Por Romina Rivera Bravo (*)
Millones de personas luchan en todo el mundo contra las represas,
pero en el Perú la construcción de centrales hidroeléctricas está en
boga: el Ministerio de Energía y Minas ha confirmado que está
“estudiando el marco legal de la
El Perú viene incrementando su demanda energética aproximadamente en un ocho por ciento cada año. Esta demanda ha generado la puesta en marcha de grandes proyectos de inversión en infraestructura hidroeléctrica bajo la amenaza de “evitar una crisis energética” en el futuro. Pero, ¿es esa la solución? ley de concesiones eléctricas para
impulsar la promoción de hidroeléctricas”, así como el
planeamiento de la matriz energética -que se estima con un potencial
total de generación de hasta setenta mil megavatios- con el objetivo
promover la exportación de electricidad a países vecinos.
El río Marañón amenazado
El río Marañón es una importantísima cuenca de la Amazonía peruana,
afluente directo del Amazonas. Recorre seis regiones en diversos pisos
altitudinales, creando a su paso una gran diversidad de ecosistemas,
algunos de ellos únicos en la región y el mundo.
Durante el último año del gobierno de Alan García se promulgó el
Decreto Supremo 020-MEM en el que se declara de necesidad e interés
público la construcción de veinte centrales hidroeléctricas en la cuenca
del Marañón, teniendo como principales proyectos a Cumba (cuatrocientos
megavatios), Rentema (mil quinientos megavatios), Escurrebraga (mil
ochocientos megavatios) y Manseriche (cuatro mil quinientos megavatios).
A éstos se le suman otros cuatro, no incluidos en el decreto, de
importante magnitud: Chadín 2 (seiscientos megavatios), Marañón (noventa
y seis megavatios), CH del Norte (seiscientos megavatios) y Veracruz
(setecientos megavatios).
Las veinticuatro centrales hidroeléctricas que se construirían en el
Marañón tendrían una capacidad energética de hasta catorce mil
novecientos cincuenta y un megavatios; es decir, diecisiete veces más
que la de Mantaro (ochocientos cincuenta y tres megavatios), la central
hidroeléctrica más grande existente en el país.
A pesar de lo positivo que puede parecer este escenario para la
economía peruana, la verdad es que estos proyectos afectarían definitiva
e irreversiblemente a nuestra Amazonía.
Represas en el mundo
Hasta hace algunos años, las represas hidroeléctricas eran
consideradas fuentes de energía limpia y renovable. Sin embargo, tras
las miles de experiencias en todo el mundo analizadas en el informe Represas y Desarrollo (2000) de la Comisión Mundial de Represas, podemos afirmar que esto no es cierto.
Las represas son muros construidos para cortar el flujo de los ríos y
crear lagunas artificiales llamadas embalses. El agua de los embalses
se usa para hacer girar las aspas de las turbinas en las centrales
hidroeléctricas, generando electricidad. Para que tenga fuerza
suficiente para hacerlas girar es necesario almacenar inmensas
cantidades de agua, por lo que los embalses inundan cientos o miles de
hectáreas en donde se construyen.
Energía eléctrica, ¿para qué y para quiénes?
Los verdaderos beneficiados de los proyectos hidroeléctricos suelen
ser el sector minero que demanda cada vez más energía eléctrica barata,
calculada en el Perú en tres mil setecientos sesenta y un megavatios, y
las empresas que quieren exportar energía.
Según el Acuerdo Energético Perú-Brasil, que se encuentra aún en
revisión en el Congreso peruano, el Perú tendrá que instalar un
potencial energético de hasta siete mil doscientos megavatios y asumir
los costos ambientales que esto genera. Los precios calculados para la
generación eléctrica no consideran los impactos socioambientales, por lo
que es necesario generar discusión no solo alrededor de sus impactos,
sino también de temas más importantes como el modelo de desarrollo y la
sociedad que queremos.
Consecuencias irreversibles
Los ríos no son sólo corrientes de agua, sino complejos ecosistemas
que cumplen diversas funciones en la naturaleza. Su flujo contribuye al
ciclo del agua, son fuentes de vida y alimento, rutas de transporte,
reguladores de la temperatura, etc.
El río Marañón presenta entre sus diversos ecosistemas uno
especialmente particular en la región y en el mundo: el Bosque Seco del
Marañón. Este ecosistema, que se encuentra en peligro crítico, contiene
además numerosas especies endémicas, es decir, que no se encuentran en
ningún otro sitio. Esto las hace extremadamente vulnerables a los
cambios.
