Manuel Scorza nació en Lima, el 9 de septiembre de 1928. Poeta y novelista social,
su narrativa se alimenta de las luchas campesinas contra los abusos de una
transnacional.
Hace ochenta y dos años que Manuel Scorza nació y el tiempo no ha hecho
más que fijar su voz en la memoria de un pueblo que no lo olvidará. Se adhirió a las
luchas estudiantiles y campesinas en la recuperación de sus tierras, sobre todo
de su dignidad humana. Como ningún otro escritor peruano, se enfrentó al
síndrome de la colonia, a la discriminación social, a las formas de dominio y
batalló para descolonizar la literatura.
Después de vivir unos años en Acoria (Huancavelica) estudió en el
Colegio Militar Leoncio Prado. Luego ingresó a la UNMSM y fue un activista
político. En 1948, a los 20 años, se vio obligado a salir del Perú en calidad de exiliado. Su libro Las imprecaciones (México: 1955), reflejan esa condición y añoranza.
A esa época corresponde el texto
Fe de erratas. Rememora que conoció en la Guatemala de Arbenz, a una mujer
gorda que le ayudó en su travesía. “En México volvieron a encontrarse – dice- Hilda Gadea y Ernesto
Che Guevara que ya se preparaba embarcarse en la historia. Pero antes
decidieron casarse. El poeta Juan Gonzalo Rose fue testigo del matrimonio, y
los otros poetas peruanos les dijimos cosas lindas, les recitamos poemas de
amor en la fiesta. Obviamente la CIA no podía pensar sino que constituíamos un
cónclave de terroristas. Pero era otra errata. Yo no era un guerrillero sino un
poeta extraviado en la melancolía”.
Su obra literaria se realizó plenamente en la narrativa porque supo
encarar los problemas sociales irresueltos del pasado en el Perú. Su primera novela Redoble por Rancas, es parte de un
ciclo denominado La Guerra silenciosa, en la que su visión poética se mezcla
con la historia y mitos ancestrales, es una visión de la lucha social de
campesinos ya no contra patrones locales, sino contra una transnacional.
Murió a los 55 años de edad y
acababa de publicar su novela: La Danza Inmóvil. La madrugada del 28 de
noviembre de 1983, el boeing 747 de la compañía Colombiana Avianca, que debía aterrizar en Barajas (Madrid),
con destino a Bogotá, cayó a tierra un minuto antes de llegar al aeropuerto,
cegando la vida a uno de los importantes narradores latinoamericanos.
La Primera, jueves 9 de septiembre del 2010
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