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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

jueves, 7 de marzo de 2013

Poesía: Zoila Capristán, Bajo cero


Cualquier poesía admite numerosas lecturas, la peor de todas quizá sea esa lectura académica que rompe carne y músculos en su autopsia. Habría más bien que leer la poesía con ojos y manos, cuerpos y almas disponibles y abiertos. Así entonces podemos acceder a la experiencia más profunda que subyace en estos poemas de Capristán.
Una experiencia de injusticia generalizada de situación límite. La poesía entonces solo es parte de una acción mayor para que todo aquello que acompañe a la pobreza Peruana deje de ser, para que la pobreza no sea. De este modo el hombre se rescata así mismo, niega su su cosificación y lucha contra la vida por inercia que arroja cada día la costra del día anterior mientras camina "entre cadáveres que entre manos llevan por flor un leño seco".
Pablo Macera.
Contracarátula



ESTARÁS EN CELENDIN
 
 A Carlos

Los sentimientos se desploman
el malo brama
los testigos están listos a mentir
estoy sola
todo se repite como manecillas de un reloj
en círculo eterno de danza de conspiración.

Hago juego en escena
nadie sospecha
que por las noches
vacío el aliento frente al espejo extrañandote
a ti que de la nada situabas luces
aquellos días en que tu voz
mirada y poesía sólo eran mías.



Fué una noche que huiste cabalgando en fuego
estáras en celendín junto a tu madre
con los ojos empañados tejiendo largos sombreros de paja
para que cuando pase por tu lado escondas el rostro.

Como halcón te reconoceré
aprendí afinar cada sentido para sobrevivir
ahora mis instintos son de animal depredador
mis ojos distinguen la luz y la podredumbre
sé de tu perfume
tienes el aroma de las flores que me regalabas en las tardes de invierno.

Te espero con vino
en el umbral de mi sepultura
si llegas de nuevo bailaremos Zorba el Griego
el Che se dispone a la izquierda
Kafka es siempre del Perú, país del absurdo
de fondo la guitarra de Santana
la habitación está repleta
de nuevo háblame al oído:
-Vamos a calcinar praderas-

!Contigo mi alma canta extrañas canciones de guerra!
  
NN


Abre los ojos,
al dividirlos
rozan con una habitación tres por tres
Es una tumba
En la lapida se lee:
"NN VIVIO SOÑANDO CON LA MUERTE"
tiene tres ventanas
las colocaron para atormentarla
y hacerla sufrir más
aun después de muerta,
por allí llegan los sonidos que detesta y la estremecen
palabras de la gente mezcladas con lamento
al llanto de un anciano
vacío cotidiano
a veces observa por la ventana
humanos convertidos en bestias a fuerza de sobrevivir
el hambre los denigra,
quita condición a lo humano.

El humo de los carros asfixia
le recuerda el hacinamiento diario
la nausea indistinta
se vuelve a la cripta
y mira a su amigo insecto hacer la trampa
solo lo observa,
el ruido de afuera es ensordecedor
se tapa los oídos
cierra los ojos
espera levantarse un día
y leer en su puerta

"NN MURIO SOÑANDO CON LA VIDA"
 ,

ENTREMISPIERNAS

A mi perro


Sospecha que soy la puta de Caylloma
una hora antes
cien falos expiraron en mi pubis
imagina que todos los hombres se complacieron entremispiernas
y gocé orgasmos con las mestizas, las blancas y las negras

“Apresúrate, tocan la puerta”
la cola es larga, y el papel higiénico caro
otro hombre con urgencias de mono
jadeante como perro
deambula su mirada al compás del chirriante vaivén de la portezuela
-como tú -
que recorres con esa lengua versada
el botón rojo que palpita yuxtapuesto al tatuaje

Me nace el talento de la puta de Caylloma
en Lima hace frío pero la putería lo calienta todo
el lunar de mi pecho contabiliza los minutos
que circulan como cuerdas
en la habitación de paredes de papel
hay un hombre y otra mujer que gimen
buscamos un agujero donde filmar
a la salivada Eva engarzada al macho.

Y sin dolo, como diría el juez
que se abanica con billetes coimeros en el Parque Universitario
terminamos sentados en la última banca de La Merced
agradecemos por volver a ondear los faroles de Quilca
de paso prometo ya no sentir cosquilleos en el capullo
-que presiono para amordazarlo-
“Padre nuestro que estás en mi cielo...”
el murmura “puta”
incrusto mi lengua en el orificio de su oído y le susurro “perro”

Mientras la virgen nos sonríe.

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Zoila Capristán.-  Estudió Ciencias Contables y Financieras en la Universidad Nacional de San Marcos, Derecho y Ciencias Políticas, continuó con una maestría en Derecho Penal.

