Literatura celendina
JORGE
WILSON IZQUIERDO / Poemas primigenios
Por Jorge Horna
En la producción literaria de Celendín, destaca la
persistencia en el quehacer poético de Jorge Wilson Izquierdo Cachay (Celendín,
1941). Su primer poemario publicado, Cráneos
profundos (1970. Edición del autor); luego, El hombre lejano (1973), los poemas sueltos que aparecieron en
ediciones artesanales, en la revista “Marañón” y en otras similares y
periódicos de su terruño y de Cajamarca, ratifican esta aseveración.
A su debido tiempo los mencionados libros fueron
comentados por docentes y críticos literarios de la Universidad Nacional de
Cajamarca, entre ellos Luzman Salas y Manuel Ibáñez Rosaza.
Jorge Wilson está radicado desde siempre en su tierra
y permanentemente está alcanzando a sus lectores sus poemas, muchos de ellos
inéditos. También ha emprendido la fascinante aventura de la narración, y sus
cuentos los ha compendiado en Tempranías
moduladas (2007), y distribuido entre sus más allegados en una edición
personal.
Ocho poemas que fueron publicados consecutivamente en
el Semanario Informativo Crítico “El Golpe”, en Celendín el año 1967, antes de
la publicación de sus libros, muestra a Jorge Wilson Izquierdo como un poeta
romántico, exento de disquisiciones, con un lenguaje llano y con una
disposición celebrante del Amor.
He aquí algunos de esos poemas:
POEMA
La soñé paradita en su puerta
ante insondable nocturna distancia
Sus lívidos brazos bajo los senos
Tenía el labio triste y albos los ojos.
Pasé alumbrando su faz afligida
y su lánguida rosa cayó sobre el pecho
Había tanta pena y tristeza
que dio un
nuevo canto agorero un gallo.
Pensé en sus manos, flores amargas
y en los caminos, rondas sin luz
La soñé paradita en su puerta
como lo hacía
una tarde cualquiera.
Mira, piensa, tiembla y…
entrando a su cuarto me quiere llorar
ETÍLICO
Para la vida que se pasa
sirva otra copa tabernero
¡quiero tomar!
de dolor, de pena, que me muero.
Amigos, fumad la inmensidad,
comed este motivo, ya es hora
y libad por la triste encantadora.
Dos botellas más y cuatro vasos!
¡Salud, amigos! reíd conmigo,
volemos a las cumbres
a destrozar al enemigo.
Tomemos! que así va todo
perdiéndose en el estrago
hallamos no sé que consuelo,
venga mi copa, otra tanda de trago!
Para la gran vida que se pasa
¡sirva otra copa tabernero…!
DAMAYANTI
Deja mirarme en la hondura de tus ojos
en el arco de tu frente delicada
pondré muchas plegarias de hinojos
bajo la columna de tu pecho lacerada.
No vayas todavía a persignarte, falta,
vuelven muchas tardes espantadas.
Contempla la luna, está que alta!
mira las cumbres, están petrificadas.
Sí. Ya recuerdo. Tú me lo dijiste,
pero ahora ni parece cierto
ni parece que para siempre fuiste.
Tu pañuelo es un lino generoso
habla de cosas que han muerto
y llora con un llanto tembloroso.
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