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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El libelo insultante de un poeta

 Por: Olindo Aliaga Rojas

El escritor poeta  y político Julio Garrido Malaver (Quillamachay 1909 – Trujillo 1997) entre su abultada e interesante producción literaria escribió una novela que lleva por título “Para ser libres”, el  tema  discurre sobre la impronta y las vicisitudes de la vida política del autor y se desarrolla en la norteña provincia de Celendín y otros lugares exóticos de ciudad shilica. 

La novela de Marras está ambientada entre los años 1930 – 1048, saturada de personajes apristas y dividida en diez partes o capítulos. Los personajes son jóvenes, fortachones, decididos y soñadores como corresponde a todo joven  comprometido y pensante.

En la tumultuosa trama de la novela interviene también un hombre con alguna experiencia política, partidario del pradismo, que conoció el éxito y sufrió como nadie el silicio del destierro por el gobierno del dictador Augusto  Leguía; leamos lo que dice, de este corajudo personaje, el displicente aprista en el libro materia del artículo: “Cuando el recién llegado recibió a la comisión, lo hizo envuelto en una hermosa bata de seda de vistosos colores y extravagantes dibujos, muy elegante". (Página 17)

En el encuentro con la Juventud Esperancista, el respingoso autor retrata a Don Clodo como un hombre duro, tacaño y metalizado, dice el dialogo: “queremos mucho de usted” 

“Si de mi dinero se trata -aseguro el político, menos político del mundo-.  Es inútil que hagan ilusiones” (página 18).

En la misma página escribe: “El golpe para Javier resulto terrible, no solo porque la juventud se enfrentaba a un personaje egoísta, fatuo y negativo y hasta repudiable, sino porque se daba perfecta cuenta de lo que había reconocido desde el primer instante y, por lo que podía deducir, no tenía ni la menor de las intenciones de retornar al amor y los brazos de quien lo estaba esperando, desde hacia tantos años, con la devoción que el ser humano solo tributa a lo adorable. Pues, resulta que el tal Don Clodo estaba casado con una hermana de la madre de Javier, y de la cual el petulante político se había olvidado para siempre. 

En la página 19, Don Clodo es motejado de Ególatra._ José Clodomiro Chavez Mariñas, hijo legítimo de Huauco hoy Sucre, hombre de verdad, profesional lúcido; tribuno que en 1940, ocupó por voto popular, la diputación por la provincia de Celendín. 

El año 1930, la Juventud Celendina, se agrupa en la Sociedad Juvenil Esperanza, presidida por el señor Daniel Mori; sus militantes fueron, entre otros, Javier Tavera, Mario Quevedo, Mario Polo y Fermín Canto, todos estudiantes de la Universidad  de Trujillo y escolares del Colegio Secundario San Ramón de Cajamarca.

Dos años después, los esperancistas asumen la histórica decisión de unir sus banderas de “servicio al pueblo, a sus hermanos de terruño y sangre”, a los registros del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana). Ese embaucamiento ideológico que sufrió la Asociación Juvenil Esperanza resultó bastante fácil para el embaucador José María Peña randa de origen Cajamarquino; porque  la Juventud Esperancista, no había leído, siquiera, las cartas de Víctor Raúl condensadas en su libro “Por la Emancipación de América Latina” y sin sospechar las traiciones a la doctrina aprista del jefe del PAP, que en el devenir político se fue entregando a la vorágine de la derecha, suscribiendo pactos vergonzantes como los firmados con Odria y Prado, sus enemigos más encarnizados.-  Los pactos suscritos por el taimado líder fueron muchos y “dignos de figurar en la antología de la desvergüenza y el cinismo”.

El 10 de Junio de 1940 se realizaron las elecciones generales para la renovación de los poderes públicos: ejecutivo y legislativo.- El partido Aprista participo en esas justas políticas, sin olvidar su costumbre coalicionista, lo hizo integrando el Frente Nacional Democrático cuyo jefe fue José Luis Bustamante y Ribero. 

Para esa coyuntura política el APRA presento candidaturas a nivel nacional. Para la representación de la “provincia de los sombreros”. Fue designado el estudiante Sanmarquino Julio Garrido Malaver, que venía de ganar los Juegos Florales.

La campaña propiamente dicha arrancó treinta días antes de las justas; los choques entre partidarios de los diferentes partidos fueron frecuentes. La cachiporra aprista se enseñoreaba acallando a sus oponentes. El insulto a los pueblos que discreparon con el ideario de ese partido intolerante estaba a flor de labio.

