Por Tito Zegarra Marín
Una regular laguna (Huaucococha) hasta los años 40 del siglo pasado, cubrió las suaves pampas el valle interandino ubicado a 15 minutos al sur de Celendín. Alrededor de ella nacieron y crecieron pequeños pueblos, Huauco uno de ellos, hoy Sucre. Al desecarse, con la construcción de un túnel de cerca de 600 m, el rumbo agrícola de esos pueblos pareció aliviarse.
En un acto inédito, democrático y equitativo, los terrenos de la laguna fueron entregados en lotes (solares) a todos los pobladores, incluidos niños huérfanos e inválidos. Cual regalo de la Mamapacha, los cultivaron con regularidad y sin necesidad de recurrir a insecticidas ni pesticiditas. De los alimentos que de ellas extraían, siempre quedaba algo para suplir carencias posteriores.
Décadas atrás, por azar o coincidencia, los españoles ya habían internalizado en el sentimiento religioso de esa comunidad de agricultores, la imagen de un hombre de campo: labriego, sencillo, generoso y Santo, de nombre Isidro. Desde entonces, se le rinde homenaje los 15 de mayo: su festividad, ya tradicional.
Cuando la ganadería lechera, incentivada por el ingreso de Nestlé, desplazó a la agricultura y las sectas evangélicas comenzaron a acechar a los moradores, la devoción religiosa muy poco cambió. El Santo Labrador continuó inconfundible dentro de ellos: en su hogar, la chacra, su pueblo y su corazón.
Por ello, es grande el fervor para conmemorar su aniversario: más de 500 mayordomos en el presente año, cientos de familias vuelven a la tierra añorada, muestras efusivas de renovación de fe al santo querido; a la par, noches de fuegos artificiales (los mejores de la región, solo allí se ha visto pirotecnia arequipeña), tardes taurinas y agradables ratos de integración social y unidad familiar.
A pesar que la modernidad cada vez más nos separa de los valores y buenos modales (se impone el egoísmo, la corrupción y la inequidad), la imagen de Isidro el Labrador seguirá imperecedera: su humildad y honestidad puesta a prueba en todos sus actos y ese infinito amor y solidaridad para con los pobres y excluidos, nunca dejarán de ser una luz. Con toda justicia, Sucre y otros pequeños pueblos, le rinden tributo.
Fuente: Panorama Cajamarquino, 15 de mayo de 2014.
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