César Hildebrandt
.
.
Ya viene la Feria de Octubre, esa carnicería
que algunos huachafos dados a la sangre se atreven a llamar “la fiesta
nacional”.
.
.
Cuando la feria empiece,
cientos de herederos de la
Colonia , y parte de su servidumbre reencarnada, acudirán a
Acho a ver cómo un hombre disfrazado de sota de espadas –la figura pertenece al
gran escritor Manuel Vicent- tortura morbosamente a una bestia mientras el
respetable demuestra que Altamira nos sigue quedando cerca y que la crueldad es,
al lado del locro de zapallo, una de nuestras delicatesen.
.
.
El arte del toreo consiste,
como se sabe, en demostrar que Darwin se equivocó. Porque quienes aplauden la
sangría y se excitan con la matazón son
prueba viviente de que la evolución fue un fenómeno pasmado en algunas
latitudes.
.
.
El cronista taurino de “El
Comercio”, por ejemplo, balbucea un dialecto que parece preceder a la consolidación del mozárabe-andaluz. Y
hay un marqués ficticio vestido de carta del Tarot que, en un semanario que
aprecio mucho, hace de chulo madrileño que sabe recitar a Bécquer y se manda unas crónicas en las que habla de
los toreros como si fueran gallardos y de los toros como si fueran parrillada
viva y sangrante antes de las brasas.
.
.
Yo no conozco Acho, desde
luego. Pero he prometido visitarlo cuando un régimen que aspire a civilizarnos
lo convierta en estadio olímpico.
.
.
Cuando eso suceda,
tendremos que haber perdido la legaña de lo folclórico y la idea de que la
historia nos exige repetir, cada noviembre, la barbarie que un criador de
cerdos fundó precisamente en Lima.
.
.
(…)
.
.
La barbarie de los toros
acuchillados es, al fin y al cabo, una barbarie prestada que llegó en los
galeones que también trajeron la viruela y la peste bubónica.
.
.
(…)
.
.
Y cuando alguien dice que
hay toros en provincia y que los pueblos rurales del Perú aman la agonía de las
bestias, lo que demuestran diciendo eso es que el llamado sincretismo cultural
también puede ser el acoplamiento de lo peor de dos culturas. Digamos que en
Uchuraccay, aquel famoso día, algunos de nuestros mejores colegas supieron, de
modo fulminante, hasta dónde pueden llegar esas convergencias ceremoniales.
.
.
Y aquellos que hablan de
poesía estatuaria, de magia y de misterio deberían de recordar la rima
consonante de las tripas colgantes y los versos alejandrinos del excremento del
toro que se extingue. Sangre y arena, que le dicen.
.
.
Si uno va Acho a disfrutar
de esa masacre que no venga después a hablarnos de educación escolar y de
valores. El aficionado ortodoxo y coherente debería salir del coso, bebido y
ronco, a apedrear perros y a buscarse un gato para la cena.
(La
Primera , jueves 15 de octubre de 2009)
.
.
Nota: Por razones
de edición hemos omitido algunos párrafos.
0 comentarios:
Publicar un comentario