Cuando el candidato Aprista y sus acólitos se encontraron en el pueblo de José Gálvez haciendo proselitismo, el autor narra un desafortunado encuentro con dos ciudadanos huauqueños: “luego de la osadía de los huauquinos, dice el escritor, fueron pronunciados discursos terribles contra ese pueblo sin ideas, ni capacidad de soberano, ya que hacía muchos años giraba en torno a don Clodo… página 187. En otro y sucesivo párrafo, con irritación, escribe: “don Clodo era ególatra, irredimible que la vida rezagó, luego de haberle cedido algunas posiciones, causando la decepción y el desencanto en la mayoría de sus incondicionales y seguidores; en la misma página, ganado por la exacerbación y el paroxismo, sentencia contra el pueblo sucrense: “¡Sí! ¡Sí!. Estalló la unanimidad. Es oportuno darles a esos pavos una verdadera lección”.

Nombrar de “pavos” al pueblo de Sucre, entonces Huauco, es una aserción de ignorancia supina y un despropósito irreverente.- En ese pueblo de amanecer joyante, de cielo coruscante, de suelo verde y acogedor, han nacido mentes esclarecidas, hombres decididos que no conocieron el miedo, irreductibles, forjadores como don Marcos Zegarra testigo de la  fundación de Celendín, Andrés Mejía profesor del Primer Colegio de Celendín, Nazario Chávez creador del Instituto pedagógico de Celendín, Felipe Neri Zegarra, Onésimo Chávez, entre otros que le dieron lustre y respeto a la provincia en todos los estadios de la sociedad: económico, político, cultural y social.

“El escrutinio se llevó a cabo en Cajamarca; el candidato de Huauco estuvo presente en el conteo de todos los votos de la totalidad de las provincias” (página 197).

El autor de “La Guacha”, no desaprovechó ocasión para denostar a su contrincante, durante el escrutinio habla a través de su personaje: ¡Le apuesto doctorcito, dice el agente viajero, que ya perdió las elecciones…” (Página 198).

Terminado el Escrutinio, en el que hubo muchas puyas de parte de los candidatos y hasta una apuesta de dinero, los resultados favorecieron  al poeta. Como colorario de los exabruptos en contra de un hombre predilecto de Sucre y de su digno pueblo, el autor remató: “… las huestes de don Clodo retornaron esa misma noche a su tierra, llorando y maldiciendo su derrota…la derrota de su amo y señor…” (Página 201).

Así termina el capítulo empedrado de diatribas contra un pueblo y un hombre cuyo único pecado fue no creer ni dejarse vencer por una ideología de abyecta servidumbre pro imperialista. Lo expresado por el poeta celendino por adopción, hay que creerlo así, fue dicho impelido por una lid política en la que para ganar todo vale y hay que creer también que en lo más hondo del corazón del afamado vate existía un latir filial por el pueblo del Huauco que también era suyo.

Aquel refrán que nos advierte que “una cosa es con cajón y otra con guitarra”, calza como anillo en el dedo del joven Diputado; cuentan lo que conocieron a don Julio Garrido Malaver y constataron su gestión de Padre de la Patria, como diputado y luego como senador, siempre guardó el perfil bajo, poco es lo que aportó al país, siendo calificado, por el periodismo de la época, como “El mudo”.

Sin pretender ningún paralelismo entre el diputado Garrido y don Clodo tan vilipendiado por el poeta; la gestión de Clodomiro Chávez Mariñas, huauqueño de nacimiento, tribuno y polemista temido, fue positiva para el país; sus obras a favor de Celendín y de los pueblos aledaños aún perduran, son productos de su gestión las diferentes escuelas en la provincia, distritos y caseríos; el Proyecto del Canal del Toro en Celendín; la construcción del túnel en Sucre; a nivel nacional la dación de las leyes del Divorcio y la del plebiscito, entre otras más.

Julio Garrido Malaver, tiene más valía como artista, escritor de excelentes novelas como, la mencionada “La Guacha”; autor de sentidísimos poemas de hondo contenido social.- Como político no tuvo mucha suerte. Apasionado y reflexivo se entregó a su obra poética, que con tanta originalidad nos dijo:

Esta es mi tierra
Ponte un poncho de lana
un luminoso bolo de coca y cal
y recemos una oración
en esta noche torrencial.

Los sucreños no sólo deben estar orgullosos de su tierra, sino también deben estar obligados a defenderla y ennoblecer la memoria de los huauqueños que dieron su vida y su tiempo para que nosotros tengamos patria.

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