Por Rocío Silva Santisteban 
“Los señores de la mina/ ya nos 
quieren engañar/ dicen que las truchas mueren/ porque no saben nadar…” 
es una de la tonadas de carnaval cajamarquino que se escucha y se 
seguirá escuchando en Celendín, Bambamarca y Hualgayoc entero, pero que 
definitivamente, también se baila en La Shacsha, Baños del Inca, donde 
la Empresa Yanacocha ha infringido una ordenanza municipal invadiendo 
terrenos dentro de un área de conservación.
La sierra norte se ha calentado 
más de la cuenta este verano de carnavales, sobre todo en Cañaris, donde
 la semana pasada se llevó a cabo una “mesa de desarrollo” con la 
presencia de un Vladimiro Huaroc sin muñeca para manejar una sesión cuya
 acta no fue firmada por Cristóbal Barrios, presidente de la comunidad, 
porque no se consignaron los pedidos que se habían solicitado. Sin 
embargo, los campesinos cajamarquinos, liberteños o los indígenas de 
Amazonas saben perfectamente que la mejor manera de luchar es también 
con ironía y alegría, pues esto le desespera a los dueños del Perú. ¿Y 
qué mejor que cantando en carnaval?
La derecha sin Aldo Mariátegui 
exacerbado en Correo ahora se desespera. Acusa al gobierno de no poder 
imponer el “principio de autoridad” ante un gobierno regional presidido 
por un “agitador profesional” que “declara sin desparpajo” (sic) sobre 
la inviabilidad de Conga luego de la entrevista con el Premier Jiménez. 
El diario El Comercio también se rasga las vestiduras, repitiendo una a 
una las razones de los señores de la mina (como esa de que el agua “se 
desperdicia en Cajamarca porque va a dar al mar”)  y señala a Gregorio 
Santos como el “mañoso que miente con desparpajo” y pretende 
ridiculizarlo con el melifluo título “Gregorio y los frejoles mágicos”.
La derecha refinada y la bruta y 
achorada, una citando mal y la otra citando con corrección y furia 
varias veces la palabra “desparpajo”, no soportan que un insumiso que 
tiene el poder del gobierno regional pueda dialogar sin subalternizarse.
 Al parecer lo único que los calmaría sería tener a Gregorio Santos tras
 las rejas y por eso mismo, extrañan el premierato de Valdés, que tenía a
 los fiscales de prevención del delito dejando regadas por todas las 
jurisdicciones sendas denuncias contra todos los dirigentes, muchos de 
los cuales se han ido archivando por falta de pruebas. “Desparpajo”, esa
 palabra repetida en ambos diarios, posiciona a los que la usan como 
sorprendidos e indignados por un campesino que gobierna y no cede ante 
los intereses de los señores de la mina.
No nos olvidemos tan pronto del 
pánico a la izquierda que desató el pase a la segunda vuelta de Ollanta 
Humala y las increíbles “investigaciones” de Perú21, que ahora se han 
abocado en la estrategia de persecución a Gregorio Santos y a todo 
dirigente cajamarquino o cañarí que discrepe del discurso hegemónico de 
las bondades de la minería. Por lo visto están terriblemente asustados y
 en esa clave habría que interpretar también el despido a Aldo 
Mariátegui y el apoyo obsecuente a la revocatoria. Bueno, pues, 
¡tiemblen! No todos los candidatos a presidente son domesticables.
Fotografía: Blog http://cronicascajamarca.blogspot.com/

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