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PROLOGO

“Aparten de mí este cáliz”


Bajo cero de Zoila Capristán no es solo la ópera prima de muestra el manejo diestro de la palabra por parte de una poeta ya cuajada, sino un gran aporte a la reciente poesía peruana escrita no solo por mujeres. Libro río, que se presta a varias lecturas: tumultuoso, poliédrico, incandescente como es la vida contemporánea. La poeta ha volcado las visiones de una realidad fragmentada, convulsionada y dramática, pero bajo este velo (que roza con lo absurdo kafkiano) ha plasmado una historia lírica, en donde palpita una voz soterrada (canto villano) que hace contrapunto con esa otra voz mayor (brechtiana). Es decir, hay dos tonos que obedecen a dos planos: el del mundo interior (representado por la tumba intemporal de la muerte o la memoria) y el exterior de lo contingente (el mundo apocalíptico de hoy, la convivencia entre guerras e injusticias).

El drama humano-vallejeano empieza con el nacimiento, nacimos en un mundo de viejas estructuras verticales de poder: “la renta/ el tributo/ la ofrenda/ son pedradas que de arriba caen“. Este pecado, nos dice, fue inventado por ese patriarcado que aun perdura, sobre todo en sociedades como la nuestra: “En el lado oscuro no existe Satán/ coexiste Eva masticando la manzana“. Por tanto, la voz de la mujer estigmatizada es subversión, es marginal, es peligrosa: “Sospecha que soy la puta de Caylloma“, nos dice ironizando a este reino de la hipocresía moral. Nuestra condición humana-demasiada-humana nos confronta cotidianamente a esos estamentos que nos coactan: “Señor Juez, declare la incompetencia de mi abogado/ diluya en la hoguera las llaves de la libertad“. El poder es caníbal, pero es un poder que solo oculta su fracaso, sustentado solo en la fuerza. La carencia de fundamentos, de credibilidad que legitime esa fuerza, hace que la víctima empiece a avistar un cambio: “Que no tenga conciencia que existe el Perú y todos hayan comido pan ese día“. Pero la injusticia es mundial: “Mi alma es una catacumba donde van a penar los muertos“, dice uno de los versos que abordan los estragos de la guerra (o destrucción) en el oriente de hoy. El triunfo de la deshumanización es la imagen que se propaga mediáticamente en un mundo llamado posmoderno: “celebran la muerte de un Cristo asesinado que yace junto a ellos“. Es en este mundo ya sin mitos, pero con las mismas guerras - guerras que ya no pueden ocultar su absurdo -, en que la poeta desenmascara las mentiras de una falsa épica.

“Soy una ladrona que su desliz esconde en el tálamo de un solitario hostal/ en mi perturbada fuga burlo a la muerte y no me halla“, como decíamos la voz poética conoce su precariedad y su talante insurrecto (“la muchacha mala de la historia”, denominaba María Emilia Cornejo). Su mirada evidencia lo que la mano del hombre trata de tapar: “Una niña fue violada en su cuna”, pero por miedo, vergüenza o machismo al desenlace fatídico de esa historia censurada se le califica como “muerte natural”. No hay muerte natural, nos dice ella, la muerte es una invención religiosa y política. Zoila Capristan utiliza el símbolo del ataúd para desacralizar la muerte y denunciar sus ocultamientos: “Me conmueves/ con tus ojos cargados de ataúd/ con tu muerte a pausas“. Por otro lado, la muerte es dual, puede ser, también, el lugar más seguro: “Allí las dos juntas/ Tal vez de espaldas/ En el sepulcro“.

Bajo cero es también un libro íntimo de íntimas voces: “Tengo una manera callada de existir/ un hálito de aire para respirar/ silenciosa manera de hilvanar pasos“. Aquí habita el padre: “Vigilante hostigo las pisadas de mi padre”. La madre: “Madre, perduro en la misma noche que me desterraste”. Y “Teresa que come heces“, y Maya y Lola. La memoria, en donde habitan aquellos fantasmas, es una celda que la libera: “he experimentado el peregrino placer del infierno/ tras los barrotes”. Y es bajo ese cálido manto en donde puede surgir el amor: “amanecer un domingo con tu cuerpo enlazado al mío”. Su voz entonces se torna descarnada, aquí hemos llegado al fondo de su exilio subterráneo, bajo el silencio de una gélida paz. Su trayecto es un descenso órfico hacia las verdades más profundas.

El título del presente libro de poemas nos dice su significado sin decir, así como los poemas hablan desde su silencio-cero sobre aquello que está encima del corazón, que es lo vedado, lo callado por la dictadura del poder perpetuo que escribe la historia oficial de esta humanidad en peligro de extinción. “Expío mi conciencia con la médula blanca de mi bandera Peruana“, dice la poeta como pocas veces se ha visto en nuestra tradición. “¡Hombres silenciosos aparten de mí este cáliz!”, exclama, y esa voz es necesaria, urgente, en estos tiempos pacatos. ¿Para qué escribir poesía en tempos frívolos? Justamente para poner el dedo en la llaga de este país al pie del orbe: “No ardo/ Hay frío/ No hay tiempo/ Solo orbita/ Todo es efímero”, escribe desde lo más revelador y hondo.

La poesía es esa mariposa que empuñará siempre la poeta. Vuelo, libertad, belleza, para un mundo que necesita de más poesía.

Miguel Ildefonso

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