Por Jorge Pereyra
Ollanta Humala, lanzó nuevos adjetivos descalificativos contra el pueblo de Celendín durante la ceremonia de entrega de cheques de cofinanciamiento del Fondo de Promoción de la Inversión Pública Regional y Local (Foniprel).
“No voy a darle ni un centavo a monumentos. Por ahí he visto un monumento al sombrero en el interior del país, también una réplica a la Estatua de la Libertad en un distrito, y en otro la réplica del conejito de playboy. Para más monumentos no habrá dinero”, despotricó en clara alusión al sombrero que es un ícono de Celendín y que se levanta en una de sus plazas más emblemáticas.
Cuando Ollanta era candidato a la presidencia llegó a Celendín junto a su esposa, usando un típico sombrero celendino, y al ingresar al pueblo vio el monumento al sombrero, al que ahora critica y hasta se mofa.
Podemos considerar una insensatez hacer un monumento al conejito de playboy o hacer una réplica a la estatua a la libertad o un monumento al árbitro de futbol como sucede en Piura, pero el monumento al sombrero en Celendín que refleja su identidad, no es un mero capricho, es un ícono del pueblo celendino.
Ollanta desconocedor de la historia e identidad de los pueblos peruanos, comete errores torpes, sin embargo el celendino Manuel Pita Díaz en su blog “Celendín pueblo mágico” dice acertadamente: “El “Sombrero Celendino”, es el objeto manufacturado por miles de tejedores de ambos sexos en todas las comarcas y ambientes domésticos pobres de la provincia, que ocupa todavía a lo largo de su proceso productivo y comercial, considerable espacio del drama económico-social de Celendín.
Cualesquiera sean la posición, la profesión o la actividad de un celendino dentro y fuera del terruño, el “sombrero de paja”, aunque nunca lo haya elaborado ni comerciado, será siempre el símbolo de su irrenunciable identidad”.
Lamentablemente Ollanta no es un hombre con una cultura amplia y su desconocimiento sobre la identidad de los pueblos peruanos lo hacen decir sandeces y cometer ofensas en contra de quienes alguna vez lo respaldaron, como aquella vez cuando llego a Celendín y se puso a correr alrededor de la plaza ante los aplausos de la gente que confiaba en él (esa misma plaza que después mandó manchada de sangre con el asesinato de 5 pobladores celendinos).
Ollanta es un militar y la cultura no es precisamente uno de sus atributos.
Felizmente, Celendín es un pueblo de gente culta, en donde saben que a palabras necias oídos sordos, y mucho más si éstas vienen de un cachaco inculto.
Fuente: Facebook de Jorge Pereyra
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