Arturo Bolívar Barreto
Si hay un poeta cuya marginalidad está
revelada en su propia condición de vida (abandonó la Universidad —comienzos de
los 70— urgido por sus labores de siempre: canillita, vendedor de verduras o
limones, ayudante de construcción; “hasta hoy vendo diarios”, aclara, ya con 66
años), y en la humilde aceptación de esa condición como inevitable, pues
pretende salvarse sólo por la alcurnia de su espíritu poético, ese es Ulises
Valencia. Porque su poesía, doliente pero
sutil, ya la quisieran algunos que a su destreza literaria
suman un poco de ruido y extravagancia. Quizás por no tenerlos en absoluto
Ulises pase tan injustamente invisible, ya no sólo para el mundo oficial y
mediático como tantos buenos escritores,
sino, cosa exasperante, aun para el entorno literario más cercano a él.
Conversamos alrededor de dos tazas de café muy cerca a la calle Quilca.
—¿Desde
cuándo escribes poesía Ulises?
—Recuerdo mis primeros versos
estando en segundo de secundaria, grado que había repetido con pesar, sería el
año de 1964, ya tendría 16 o 17 años. Un
profesor de literatura nos pone un papel en blanco —mira qué metodología— y nos dice, escriban un poema. Luego va recogiendo los papeles, llega donde mí y
lee lo que yo había escrito:
.
Hoy es cumpleaños
de María
Aquella de las piernas chuecas
La misma que usa chancletas
En Buenos Aires de Villa.
Entonces el profesor se queda pensando, ah bien, bien —me dice—, tienes idea, sigue escribiendo…
Después escribía por pedido, como le hice a una compañera
que había salido reina de la primavera…
—¿Alguna
influencia de tu entorno familiar?
—No, mira, siendo niño, vendedor de periódicos, tenía un
amigo de unos 82 años que componía
poemas. Recuerdo uno que nos recitaba siempre y que tenía un estribillo,
una repetición de un verso que no olvido: “…Y el pasto siempre crece”, “Y el
pasto siempre crece”, decía constantemente (ríe). También, claro, creo que me
influyó mi mamá, ella era de Santiago de Chuco y le gustaba cantar, tenía una
voz de cantante.
—¿Qué autores crees influyen en tu poesía?
¿O a quiénes admiras?
—Bueno creo que debe haber un poco de
Rubén Darío, de Machado, de Emilio Prado, los de la Generación del
27. Pero, claro, Bécquer desde los
inicios y los del Siglo de Oro español. Y de los nuestros, Alejandro Romualdo,
Gonzalo Rose, César Calvo. Admiro mucho
a Eielson, un surrealista, porque es un
poeta a quien le brota innatamente la poesía; pero ojo, le admiro por eso, pero no me
influye, no es la poesía que yo hago.
—¿Y de los poetas del 60?
—Javier Heraud es
el mejor de su generación. Pero es muy bueno César Calvo. César Calvo me gusta
mucho.
—¿Y Antonio Cisneros?
—Cisneros no me
gusta. Claro, construye muy bien la estructura de su poesía, perfecta, pero eso
de tocar los asuntos de la vida o la realidad tan de pasada, y esa ironía, pero
nunca comprometiéndose con nada, como mirando las cosas desde arriba, me parece
banal, epidérmico y dice mucho de su posición de clase.
—¿Y de tus coetáneos? ¿Qué opinas de Hora
Zero?
Bueno, soy de esa generación pero yo recién comienzo a
publicar en los 80. Hora Zero fue un
movimiento histórico, muy valioso, el más grande movimiento poético que se ha
dado en el Perú. Y significó la insurgencia, la reivindicación de los poetas
provincianos…
—Y,
en general, de los poetas del espectro
popular levantados contra lo que había
sido la base tradicional ¿no?
—Claro, claro, he
ahí su significado revolucionario más importante. E hicieron magnífica poesía que influyó en toda Latinoamérica.
—¿Crees que haya algún poeta de ese movimiento que destaque en particular?
