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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

viernes, 5 de julio de 2013

NEOLIBERALISMO y SOCIALISMO. Definiciones.



Por Secundino Silva Urquía

En mi artículo: “IZQUIERDA Y DERECHA…”, expuse el significado de éstos términos; y para mayor comprensión del neoliberalismo y socialismo, en el presente artículo, los expongo con algo de contexto histórico.

El capitalismo, nació de las ruinas del feudalismo, y es un sistema económico de esencia injusta, desigual e hipócrita, en el que los dueños del capital lo son también de los medios de producción, y por la interrelación trabajadores-empresa se impulsa la producción. En el intercambio de bienes y servicios, determinación de valor y precios intervienen los mercados; y cuando estos fallan, el sistema pide auxilio y salvataje al estado de cuyo control antes despotricó. El neoliberalismo es ideología política y económica de derecha e identificación del capitalismo contemporáneo. Se sustenta en el liberalismo económico de la producción e intercambio de bienes y servicios; y el liberalismo político, que apuntala su régimen político de gobierno. El socialismo, a contraparte, reiteramos, NO necesariamente plantea anular la propiedad privada, SÍ propugna un estado, que representando a la sociedad; propicie una variación sustancial de las relaciones económicas, controle los principales medios de producción, propicie la anulación de la pobreza con una distribución equitativa de la riqueza de la nación; y construya una sociedad más justa y sin desigualdades vergonzosas. Libertad, soberanía e independencia; equidad y justicia social, son algunos de sus objetivos.


La teoría del neoliberalismo, es que el capital genera trabajo y riqueza y por tanto predomina sobre la que genera la fuerza laboral. Del trabajador subvalora su aporte y lo reduce a darle un salario de sobrevivencia, y la riqueza resultante es para el dueño del capital. Y esta concepción no es nueva, viene desde Adam Smith (1723-1790), con las variaciones de John Maynard Keynes (1883-1946), hasta la concepción moderna de Milton Friedman (1912-2006).

Este último teórico impulsó desde la Universidad de Chicago, un proyecto para formar una élite intelectual y, llegada la oportunidad, asumir la dirección de la economía de los países en vías de desarrollo. A éste grupo se conoció como “Chicago Boys”, y el momento para aplicar su ideario llegó tras el cruento golpe militar del fascista Augusto Pinochet a Salvador Allende, en Chile de 1973. Ya Friedman había teorizado la necesidad de aprovechar una crisis —real o provocada— para imponer ese ideario; por esto, los “Chicago Boys”, convencieron antes a Pinochet “que el programa económico se tenía que imponer con represión, y aun liquidando a Allende y sus seguidores”. El costo social de su imposición fue más de: 3,200 ejecutados o desaparecidos, 36 mil torturados, 80 mil prisioneros y 200 mil chilenos exiliados. La prueba es que, mientras la FACH bombardeaba el palacio La Moneda y millones de chilenos eran sometidos al terror, se imprimía un suplemento de más de 500 páginas  —apodado “el ladrillo”— que reproducía las recetas del libro de Friedman “Capitalismo y libertad: privatización, desregulación y recorte del gasto social”; que al día siguiente, apareció dentro del diario El Mercurio.  Además, la investigación hecha dos años después, por el Senado de los EEUU develó que la CIA financió el 75% del costo del proyecto (U.S. Dp. of State, Cover Action in Chile 1963-1973, 1975, p. 30). Y el milagro que Friedman prometió a Pinochet NO SE DIO. Para 1982, la riqueza estaba concentrada en las empresas extranjeras y un pequeño grupo social enlazado a éstas y la economía chilena iba hacia la hiperinflación, desempleo generalizado y alta deuda. Esta crisis era diez veces más grande que la que le provocaron adrede al gobierno de Allende. Pinochet expectoró a los “Chicago Boys”, y a regañadientes, nacionalizó varias empresas. La Corporación del Cobre –CODELCO–, ya antes nacionalizada por el socialista Allende, ¡oh contradicción!, salvó la economía chilena del colapso total. Esta empresa pública le aportó a la economía Chilena el 85% de ingresos por exportar cobre, y hasta hoy es su principal sostén.

En 1982, el neoliberalismo, de naturaleza expansionista, codiciosa y avariciosa, entró a México. Este país, en crisis financiera, declaró a sus acreedores, incluyendo Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, que no podía pagar sus deudas. Aprovechándose de esta vulnerabilidad, el FMI y el BM obligaron a México y otros países pobres a hacer grandes cambios estructurales en sus economías; políticas de ajuste que empobrecieron a millones de personas. Pero el neoliberalismo, en corto tiempo, dio visos de fracaso en varios países de América, a tal punto que pidió la intervención de sus estados para salvar bancos quebrados (Banco Latino en Perú). Esto mismo sucedió en EE.UU y Europa, donde la crisis aun arrecia y luego se extendió a Chipre, Grecia y Egipto. Y, las medidas de salvataje son las invasiones abusivas y criminales a Irak de Sadam Hussein, Libia de Mohamar Kadafi, y posiblemente Siria y Venezuela, todas en pos del petróleo que no pertenece a la cofradía o pandilla de países neoliberales y saqueadores, encabezada por EE.UU. 

El neoliberalismo es débil doctrinaria e ideológicamente, por eso recurre a la imposición militar y la guerra; y proclama alguna victoria parcial como total (“El milagro chileno”, que no fue tal); actúa como fiera herida que se resiste a morir. Para aparentar que aún goza de buena salud, recurre a campañas propagandísticas y echa la culpa de sus fracasos a los opositores; inventa términos aparentemente nuevos y salvadores (“Crecimiento económico”, “responsabilidad social”, “inclusión social”, “rescate financiero”, etc.); difunde tesis confusionistas como: el risible “ya no existe el antagonismo izquierda/derecha”, el delirante “socialismo es ideología trasnochada”, el amenazante “no hay otra alternativa” de Margaret Thatcher, la fantasiosa “tercera vía” de Tonny Blair, etc.; despliega a intelectuales serviles –Mario Vargas Llosa, uno de ellos– para despotricar por doquier de las izquierdas y “pronosticar” el fin del socialismo; etc. 

Intelectuales marxistas de talla universal, como José C. Mariátegui, refutaron hace décadas los pronósticos errados de los defensores del capitalismo, al decir que la revolución en cada país, ha de hacerse “sin calco ni copia”. Y la prueba vital es que Cuba mantiene en pie su revolución, pese al bloqueo económico y criminal del imperio norteamericano; y Venezuela, que aun es y será un “hueso duro de roer” para las desgastadas fauces neoliberales

En el Perú el neoliberalismo se asentó con el gobierno corrupto y dictatorial de Alberto Fujimori. Este remató empresas estratégicas a las transnacionales; abrió las puertas al modelo extractivo y de exportación masiva de minerales, dándoles la seguridad jurídica que necesitaban; pero este tema y esta historia, quedan para un análisis posterior.                                         
                                                                                                Lima, 05 de julio del 2013

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