiadadamente a Fujimori. También se narra la
captura y prisión de Abimael, la disolución del Congreso y el origen de
Fujimori. A manera de una crónica periodística, en tono irónico, estilo
directo, realista, contundente, usando el lenguaje popular, realiza una cruda
denuncia y revelación de los actos de corrupción y rapiña de Fujimori. La
sintaxis adopta a veces formas peculiares como ésta: El político más feo que el hambre Chirinos Soto se burlaba de ti diciendo decía no eras peruano de primera
generación. (p. 36).
La
técnica narrativa de esta obra radica en la estructuración de un supuesto
diálogo –aunque más propiamente un monólogo- con Fujimori. Represiones y
persecuciones indignantes aparecen en la obra. Armando, un muchacho de La
Cantuta es involucrado injustamente como sospechoso de subversión. Su madre
Raida defiende la inocencia de Armando, pero la policía lo lleva detenido
La
prosa del narrador se eleva para ofrecernos este párrafo: Mariposas fúnebres quemaron sus alas en los débiles voltios de luz
descuartizada, torturada. El rocío herido en los ojos de mamá Raida se deshizo
en miles de estrellitas. Sus manos maternales se cerraron en puños violentos y
gritó: ¡Militares malditos! No puedo comprender ¿por qué del seno de madres tan
cariñosas nacen hijos tan, pero tan crueles?
Nuevamente aparece el diálogo con Fujimori para
recordarle la creación de grupos militares clandestinos que luchan contra “Los
Paladines de la Cuarta Espada”. A veces la narración apela al lenguaje
coloquial como éste: Tus generales
bailaban en una pata. Y luego aparece el origen del título de la novela al
referir el autor en la página 78: ...Y el
espanto enmudeció los sueños; Albertito, los caballos del apocalipsis se
desbocaron por las calles de la ciudad.
La represión se agudiza. Llegan los soldados en la madrugada a casa de
doña Angélica Mendoza de Ascarza y sacan a su hijo de los pelos. Era su segundo
hijo que llevaban; antes fue su hija quien no volvió más. Los soldados cometen
atrocidades; se descubren fosas comunes; Alan García les ofreció esclarecer estas
situaciones cuando llegue a ser Presidente. Nunca cumplió, y cometió el
genocidio de El Frontón. Se responsabilizó a los militares. El Comando de
Rodrigo Franco amenazó a los buscadores de los familiares, y la gente del “Pensamiento
Gonzalo” es criticada por las injustas y generalizadas matanzas.
La obra es una tremenda ironía y una burla despiadada sobre la triste
figura de Fujimori. Leamos lo que se refiere en la página 89: Oye, Alberto, ¿qué sueñas cuando jateas?
Cuenta nomás chinito, yo no le diré a nadie, ni a mamá. Ya sabes que de la
cárcel me sacarán muerto, así es que todo lo que me cuentas se irá conmigo a la
tumba. Albertito, ¿has soñado alguna vez con la muerte? Puta madre, chino de
mierda, ya no sé cómo hacer para que hables. Al verte así callado, serio,
pareces una piedra sin vida y me haces recordar esos versos de Pablo Neruda: Me
gustas cuando callas porque estás como ausente/ y me oyes desde lejos y mi voz
no te toca…
Y más adelante, en la p. 97, el diálogo recriminatorio y condenatorio se
reitera: Cómo pues, Alberto, motejarme de
terruco, como broma era bien pesada, pero como eras presidente, dictador,
mandamás de la nación, había que seguirte la cuerda. Lo que no entiendo Alberto
Fujimori es tu dureza en mi caso, no te pudieron conmover las lágrimas de mamá,
de mi esposa y de mi hijo. Nada. Todo el mundo sabía que era inocente y
seguiste en tus trece. Ni un paso atrás, bien mierda eres chino jijuna. Sigo
cargando el estigma de terruco por tu culpa, te lo digo en tu propia cara,
ahora que somos vecinos, ahora que somos presidiarios.
Los tenebrosos personajes a quienes alude el autor son calificados
así:
Alberto Fujimori = El forajido
oriental.
Montesinos = El espía imperfecto.
Los terroristas = Paladines de
la Cuarta Espada.
Nicolás Hermosa Ríos = El
General Victorioso.
Keiko Fujimori = La estudiante
de los millones.
Panchito Tudela = Canciller de
la Vergüenza.
Alan García = Alan Babá y sus
cuarenta ladrones.
Seguidamente el autor emplea los recursos lapidarios del discurso
narrativo: Hoy quisiera despedirme con
los versos del poeta Cesáreo Martínez: “No te preocupes por la historia, ella
no te juzgará, porque dicen que la historia no se ocupa de la mierda”.
En la tercera parte, aflora la
expresión poética: Madre, la prisión es
algo más que el candor de tu carne dormida. Aparece la ternura poética, la
añoranza y la nostalgia maternal por el hijo que está injustamente prisionero. Y
no falta el reproche cargado de maldiciones contra el dictador, sus generales y
el Pensamiento Gonzalo. Se intensifica el dramatismo. La madre, acompañada de
su nieto, hijo del prisionero, visita la cárcel y se da con la sorpresa de que
han matado a su hijo. Indultan a José Enrique Crousillat, el corrupto
empresario de la pantalla.
El final es conmovedor, teniendo como epígrafe el texto de la canción
del canta-autor argentino León Gieco:
Sólo le pido
a Dios
que el dolor
no me sea indiferente
que la
reseca muerte no me encuentre
vacía y sola
sin haber hecho lo suficiente.
Sólo le pido
a Dios
que la
guerra no me sea indiferente
es un
monstruo grande y pisa fuerte
toda la
inocencia de la gente.
Anota la madre del narrador: El
luto se ha convertido en el símbolo de la incansable búsqueda de mi hijo y en
todos mis sueños lo veo en El Barrio, atareado en publicar su periódico y
rompiendo las únicas zapatillas en entusiastas partidos de fútbol con sus
amigos.
Éste es el cuadro espeluznante y sombrío que ofrece el destacado
novelista Walter Lingán en su obra El
espanto enmudeció los sueños, cuyo tema central es la triste y funesta
descomposición social y moral que ha vivido y sigue viviendo nuestro país.
Walter Lingán nació en San Miguel de Pallaques (Cajamarca). Desde 1982
reside en Colonia (Alemania) donde trabaja en un hospital cuando no escribe. Ha
fundado junto a otros escritores ALA (Autores
Latinoamericanos de Alemania). Colabora con la revista ILA (Bonn, 2005) y
coordina la realización mensual de la Tertulia Literaria La Ambulante. Por sus
trabajos literarios ha recibido premios en Perú, Francia, España y Alemania.
Aunque su obra narrativa es casi deconocida, en Perú ha publicado Por una puñadito de sal (Editora
Magisterial, 1993), El lado oscuro de
Magdalena (Rada- Ediciones, 1996) y Los
tocadores de la pocaelipsis (Ediciones del Curueño, 1999). La edición
bilingüe de cuentos Oigo bajo tu pìe el
humo de la locomotora (Free Pern Verlag, 2006). En segunda edición
aparecieron los cuentos reunidos en La
danza de la viuda negra (arteidea editores, Lima, 2008) y últimamente, La ingeniosa muerte de Malena (Arteidea
Grupo Editorial, 2009) y su novela Un pez
en el ojo de la noche (Arteidea Grupo Editorial, 2009).
0 comentarios:
Publicar un comentario