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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

sábado, 21 de enero de 2012

VOCES NUEVAS: Elmer Castillo y "El basurerito"


Elmer Castillo Díaz, nació en Huánuco, lugar donde realizó sus estudios de primaria y luego se trasladó a Sucre donde terminó su educación secundaria. Actualmente vive en Sucre pueblo donde nacieron sus padres y al que adoptó como suyo. Asiduo lector y en paralelo también escribe textos que se ubican en el plano de la crónica.


Mario Aliaga y Elmer Castillo, ganadores del concurso
En el Concurso de Poesía y Cuento que realizó el año pasado (2011) la municipalidad del distrito de José Gálvez, obtuvo el segundo puesto en Cuento con el relato "El basurerito". En esta ocasión nos permitimos alcanzar a nuestros lectores la apreciación a la escritura de Elmer, realizada por José Luis Aliaga Pereira:

Comentario a El basurerito

Por Palujo

Lo primero que uno piensa al leer el título “El basurerito”, relato de Elmer Castillo, es que se trataría de un niño que busca sustento en la basura. Luego, al descubrir que la historia gira en torno o a partir de una broma en la que se usa un recipiente de plástico, recién vamos tomando interés en la lectura; remontándonos a nuestra época de estudiantes cuando casi todos solíamos hacer travesuras que, la mayoría de las veces, y gracias al sabio proceder de nuestros profesores, no llegaban a ser “castigadas”.

Para acercarnos al tema, Elmer nos traslada imaginariamente a las aulas del colegio San José de Sucre, allá por los años 74 o 75, donde un grupo de alumnos del tercer año de secundaria espera con ansias la hora de salida, haciendo bromas con sus compañeros utilizando, entre otras cosas, un basurero de plástico colocado en la parte superior de la puerta de ingreso al salón de clase.

La chillona campana del colegio, “mata” –como lo dice el autor- el aburrimiento de los alumnos que, alegres, se dirigen al patio donde los espera el Auxiliar de Educación llamando con firme voz a formación y dando reiterados consejos para un buen comportamiento.

En el relato, el autor explica y describe de manera ordenada, sencilla y precisa lo acontecido en el colegio aquella tarde gris.

Por nuestra mente pasan carpetas, pizarras, cuadernos, motas y uniformes; hasta nos parece escuchar las órdenes: ¡atención!, ¡firmes!, ¡descanso! del auxiliar Álvaro Eslava; para después asistir como mudos testigos a una de las primeras escenas donde aparece don Quirino -personaje encargado de hacer la limpieza  en el colegio- frente al batallón de estudiantes: 

“Se aproxima a nuestra sección don Quirino…” “…escoba en mano” –nos cuenta Elmer-.
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“Con esa parsimonia propia de los hombres de edad y de buen comer, empujó la puerta entreabierta y comenzó a entrar. El basurerito dio la vuelta en cámara lenta y empezó a caer directamente a su cabeza…”

Después, en otro interesante momento del texto, luego del incidente, interviene el Director del colegio, como lo dice Castillo Díaz, con “una cátedra de virtudes morales”:

“…Trasladándose de un lugar a otro, con el basurero a cuestas seguía su alegato cual fiscal defensor y acusador. Por ratos dejaba el objeto encima de la mesa del profesor para seguir”
.
“Los jóvenes de su edad, son radiantes en energía, sus tiroides están trabajando a mil, vertiginosamente. Sus testosteronas están super multiplicándose para que adquieran sus caracteres sexuales masculinos. A su edad se despierta el monstruo dormido del conocimiento hacia las cosas nuevas. La rebeldía es innata hacia los que tratamos de corregirlos, pareciéndoles todo consejo malo. Es normal, nosotros los educadores los comprendemos, no nos cansaremos de repetirlo, es para su bien”.

En su libro “La literatura es mi venganza” (pág. 24), el escritor Mario Vargas Llosa, nos dice: “Las historias nos entretienen, nos divierten, nos producen placer, pero también nos educan…”

Yo creo que “El basurerito” de Elmer Castillo nos entretiene describiéndonos muy bien el comportamiento adolescente y, por otro lado, mostrándonos cuánto vale en un profesor la paciencia y comprensión para llevar, por la senda del bien, a sus discípulos.

El basurerito es una historia agradable, que gusta; con un final inesperado, sorprendente y aleccionador. 

Finalmente, como sugerencia para la publicación impresa, anotaría destacar más los diálogos para que no se confundan con la voz del narrador y se pueda diferenciar uno del otro.

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