Por: Mg. Carlos Jibaja Zarate
A través de
un reportaje televisivo se sabe, de acuerdo a la evaluación realizada
por la Comisión Médica Penitenciaria, que Fujimori presenta el siguiente
grupo de diagnósticos: “no evidencia actual de cáncer en la lengua oral
y displasia recurrente de lengua”, trastorno depresivo recurrente,
hipertensión arterial, insuficiencia venosa periférica, gastritis
crónica, lumbalgia crónica, quiste pancreático, hernia, artrosis lumbar.
En este artículo, voy a referirme exclusivamente al diagnóstico de
trastorno depresivo recurrente al tratarse de una apreciación clínica
acerca de la salud mental, mi especialidad.
La evaluación médica establece que existe un trastorno depresivo,
pero expresa un desacuerdo en el grado en que esa depresión se
manifiesta. Tres psiquiatras de la Comisión sostienen que Fujimori tiene
un Trastorno Depresivo Recurrente “con episodio actual depresivo grave
sin síntomas psicóticos” y los otros dos psiquiatras que componen la
Comisión, sostienen que Fujimori presenta un Trastorno Depresivo
Recurrente “con episodio actual depresivo moderado”.
Precisemos. Los cinco Médicos Psiquiatras que lo evaluaron coinciden
en que Alberto Fujimori está deprimido y que se trata de un trastorno
crónico. Tres de ellos sostienen que se trata de una depresión severa,
dos de ellos de una moderada. ¿Cuál es la diferencia?
Partamos del sentido común. Es altamente probable que cualquier
persona que haya perdido la libertad, esté encarcelado y tenga
problemas crónicos de salud presente síntomas depresivos, leves o
moderados. Es una alteración del estado de ánimo que bajo esas
condiciones es esperable. Para hablar particularmente de Fujimori, se
trata de un ex presidente de la República que ha perdido, producto de
que está preso, libertad, autonomía y el ejercicio de poder sobre otras
personas. Este hecho, para una personalidad autoritaria como la de él,
es sumamente frustrante porque buena parte de su autoestima y
estabilidad emocional se basa en las facultades y derechos mencionados.
En otras palabras, es normal que Fujimori, al tener una pena privativa
de la libertad por 25 años, tenga algún grado de depresión como lo
tienen muchos reos en los penales del Perú y del mundo.
¿Qué significa que el trastorno depresivo no presente síntomas psicóticos?
Que el criterio de realidad, es decir la capacidad de verificación de los datos de la realidad, no está alterado. En otras palabras, que el paciente es responsable de lo que siente, piensa y hace y que no presenta alucinaciones visuales, táctiles, gustativas, etc. No confunde sus sensaciones y percepciones internas con la realidad objetiva. Tampoco su pensamiento es delirante, no presenta una convicción falsa o pensamiento fijo más o menos sistemático que implique un registro erróneo de la realidad. Las ideas delirantes, por lo general, se manifiestan como delirios de grandeza, persecutorios, de culpa, celos, de estar controlado por una instancia externa, entre los más frecuentes. En otras palabras, que la depresión de Fujimori no está en el nivel discapacitante de un cuadro psicótico.
Una persona con una depresión moderada puede presentar dificultades
en el sueño (insomnio, por ejemplo), tristeza, desinterés por las cosas
que le rodean, ideación pasiva de suicido, tendencia al llanto, pérdida
de apetito y/o de peso, falta de concentración, fatiga, disminución de
la capacidad de trabajo, sentimientos de culpa, autorreproches.
En contraste, una persona con un trastorno depresivo grave presenta
alteraciones muy similares a las del tipo moderado, pero de una manera
más intensa, persistente y extensa, a lo que se le debe agregar la
“interferencia en las funciones para una vida autónoma”. Son personas
que requieren de tratamiento clínico y asistencia de otras personas para
sobrellevar sus síntomas y cuidado personal.
El tema de la ideación suicida es importante para realizar una
valoración del grado en que el trastorno se encuentra. Sin embargo, la
sola presencia de la idea de suicidio no es determinante porque requiere
su ponderación en relación a una evaluación integral de la personalidad
y de los estresores del medio. El trastorno puede ser valorado en un
nivel leve o moderado si es que la persona tiene un pensamiento pasivo
de suicidio (“Ojala Dios me llevara”, “sería mejor si estuviera muerto”)
sea este un pensamiento pasajero o persistente, y no altere de manera
directa sus capacidades autónomas.
El trastorno depresivo puede ser valorado como grave si es que existe
la ideación activa y persistente de cometer suicidio, en el que existe
un plan y una impulsividad significativa para cometer esa acción
auto-destructiva. Otro elemento a considerar es si en el pasado la
persona se ha intentado suicidar o si existe un trastorno de base como,
entre otros, un trastorno psicótico o algún trastorno en el control de
impulsos.
En el caso que Fujimori estuviera en una situación inminente de
riesgo suicida – que por sus características de personalidad, es poco
probable - requeriría de una supervisión constante de personal clínico,
en especial de personal de enfermería, tal como lo recomienda el parte
médico. En ese sentido, las recomendaciones son muy claras: “monitoreo
constante de personal de enfermería”
Finalmente, la evaluación en la que se diagnostica a Alberto
Fujimori con un trastorno depresivo recurrente nos presenta a una
persona con signos y síntomas de un trastorno en su estado de ánimo, que
efectivamente le está afectando algunas de sus capacidades
psicosociales, pero que son síntomas que pueden ser bien manejados con
un adecuado tratamiento psiquiátrico, farmacológico y psicoterapéutico
dentro del penal.
Fuente: Blog Coordinadora Nacional de Derechos Humanos
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