De concretarse la construcción de centrales hidroeléctricas en el
Marañón las siguientes posibles consecuencias podrían ser irreversibles:
- Inundación. Los embases inundarían grandes áreas de terreno, arrasando con viviendas, campos de cultivo, bosques y hábitat naturales.
- Desplazamientos. Las poblaciones ribereñas, comunidades campesinas e indígenas de toda la cuenca del Marañón se verían seriamente afectadas en su cultura y lazos.
- Economía. Actividades tradicionales como la pesca y la agricultura desaparecerían puesto que los peces no podrían transportarse por el río debido a las represas, mientras que los sedimentos se empozarían.
- Contaminación. Los sedimentos, nutrientes y agua estancada de los embalses contaminarían el río, generando enormes cantidades de gases de efecto invernadero, emisiones de metano veintiuna veces más poderosas que el dióxido de carbono (CO2).
- Aumento de enfermedades. Como el dengue y la malaria, por el agua estancada en los embalses, así como la modificación de la temperatura.
- Colonización. Durante la construcción de las represas, cientos de trabajadores se asentarían en la zona, generando depredación de bosques y contaminación. De la misma manera, como ha ocurrido en diversas partes del mundo, se generarían negocios ilegales alrededor de estas zonas, como la minería ilegal, la prostitución y la trata de personas, además de incrementarse el alcoholismo.
Avances
Chadín 2 es uno de los proyectos más avanzados en su implementación
en la cuenca del Marañón. A pesar de no estar considerado dentro del
paquete del Decreto Supremo 020-2011, es uno de los proyectos de mayor
interés para el gobierno peruano, que espera la incorporación de los
seiscientos megavatios de generación eléctrica al Sistema Interconectado
Nacional (SEIN).
Su construcción, a cargo de la empresa AC Energía (Odebrecht), se
desarrollaría entre las provincias de Luya y Chachapoyas (departamento
de Amazonas) y Celendín (departamento de Cajamarca), a un costo total de
819 millones de dólares.
Sin embargo, y a pesar de la gran publicidad desplegada en estas
provincias, las organizaciones sociales de ambos departamentos han
manifestado su oposición al proyecto. En Amazonas, las organizaciones
awajún wampis han pedido el respeto a su territorio. En Cajamarca, las
rondas campesinas y pobladores de Cortegana han denunciado las malas
prácticas de la empresa en la realización de los talleres informativos:
fuertes contingentes policiales, presencia de personas extrañas a la
región, chantajes y presiones para firmar las actas de conformidad.
De construirse esta represa hidroeléctrica se inundarán tres mil
doscientas cincuenta hectáreas, afectando directamente a veintiuna
comunidades en ambos lados del río Marañón. Asimismo, arrasará con
ochenta y tres especies de flora y cientos de animales entre mamíferos,
aves, insectos, anfibios, reptiles y peces, muchos de los cuales son
endémicos, como el colibrí maravilloso o las aves del género Incaspiza.
La empresa constructora, por su parte, ha anunciado la creación de
puestos de trabajo para la construcción de la represa y programas de
capacitación para los lugareños. Pero no ha dicho que en los cinco años
en los que se prevé realizar su construcción, la cantidad de obreros no
calificados que se contratarán asciende apenas a unos seiscientos
(doscientos ochenta y ocho en el primer año y ciento ochenta y cuatro en
el último), mientras que para su operación solo se necesitarán doce. Lo
mismo sucede con la mano de obra calificada: de los mil cuarenta y dos
puestos de trabajo anunciados, el primer año se contratarán trescientos
cincuenta y cuatro, el último doscientos cuarenta y ocho, y para su
funcionamiento solo se necesitarán veinticuatro.
Resulta claro que en el caso de Chadín 2 el perjuicio es mucho mayor
que los supuestos beneficios. No obstante, sin un Estado que asegure el
cumplimiento de altos estándares ecológicos y sociales, los
megaproyectos ocasionarán daños mayores de los que podremos prever hasta
el momento.
Alternativas
De acuerdo a un último estudio encomendado por el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), la dotación de recursos de energía
renovable, geotérmica, eólica, solar y de biomasa disponibles en la
región pueden cubrir hasta veintidós veces la demanda energética
proyectada para el 2050. Por este motivo, en el Perú urge discutir y
repensar el modelo de desarrollo que queremos y comenzar a invertir en
nuevas tecnologías para la generación eléctrica responsable con nuestra
Amazonía. Actualmente el país malgasta el cincuenta por ciento de su
energía eléctrica debido a tecnología vieja e ineficiente. Por último,
debemos desarrollar una matriz energética sostenible, en defensa de los
intereses del país y sus pueblos.
(*) Romina Rivera Bravo es comunicadora del Área de Integración Solidaria de Forum Solidaridad Perú (FSP).
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