—Todos fueron muy
buenos, pero particularmente considero a (Enrique) Verástegui el más alto. En
“Extramuros del mundo” alcanza el mayor
logro poético. Pero ni hablar, (Jorge) Pimentel
en Valium 10 y Ave Soul es muy excelente también.
El poeta Ulises Valencia y el crítico literario y también poeta Arturo Bolívar Barreto |
—¿Y
Juan Ramírez Ruiz?
—Juan Ramírez también. Pero Ramírez Ruiz fue por encima
de todos el ideólogo, el que redactaba los manifiestos. Y tenaz en su propuesta
poética y política. Alejado de lo mediático, poeta marginal, tanto, que se
aparta de ellos. Lo traté, era muy franco. Tengo un anécdota con él,
estábamos en un bar y le obsequio mi poemario “Rambla”. Lo voy a leer, me dice.
Al día siguiente lo encuentro de nuevo. Lo he leído y NO TE CAES EN NINGÚN
VERSO –—me comenta— y eso es fundamental.
Así me dijo, lo sentí franco, transparente, falto de mezquindad al comentar el
libro de otro.
—Descontado
su importante significado y los poetas que ha dado, ¿cabe alguna reflexión
crítica sobre Hora Zero, quizás se
sintieron refundadores de todo, en un aire “pequeñoburgués”, y terminarían
restringiendo su propuesta social y revolucionaria al espacio literario?
—Sí, fueron parricidas. Querían ser la nueva voz total,
no imitar cánones pasados, pero se debe reconocer con serenidad los elementos
constructivos, no se puede ser la última palabra a riesgo de caer en ego, en
vanidad. Sí, hubo algo de eso.
—¿Sigue
vigente esa división entre poesía pura y poesía social, que es común considerar
hoy superada en tanto se tiene claro que
el hecho estético es el definitorio (“hay o no hay poesía y punto”)?
—De acuerdo, hay
no hay poesía. Pero ésta no excluye ningún tema, ni el político. Un líder de
Línea Éter, grupo poético del Callao, me decía: “Los políticos nos exigen que
hagamos poesía política, pero porqué los poetas no exigimos a los
políticos que hablen en poética”. No, pues. ¡Pretexto absurdo para alejar la
poesía de un tema de la vida! No estoy de acuerdo.
—A
eso iba. Al interés ideológico de los
defensores de establishment para separar el arte de la trama social. Y eso, en
tiempos del dios mercado, sigue vigente con más cinismo y convencimiento.
—Exacto, es interés
ideológico. Y sigue vigente… en la medida que siguen vigentes los poderes económicos,
culturales…
—A partir de ello iba más allá, ¿no crees que tanto más grande el
hacer artístico precisamente cuanto más cargada
de esencia histórica, felizmente cargada por supuesto? Creo que esa es la
diferencia entre nuestros dos grandes poetas, Eguren y Vallejo, la mayor identidad
con el devenir histórico y social hace de Vallejo el más épico.
—Pero Eguren —a
quien considero uno de los más grandes poetas, un poeta mayor— contiene mucha vida. Si tú escarbas bien en su
poesía te das cuenta que hay mucha vida, hay revelación.
—Claro.
—Pero tienes razón
en la diferencia, porque si Eguren, por dar un ejemplo, pinta maravillosamente esta
mesa donde estamos sentados, Vallejo pinta la mesa hermosamente pero además en
su relación con todo el salón completo. Como decir, Vallejo ve más lejos.
—Exacto. Entonces el artista asume un rol, tiene
un influjo social.
—Mira, se escribe
porque se está inconforme con el mundo, si estaría conforme no escribiría… Pero
te contesto con este poema, (lee de su libro Tiempo):
A mí no me brotan los versos de la nada
… Esa tristeza existe, buen amigo…
Por eso me hacen gracia los poetas eruditos
Sobre todo
Los que recrean su saber enciclopédico
En innúmeras formas, sin sentido.
O este otro (revuelve su poemario Lejos de todo y lee un
extracto):
Y que no calle la voz porque no sabe
Y que no calle la voz por cobardía
Y que se entregue sublime, por la causa,
Para que cante nuevamente el que padece
Para que canten nuevamente mis hermanos.
—¿Piensas, como Mario Vargas Llosa, que la
tecnología comunicacional, con todo lo que tiene de instantánea y masiva, está
trayendo la banalización de la cultura de hoy?
—Sí, pero sólo al comienzo. Cuando el hombre
la asimile mejor, será distinto. Es como cuando los esclavos obtienen su
libertad, al principio no saben qué hacer con ella, se emborrachan, ociosean, o
quieren volver donde sus amos, pero con el tiempo la valoran y sacan provecho
de ella.
—Claro, será aprovechado ese magnífico poder directo
y democratizador, que no le gusta a la cultura de élite pues ésta se ha
caracterizado por retórica y excluyente.
—Sí, yo también
veo a la larga un mejor futuro con la tecnología actual.
—Entonces el libro electrónico no es una amenaza. Vargas
Llosa dice que se perderá el olor y todo el ritual del libro de papel en que se
solazaban los cultos lectores. Yo creo
que si se pierde ese ritual del intelectual mimado, se ganará en cambio en
posibilidades de democratización
cultural y de vida, que es la aspiración humana finalmente.
—De acuerdo. Además
es el temor de esos escritores que ya no van a poder hacer plata con sus
libros, el negocio del libro se cae, eso
se ve en la queja que ahora hacen contra
la difusión de obras por la tecnología actual. A nosotros, que nunca hemos
vivido de nuestras obras no nos afecta. Porque, le digo, hay poetas, ahora
mismo, que viven de la poesía como fuere, ya sea porque escriben por encargo o
lo hacen por adulación…
—Pero
pierden como artistas.
—Claro, y esto me trae a
colación el ejemplo de honradez de Vallejo. Vallejo cuando viaja a Rusia desde
París, sustenta con su propio peculio todos sus gastos. Porque, declara, es la condición para ser un escritor
independiente, para ver de la manera más independiente el proceso soviético.
—A
propósito, ¿usa el internet, maestro?
—No. Y no porque no quiera, sino que no tengo plata (risas).
—¿Crees
que el mundo cambiará para mejor, o esto ya no tiene salida?
—El mundo está en crisis por el manejo absurdo de los
grandes grupos de poder, los imperios... En España miles de despedidos
diarios… Aquí en Gamarra mismo las fábricas
textiles están cerrando. Pero por otro lado está la fuerza de los pueblos que
se están manifestando y si no hay cambios democráticos… entonces hay que ver.
—¿Sigue vigente el socialismo como solución a
esa condición del mundo actual?
—Yo soy un poeta
de izquierda. Mientras exista el capital el socialismo estará vigente queramos o no. Y esto así sea en el planeta Marte, si
hay en Marte, por un lado, un explotador y, por otro lado, unos explotados, las
leyes de Marx estarán vigentes, o se la tienen que inventar de todas maneras.
La crisis del socialismo con la caída del Muro de Berlín, los errores de los
jerarcas rusos… fue lamentable. Pero no son más que parte de los avances y
retrocesos de la historia.
(Arturo Bolívar Barreto, Conversando con Ulises Valencia, un poeta de luces replegado en la
sombra, Lima, agosto del 2013)
Nota
Ulises Valencia (Lima, 1947) ha publicado los poemarios Un abismo de luces (1983), Intensidad (1985), Estaciones (1989), Rambla
(1992), Tiempo 819959, Como el mar crece tu recuerdo (1997), Nido de sierpes (2004), Como
una fiesta (2006), Lejos de todo
(2008). Y sigue escribiendo infatigablemente.
2 comentarios:
Es un gran poeta de perfil bajo o en algún caso la prensa no ha tomado muy en
cuanta pero los que hemos leído tu trabajo literario esperamos que continúe
con su escritura
Clara mascarada de olvido cuando la POESÍA es moldeada en manos de un canillita, pero a su vez esto ennoblece e ilumina más porque de las sombras surge irremediablemente lo que muchos embriagado de la "elite" sólo maquillan su caduco ego. Ulises, es de otros mares, su barca está hecho a maretazos de Quilca, de Chaparral y cosas más sublimes aún. Intacta esta el alba .
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